Es 1984.
Una inesperada novia estilo new wave se revuelca en el
suelo, entona Like a Virgin y hace del escenario de los MTV Video Music Awards para siempre su
altar. Las capas asimétricas de tul blanco ponen en riesgo la intimidad bajo su
falda, los rosarios y crucifijos danzan sobre sus pechos apresados por el
corsé, las pulseras de plástico ofenden la blancura de sus guantes de encaje y
la hebilla dorada de su cinturón lleva escrito Boy Toy. Toda una declaración de principios de una tal
Madonna, quien se iba a convertir, además de en la Reina del Pop, en una
factoría de moda.
Confirmó que su nombre ya era una
marca registrada cuando en 1985 debutó como actriz de cine junto a Rosanna Arquette en Buscando
desesperadamente a Susan. Con astucia y gran sentido de la oportunidad, la
tienda departamental Macy's abrazó el fuego de sus fans, que
la película llevó a máxima intensidad, lanzando la línea Madonnaland:
ropa y accesorios inspirados en el estilo punk - romántico de la joven nueva estrella.
Las chicas con moños supersize en sus melenas, platinadas y frizzé,
hacían cola para comprar los aros dorados, las gafas estilo Ray Ban, los
tops de encaje y las medias de red para imitar su look.
Desde entonces, la chica que
escapó hacia Manhattan con la premisa de que no sería feliz hasta ser tan famosa como Dios, se erigió como
deidad del universo de la moda: fue retratada por los más grandes fotógrafos,
protagonizó tapas de revista y campañas, creó colecciones especiales para
marcas de fast fashion como H&M y también para firmas de lujo de la altura de Dolce&Gabbana. Hoy conserva su
propia línea de productos cosméticos para el cuidado de la piel, MDNA Skin.
La irreverencia supo y sabe ser
el sello personal de Madonna. Si hay algo que, por los años 90, irrumpió ante los
ojos de medio planeta y dejó estupefactos a todos, fue su corsé de pechos
cónicos diseñado por Jean-Paul Gaultier.
La estrella musical más atrevida de todas y el enfant terrible de
la alta costura lograron llevar el imaginario subversivo al mainstream para
cuestionar los roles de género y exaltar el erotismo. Cuando se lanzó el video
de Vogue, el mundo terminó de quedar patas al revés. Los trajes a
rayas y las corbatas ahora también vestían a las mujeres y la lencería hot era ropa
mostrable.
Madonna fue una precursora,
faltaban todavía muchos años, casi tres décadas, para que llegara al momento
actual en el que la moda genderless (sin asignación de género)
ya no cause sorpresas y el bralette, (la tendencia de llevar el
corpiño sobre la vestimenta) es un must de
la temporada. Después del escándalo que generó el lanzamiento de su libro Sex,
en el que el fotógrafo de moda Steven Meisel la retrató en poses erótico - pornográficas,
la prensa la acusó de haber traspasado los límites. Madonna había dejado de ser
la niña mimada de todos los medios, que recién le devolvieron la atención
cuando fue madre y estrenó su papel protagónico en el film Evita, en
1996.
Más de 85 cambios de vestuario
hicieron del espectacular look de Eva
Duarte de Perón el tónico ideal para mostrarle al público la seriedad con
la que ahora encaraba su nuevo papel. Con prendas hechas a medida, joyas de Bvlgari, pieles de Fendi y 36 pares de zapatos de Salvatore Ferragamo, la película
inundaba la pantalla del glamour y el exceso de la moda una vez superado el
horror de la posguerra. Evita había sabido enfundar su poder en diseños de Christian Dior, cuya retrospectiva se
celebraba en el Museo Metropolitano de Nueva York, justo a tiempo para el
estreno de la película. El imán publicitario de Madonna atrajo notas de tapa en
las revistas de moda más importantes, desatando un revival sin
precedentes del look de los años 50. Estée
Lauder lanzó esmaltes de uñas y labiales de color escarlata, como a Eva le
gustaban, y la tienda departamental Bloomingdale's
inauguró una sección especial con prendas de vestir y de joyería que hacían
honor al estilo de la rubia del peinado tirado hacia atrás. De la pantalla a la Quinta Avenida , en
menos de lo que todos esperaban, volvieron las cinturas afinadas, las faldas de
vuelo amplio, los drapeados, las perlas y los estampados florales. Una vez más,
Madonna estaba ahí para dictar las lecciones de ese estilo.
Pero hoy y siempre, Madonna se
dedicó a vender provocación. Hace dos años, se vio empapada de críticas cuando
para la gala del Museo Metropolitano de Arte MET de Nueva York eligió un vestido de Givenchy que apenas escondía su cola y sus lolas detrás
del encaje.
La diva sin pudor no lo pensó un
segundo y salió a recordarles a todos sus haters vía Instagram
que lo suyo no había pretendido nunca ser una declaración fashionista, sino
justamente un statement político. El hecho de que la gente realmente crea que una mujer no puede expresar
su sexualidad y ser atrevida después de una cierta edad, es una prueba de que
aún vivimos en una sociedad etarista y sexista, dijo la rubia. Si tenés algún problema con la manera en que
me visto, es simplemente un reflejo de tu prejuicio. Para la edición de
este año de la gala del MET fue más recatada. La consigna del dresscode era
combinar imaginería católica y moda; invitaba a un juego que ella sabía jugar y
que ya había practicado demasiado con osadía.
Hoy, a casi 30 años de su primera
tapa de revista y a 60 de su nacimiento, la Reina del Pop se dejó retratar para compartir su
nueva vida en Portugal. En la nota de tapa de Vogue Italia de la
edición de este mes, posa con sombreros de ala ancha, cinturones de cuero y
guantes de encaje adornando estampas florales y transparencias bordadas.
Madonna, con una figura envidiable, luce como estanciera barroca junto a cuatro
de sus seis hijos. Tratándose de una figura
multifacética y en permanente mutación como ella, es de suponer que esta imagen
que actualmente muestra no será última expresión. Todo hace suponer que
hay Madonnalandia para rato.
Elena Tavelli
Fuente
https://www.lanacion.com.ar/2162654-madonna-la-evolucion-del-icono-irreverente-de-la-moda