Belle de Jour es una obra maestra sobre el masoquismo femenino y una crítica demoledora a una sociedad normativa que condena a muchas mujeres a la frigidez. Bajo la magistral dirección de Luis Buñuel, Catherine Deneuve le pone el cuerpo a su Séverine con esa fría belleza ensimismada que la haría famosa durante décadas. Yo no puedo imaginar que semejante nombre no haya sido escogido a propósito con la intención de construir un alter ego femenino al personaje de la Venus de las Pieles, de Sacher-Masoch. Séverine es una dulce esposa enamorada de su marido pero incapaz de expresarle pasión alguna. Su vida está atravesada por morbosos recuerdos infantiles mezclados con fantasías masoquistas en donde se imagina atada, azotada y humillada. Una conversación aparentemente trivial la empuja a conocer un burdel regenteado por Mme. Anais, en donde sus fantasías comenzarán a convertirse en realidad por las tardes, bajo el nombre de Belle de Jour.
Luis Buñuel dijo una vez: Me interesó de la novela algo fundamental y de no haber sido así, no la hubiera llevado a la pantalla. Es el conflicto apasionante entre la conciencia, el sentido del deber de la protagonista y su compulsión masoquista, que creo ha quedado patente en la película.
La supuesta corrupción de Séverine al prostituirse por las tardes en la maison de Mme. Anais no es otra cosa que una búsqueda del placer que hubiera hecho sonreír al Marqués de Sade por la clara identificación del sádico principio de la purificación a través del sexo. Al romper los valores morales y al subvertir el sistema que la oprime sexualmente, la caída moral no es tal sino que se convierte en un ascenso. El burdel es el refugio que le permite escapar de su asfixiante rutina diaria, del rol de muñeca de porcelana que ha sido prefabricado para ella por la sociedad.
Realidad y fantasía dejan de ser mundos paralelos cuando uno de los clientes, que no por casualidad es un gangster, se involucra afectivamente con Belle de Jour. Ese hombre machista y violento la conmueve como ningún otro y es quien termina de arrastrarla a su paseo final por las cloacas de la humillación que resulta ser a la vez su redención final. Sintiéndose esclavizada por sus pasiones, Séverine no puede evitar los sentimientos de culpa y arrepentimiento que la conducen a una extraña necesidad de expiación. Cuando un amigo de su esposo la descubre, ella le confiesa Sé que algún día tendré que pagar todo lo que he hecho pero sin esto no podría vivir.
En sus fantasías, Séverine se veía a sí misma en un papel pasivo, ofreciéndose como objeto al deseo del macho. Así se comporta en el mundo real del burdel. Por eso resulta tan revelador lo que ocurre cuando un cliente entre tantos otros resulta ser el clásico sumiso que lleva escondido en su maletín el flogger para ser azotado y le expone un libreto que ella debe seguir, en donde él fantasea con haber incumplido una tarea encomendada y suplica por el castigo redentor. Belle de Jour rechaza atenderlo y por primera vez desde la tarde de su iniciación, Mme. Anais debe retirarla de la habitación y llamar a otra de sus chicas para hacerse cargo. Ella conduce luego a Séverine a la habitación de al lado para que observe la sesión a través de un pequeño agujero en la pared, como lo muestra esta imagen.
Buñuel no lo muestra pero lo podemos imaginar: lo que Belle de Jour observa es un sumiso varón siendo castigado y humillado por una mujer a la que le ha pagado con ese fin. Como un hombre puede caer tan bajo? es el revelador comentario que ella hace, sin siquiera pensar en su propia situación, a la que también ha llegado por deseo propio.
Ni por sus fantasías de sometimiento ni por su vida en el burdel. Es por esta escena en particular que proclamo a Belle de Jour como la sumisa ejemplar. Belle de Jour se muestra como el mejor estereotipo posible de sumisa cuando rechaza al hombre que busca a una mujer dominante con la fantasía de ser sometido. Porque lo que ella se niega a aceptar en última instancia es la existencia de un poder femenino propio; un poder que le permita ser dueña y responsable de su sexo y su placer. Un poder sensual y femenino que le ha sido negado.