Isabel
en la ducha. Isabel tirada en el pasto. Isabel bajándose el escote.
Isabel acariciándose los pechos. Isabel violada por una docena de
hombres. Isabel golpeada por su marido… Isabel Sarli
entregada a la mirada astuta del director de cine Armando Bo,
para quien protagonizó veintiocho películas en las que aparece
maravillosa y definitivamente desnuda.
Su
primer film, Un trueno entre las hojas, resultó un
viaje iniciático para las fantasías de los jóvenes, y no tanto, de
fines de los cincuenta. No nos dejemos emborrachar por ella, una
mujer como ésa es peor que la muerte, advierte uno de los
personajes. Isabel deslizándose por el lago, Isabel da vueltas y
brazadas, Isabel deja asomar sus pechos sobre la superficie del agua…
Sarli fue la primera mujer en mostrarse de frente y sin ropas en la
pantalla argentina. Me habían bautizado la higiénica porque
siempre aparecía bañándome, confesaba ella, risueña.
A
principios de los sesenta, la edición norteamericana de la revista
Playboy dedicó, hecho inédito hasta entonces, cuatro páginas a una
figura no europea ni estadounidense. La bella salvaje de las
pampas se titulaba la producción fotográfica en la que la Coca
aparecía con el vestido desgarrado de Sabaleros,
su segunda película. Ya se delineaba entonces lo que fue una
constante en la filmografía Sarli-Bo: las funciones a sala llena,
las críticas demoledoras de los especialistas y la censura.
Prácticamente
todas las películas de la dupla sufrieron algún tipo de prohibición
por atentar contra la moral y las buenas costumbres. O los perseguía
el Ente de Calificación Cinematográfica, o les iniciaban juicios
penales, o el director pasaba el fin de semana encarcelado. Y todo
era por los desnudos de Isabel. ¿Se puede creer? Ni que yo hubiera
sido un degenerado, argumentaba Bo. Siempre he dicho que desde
la época de los griegos se exaltó la belleza del desnudo a través
de la pintura, a través de la escultura. Si fuera por los acusadores
argentinos, el David de Miguel Angel no podría estar en la plaza de
Florencia.
Las
películas, los radioteatros y las novelas populares eran, por
entonces, los tres pilares culturales de un sector femenino
numéricamente importante en la Argentina. Un universo paralelo, todavía difuso y ajeno a la crítica de los
especialistas, que se volvió un fenómeno masivo incluso mientras
era ignorado por la cultura consagrada y oficial. Ese subterfugio
llamado literatura popular era también el lugar de pertenencia de
las películas de la dupla Bo - Sarli. La
matriz sobre la que se edifica la narrativa clásica del cine
latinoamericano es el melodrama, explica Ricardo Manetti en Cien
años de cine. En la Argentina, el modelo, en los años
iniciales de la industrialización cinematográfica, deriva de la
fórmula de la letra de tango. El guión despliega los tópicos
románticos de la canción en la que generalmente se habla de un bien
perdido: la mujer, a quien se representa como causante de todos los
males (la devoradora) o como la muchachita buena capaz de simbolizar
en el futuro el espacio seguro significado por la madre. Estos
modelos son parte del imaginario que cruza los filmes de la pareja.
El
éxito del cine de Armando Bo, a fines de los años cincuenta, coincide con la
renovación cinematográfica que los franceses exportaron al mundo,
con el nombre de nouvelle vague. En Gran Bretaña se llamó
Free Cinema, en los Estados Unidos New American Cinema,
en Brasil Cinema Novo y en la Argentina Nuevo Cine.
Armando Bo no desconocía a esos vanguardistas en el manejo del
montaje, las técnicas de rodaje y la libertad creadora, nucleados en
torno del mensuario francés Cahiers du Cinéma (Claude
Chabrol, Francois Truffaut, Jean Luc Godard, Eric Rohmery). Pero su
universo de pertenencia era otro. No obstante, con gran picardía
comercial, tomó como modelo a un precursor de la Nouvelle Vague
para hacer un contrapunto nacional.
