En 1967, hace cincuenta años, se publicaban en Francia las primeras páginas de una original historieta de ciencia ficción. Toda una novedad para el mundo del dibujo francés,
muy reacio a aceptar historias de viajes en el espacio y el tiempo en un momento en que la carrera espacial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética estaba en su punto culminante. Siempre a la defensiva frente a ideas y tendencias que considera extranjeras, la sociedad francesa se resistía a lo que entendía como una
colonización cultural por parte de la historieta estadounidense.
Cincuenta años después, aquella
creación del guionista Pierre Christin y el dibujante Jean-Claude Mézieres
está recorriendo los cines del mundo de la mano del director Luc Besson. El personaje principal
es Valerian, un
muchacho investido con la misión de
proteger una avanzada galáctica de la Tierra en el siglo XXVIII. La primera historia de Mézieres y
Christin con Valerian como protagonista se llamó El imperio de los mil planetas.
Ensayando nuevos caminos narrativos mientras
avanzaban por terrenos desconocidos, Christin y Mézieres imaginaron una
historia en donde Valerian viaja en el tiempo y conoce a una aldeana de la Edad Media
llamada Laureline. Al principio, Laureline es su coequiper pero con el tiempo va ganando un ascendiente poder. El correo de lectores de la editorial demostró rápidamente que la novedosa idea de una protagonista
femenina, de una heroína de ciencia ficción, era un éxito total.
Si Valerian nunca fue concebido como un
clásico superhéroe con poderes, Laureline tampoco era una frágil princesa con
tendencia al desmayo o una damsel in distress eternamente despistada. En una de sus primeras participaciones en la tira, rescata a Valerian de una situación de grave peligro. Laureline no sólo se revelaba como una sexy pelirroja. Era inventiva, inteligente y muy segura de sí misma. Laureline era una heroína Femdom.
Christin y Mézieres vivieron un tiempo
en los Estados Unidos durante los primeros sesenta y se empaparon con las ideas de las vanguardias culturales que alumbraron los inicios del movimiento feminista. Influidos por las ideas del feminismo, ambos
construyeron sobre Laureline un personaje muy diferente de las otras mujeres de
ficción de su época. Claramente, Laureline no es una vampiresa estereotipada ni una
femme fatale. Si buscamos una influencia más cercana, los propios Mézieres y
Christin siempre reconocieron que en Laureline hay algo de Barbarella. Creada por Jean
Claude Forest en 1962 y secretamente inspirada en Brigitte Bardot, Barbarella
es a su manera una heroína feminista pero
a diferencia de Laureline, lo que resalta en ella es su desinhibido erotismo y la ratificación revolucionaria del sexo
libre. Al mismo tiempo y en los más conservadores Estados Unidos, la Wonderwoman de
William Marston resaltaba las características clásicas de la idealidad femenina
combinadas con superpoderes y con la eterna lucha entre el bien y el mal.
Laureline era otra clase de heroína. Al
igual que sus competidoras, era bella y atractiva pero ni el sexo ni la
redención eran prioridades en sus aventuras. Tampoco recurría a superpoderes. Lo que el guión más resaltaba en Laureline era su
fortaleza interior, su inteligencia y su liderazgo para resolver problemas.
Luc Besson afirma que de chico era fan
de la historieta de Mézieres y que Laureline fue la primera mujer de la que
estuvo enamorado. Besson comenzó a utilizar elementos de la historia de Valerian
y Laureline veinte años atrás cuando
dirigió el film El quinto elemento, con la ayuda del mismo Mézieres. Las afinidades entre las dos historias eran
tan evidentes, que en un momento de la filmación Méziers le preguntó a Besson Porqué no
filmás de una vez a nuestra historieta? Veinte años después tenemos la
respuesta de Besson en Valerian y la ciudad de los mil planetas, con Cara
Delevigne en el rol de Laureline y Dane de Haan como Valerian.