sábado, 5 de octubre de 2024

El bello sexo (parte III)

 

   Fetichismo y fitness pueden ir perfectamente juntos. Así parecen ser las clases en las neoyorquinas escuelas de Brukwine, una forma alternativa de gimnasia femenina en donde las chicas, además de buscar quemar calorías, disfrutan libremente con los movimientos del cuerpo buscando sentirse desinhibidas y sexies. Parte de los ejercicios implican rutinas de poledance y twerking, una forma de mover las caderas al ritmo del hiphop que fue en su momento despectivamente denominada gimnasia para putas. En lugar de la clásica y asexuada ropa de entrenamiento, las clases de brukwine proponen un provocativo y divertido desfile de lurex, maquillajes, lentejuelas, spandex y para las que más se atreven, zapatos de taco alto.

   Como una prueba más de que los tacos altos son el símbolo más perfecto del poder sexual de la femineidad, Miley Cyrus le ha declarado hace unos meses a la revista norteamericana W que ella también entrena en tacos altos. Confieso que me gustaría verla entrenar a ver como lo hace (hay algunos videos en TikTok a respecto)  Lo más interesante de la entrevista es cuando dice: Entreno con tacones también porque estoy interesada en feminizar el espacio de entrenamiento: gran parte de las máquinas de entrenar son feas…por eso, entreno en tacones. El gimnasio parece muy duro, pero me pongo mis zapatos de tacón de Gucci  que me recuerdan a Marilyn Monroe.


Miley Cyrus y los tacones con que entrena



   Primera reflexión: Ser femenina para una cantante pop de hoy es ponerse tacos altos para emular a una actriz que falleció hace sesenta años. Convivir con la eterna vigencia de Marilyn como sex symbol, como con la de Bettie Page, Diana Rigg o Julie Newmar, no deja de ser sorprendente.

   Segunda reflexión, y relacionada con la primera: pese a la proclamación de mil y una revoluciones que pretenden dictar lo contrario, la femineidad clásica parece gozar de excelente salud y sigue marcando el paso del placer. La frase de Miley … estoy interesada en feminizar el espacio de entrenamiento: gran parte de las máquinas de entrenar son feas…por eso, entreno en tacones… puede sonar como una declaración de frivolidad pero esconde un concepto muy profundo. Feminizar un espacio es embellecerlo y volverlo agradable. Cuando participaba en fiestas BDSM en Buenos Aires, buscaba instintivamente feminizar los espacios en donde sesionaba: lugares plagados de instrumentos de tortura construidos con hierro que me parecían feos y asexuados, alejados de todo erotismo y de toda sensualidad y carentes de la aterciopelada suavidad propia de nuestro femenino poder.

   Las dominatrices somos buscadas y deseadas por múltiples razones y cada candidato a sumisa o sumiso seguramente tendrá la suya propia pero por experiencia sé que no me equivoco al afirmar que nosotras embellecemos la experiencia sexual mediante las formas que utilizamos, la manera en que nos movemos y los rituales que practicamos. Existe una belleza inherente a la dominación femenina que es difícil de definir pero muy fácil de reconocer y que por eso mismo se la llama femenina. Las chicas que practican rutinas fitness y buscan sentirse sexies para disfrutar su actividad, las crossdressers que ansían feminizarse para alcanzar las mayores alturas del placer y las dominatrices que nos montamos con nuestras brillantes ropas negras y nuestras botas altas, estamos en perfecta sintonía. Todas queremos sentirnos bellas.







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