En
1956, Roger Vadim filmó Y Dios creó a la mujer,
la película que conmocionó a Europa con el desnudo de la
jovencísima Brigitte Bardot. Vadim creó un nuevo sex symbol
femenino que, según la escritora Simone de Beauvoir, desafía
ciertos tabúes aceptados por la generación precedente,
particularmente aquellos que niegan a la mujer su autonomía sexual.
El film, que provocó escándalos en cada lugar donde fue exhibido,
fue estrenado en la Argentina con 18 minutos menos. Y
el demonio creó a los hombres,
tituló Bo a la
versión autóctona, protagonizada, quién si no, por Isabel.
En
1957, el mismo año que comenzó el rodaje de El
trueno entre las hojas, se editó
en Barcelona el libro Belleza. Sea
atractiva, siempre joven y más feliz,
de Rosalía Vander, un compilado de feminidad predigerida, cuyo
espíritu no difería de las revistas que pautaban los sueños de las
mujeres argentinas cada semana. Por lo menos en el caso de la
Coca Sarli, los mandatos bíblicos de Rosalía Vander se hicieron verdad.
El cabello abundante y largo es una de las características de femineidad. De ahí que una mujer poseedora de una hermosa cabellera tenga mucho en su favor para su atractivo femenino, aunque modernamente predomine la moda del cabello corto.
Efectivamente
Isabel tenía el pelo por arriba del cuello cuando empezó su carrera
como modelo publicitaria. Ganadora de Miss Argentina y semifinalista en Miss Universo en 1955, fue fotografiada para los anuncios de
calefones, cocinas, agencias de turismo, jabones, arroces y soutiens.
Pero fue sin dudas su modo de acomodarse y acariciarse esa cabellera
morocha y larga en las películas, lo que comenzó a inquietar al
imaginario masculino, que ya intuía la proximidad de su soberbio
desnudo en la pantalla.
Isabel
se incorporó al universo del cine en la época de las grandes divas,
de las mujeres que sacan pecho, que
beben champagne
para calmar la jaqueca y miran a los hombres desde arriba,
al decir del crítico Claudio España. Sus escotes corazón
intentaban reanimar una industria que, aunque a poco de andar, estaba
ya en crisis. En esos años cincuenta y sesenta,
Bo fue el
principal exportador de películas argentinas: los desnudos de la
actriz llegaron hasta Rusia, llevados de contrabando desde Cuba y
hasta inspiraron los versos de un poeta chino en Beijing. Según el
director de cine Jorge Polaco, la grandeza
de esta estrella reside en vivir
cinematográficamente lo cotidiano.
Isabel baja por la escalera de su casa con tacos aguja. Isabel deja
asomar un par de piernas hermosas. Isabel sostiene a un perro caniche
en uno de sus brazos. Isabel mueve su antológica melena…
Por
los años cincuenta,
la melenita corta platinada
fue travestida en
ícono por Marilyn Monroe,
esa rubia bella que se volvió el mito erótico más universal y
perdurable del siglo XX. Para la misma época, la Argentina exportaba
al mundo a una morocha de pelo largo con una sensualidad que ni era
blonda, ni glamorosa, ni cantaba Happy
Birthday Mister President.
El
trueno entre las hojas está
basada en un cuento del reconocido escritor paraguayo Augusto Roa
Bastos. Armando Bo también
tuvo a su cargo el guión del filme. Entre la versión original de
Roa Bastos, el guión que Bo escribió
y la historia que finalmente quedó plasmada en el film, hay
diferencias sustanciales. El cuento, que denuncia la explotación de
trabajadores en la zafra, no tiene la carga erótica que le indicó
la intuición comercial de Bo.
La historia era, en verdad, un pretexto para aplicar la fórmula del
éxito: un poco de sexo, algo de violencia, música, paisajes
nacionales o latinoamericanos y ciertos toques kitsch. Siempre el
mismo cóctel, un erotismo primario, naif y moralizante. Fue
estrenada en 1958 pero ya durante su rodaje, iniciado un año antes,
había comenzado a tejerse el mito Sarli. Isabel viajó a filmar a
Misiones con su madre, la primera en poner el grito en el cielo
cuando Bo sugirió filmar el primer desnudo real del cine argentino.
