Querida Lady
Roxy:
Siempre, desde adolescente, sentí atracción por las
mujeres vampiro. Y del vampirismo a lo gótico sólo hay un paso. La mujer
vampiro siempre me generó una mezcla de miedo y deseo. He visto
algunas películas en las que la vampira con su sensualidad atrae a la victima
(un frágil mortal como yo) y lo seduce para que caiga en sus redes...
siempre me calentó ese juego y no se si podria resistir a esa clase de invitación,
aun sabiendo que es una trampa. Tal vez embriagado por el deseo y la
excitación, iría como hipnotizado a su boca, su cuerpo. Vos, Lady, tenés
en algunos momentos la estética gótica, la estética vamp, que me mata.
Este admirador mío sabe que de alguna manera u otra, al enviarme este
mensaje tan concreto, pone con elocuentes palabras una estampa de Mi lado
oscuro que cada vez es más luminoso y casi transparente. Hoy estamos en Halloween,
no es luna llena y estoy muy lejos de algún castillo pero siempre llevo conmigo
el deseo de que Mis colmillos insaciables pueden mostrarse afilados para salir
en búsqueda de algún cuello que no me dará la vida eterna pero sí el
perverso placer de mi juego de poder y si todo sale como espero, esa
víctima de mi succión no se convertirá en murciélago humano, como cuenta la
leyenda, sino en la criatura que alimente mi lujuria por esa noche. Sin meterme
mucho en fábulas por todos conocidas, quiero manifestarme en defensa de la victimaria, librando
de responsabilidad a la mujer vampira en la consumación de la mordida y
posterior sangrado de la víctima. Me siento libre de toda culpa. Declaro que no
me interesa hacerme cargo de las acciones ni de sus consecuencias, a diferencia
de tantas mujeres que recorren el BDSM y que sólo parecen buscar, a
tientas, alguien que las redima y se haga responsable de sus tentaciones (y así
también de sus posteriores desilusiones).
Hoy defenderé mi causa, mi sado, mi sensualidad, mi femineidad y mi
insaciabilidad vampírica. Dejando de lado toda vianda macabra y apelando
a la estética sin dejarme llevar por ningún lúgubre transfondo, espero
reinterpretar el arquetipo de Vampiresa para absorber su esencia sádica,
caprichosa, ambulatoria, nocturna, romántica, lasciva....
Mi defensa se sostiene en el hecho innegable de que las víctimas del Sado,
Sensual y Femenino son voluntarias,
muy capaces de poner en riesgo su cabeza con tal de experimentar el goce de ser
mordidos en su cuello y llevados a las oscuras y febriles cuevas donde reina el
Fem-Dom. No son tan incautos como los niños víctimas del Conde, son tipos y
féminas que saben lo que quieren, viajeros, sadonautas, masturbadores de noches
vagabundas y clandestinas. Todos adultos, cuerdos y con alto hematocrito. Jamás cuestionan el autoritarismo abusivo e
imperial de la Señora. Se agazapan y se repliegan a Mi paso, con temor
pero también con una fuerte pulsión a entregarlo todo y a desear ser devorados
por la Hembra Vampira Mantis Religiosa. Estén bien erectos o todas
mojadas, buscan algo, quieren más, lo quieren entregar todo.
La Mujer vampiro gótica de la que mi amigo hablaba, con esas características
tan peculiares y bien definidas, no deja de ser prima hermana de la mujer
fatal, de larga tradición en el cine. Mujeres que son capaces de desplegar a su
paso un aura, un atractivo que las vuelve irresisitibles ante la mirada
masculina. Ellos pretenden jugar con ella, disfrutar de su seducción pero
lentamente terminan envueltos en sus redes como dóciles juguetes, poniendo su
sexo, su billetera, su tiempo y su vida misma a disposición de la sádica
vampiresa que siempre exige más. En el cine y en las novelas siempre ellas,
después de haberse divertido mucho y saciadas en su ansia cruel, al final
pierden y reciben su justo castigo mientras el muchacho es redimido o cae
también, víctima de haber cedido ante tamaña tentación lujuriosa.
Pero la vida no siempre es como una novela. A veces, en los finales de la realidad, las vampiresas ganamos. Y ellos,
los absorbidos y esclavizados, los victimizados y sometidos, también
reconocen, cansados pero sonrientes, que nunca la pasaron tan pero tan bien.