El de Olga Zubarry en La Casa del Angel fue
trucado, aclara el periodista Néstor Romano en su libro Isabel
Sarli al desnudo.
Cuenta
la leyenda que Bo le aseguró a la actriz que iba a filmarla de lejos
y que casi no se la vería y que hasta la hizo asomarse por el ojo de
la cámara para que lo comprobara por sí misma. Por supuesto que Bo no le contó que era el zoom, las lentes y como se usaban. En una función
privada, le mostraron a Isabel una versión cortada. Recién la vio
entera en el estreno. La película fue prohibida
para menores de 18. Su cuerpo es
demasiado insinuante, provocativo, es casi indecente por los
sentimientos que provoca, argumentó
uno de los censores.
Según
la mitología griega, la belleza está tutelada tanto por Afrodita,
la diosa armónica y dulce, como por Pandora, pérfida y fatal. Entre
esos dos arquetipos fue construida, históricamente, la feminidad.
Isabel supo que para salvar sus desnudos debía darle tranquilidad
moral a los espectadores. Ella podía mostrarse sin ropas frente a
las cámaras, sí, pero además tenía que ser una mujer de su casa,
que cuidara de sus animales, que resultara maternal y fiel de por
vida. Por eso el público la amaba.
Eres
una mezcla de angel y demonio, le dice
a Isabel la actriz Barbara Mujica en Fuego
(1968), mientras la acaricia sin pudor. Y en esa escena de
lesbianismo, una de las primeras filmadas en el cine argentino, se
explicita el entramado del mito Sarli: desnudarse
para quedar oculta, tras esos pechos
inabarcables.
Extraído de
https://www.lavaca.org/notas/isabel-sarli-la-verdadera-historia-de-la-morocha/
Yo escuche los comentarios de la gente de sonido de Argentina Sono Films, donde se hacían los doblajes de las películas. Los técnicos la rere amaban. Ella siempre iba con regalitos para todos pero lo curioso era que vestia atuendos cerrados hasta el cuello, la mayoría como de seda estampada y , el detalle, super arrugados, como cuando uno tira la ropa en un sillón. La verdad un ser único desde todo punto de vista.
ResponderEliminarStiefel..que buena anecdota, gracias por compartirla
Eliminarcuanto la extrañaremos !!!
Al regresar la democracia a la Argentina en 1983 y eliminarse la censura, finalmente se pudieron ver las peliculas de Aarmando Bo con Isabel Sarli. El teatro San martin programó en una serie de funciones toda su filmografia. Mucha gente se enteró, al ver los afiches y los posters de las peliculas traducidos a muchos idiomas, que la subestimada Isabel Sarli era un mito mundial.
ResponderEliminarcheshire cat de Mistress Roxy
Sigo...en esos años, esas producciones de Bo llegaban al exterior y tenian distribucion internacional de una de las grandes de Hollywood, la Columbia, algo increible para una produccion latinoamericana. En particular, habían llegado a ser muy populares en Japon.
ResponderEliminarLo primero de todo lamentar la pérdida de bellísima actriz Isabel Sarli. También felicitarte querida Mistress Roxy, por el bello homenaje a modo de post, en su memoria.
ResponderEliminarApenas sabía casi nada de tan bella actriz, de cuerpo escultural, de pechos inabarcables como bien dices, eligiendo unas escenas en las que aparece de una forma tremendamente sensual y femenina. Poseedora de un cuerpo y rostro perfecto, a la altura de otras grandes Divas del celuloide a las que para nada puede envidiar.
Gracias de corazón por tan bello homenaje y por que perdure en nuestra memoria esas maravillosas películas y sensuales escenas de la bellíssima Isabel Sarli.
Besosss
Isabel será eterna, Merceditass. Gracias por comentarme.
Eliminar