sábado, 7 de enero de 2023

El placer como bien supremo




   Según el filósofo griego Epicuro, autor de la doctrina que lleva su nombre, el epicureísmo, la muerte y la vida, es decir, el devenir de las cosas, está marcado por el movimiento vertiginoso e incesante de átomos que se juntan y se separan según leyes que hasta el momento se desconocían (hoy ya no). La muerte no es nada para nosotros, decía Epicuro, pues cuando ocurre ya no existimos, y por tanto no podemos sentirla. Hay dos sensaciones principales causadas por los átomos que influyen en el comportamiento humano: el placer y el dolor. El hombre busca y debe buscar naturalmente el placer. Pero no cualquier tipo de placer, el vulgarmente concebido placer del vientre, como solía decir, pues éste no es más que un falso placer. Epicuro sostiene que el ser humano debe procurar obtener los placeres del alma. En este sentido, Epicuro es el primero en desarrollar toda una teoría sobre la búsqueda del placer con profundas implicaciones para la ética.

   La cultura que hereda la influencia judeocristiana posee una enorme habilidad para disminuir el valor del placer o directamente, para condenar su búsqueda. Pensamos en el placer como en una frivolidad, como un escapismo o directamente, como algo peligroso a evitar. Tendemos a no conectar la experiencia vital con la voluntad de experimentar placeres a medida que se nos van presentando las oportunidades de vivirlos. Lo cubrimos de una nube de superficialidad, prohibición y mundanidad. Pareciera que el placer siempre debe ser fundamentado para evitar sospechas y para darle un mayor y más profundo significado que el goce por el goce mismo.

   Todos los placeres relacionados con el sexo están directamente vinculados con lo corpóreo, con lo sensorial. El placer que implica el dedicarse a formas sexuales reconocidas como BDSM no son sólo táctiles: la vista, la estética de lo visual, cumple un rol importantísimo disparando sensaciones de placer. A los elementos y las actitudes que visualmente nos provocan placer y nos excitan a buscar más placeres, los llamamos fetiches. La potencia placentera que puede obtenerse a partir de los fetiches es tan grande que es capaz de modelar personajes dentro de las personas. Puede llegar el caso de fundir el personaje con la persona. Las travestis, las sissies y las bimbos son ejemplos diarios de esta clase de búsqueda del placer, siempre temida y casi siempre condenada, porque es capaz de desencadenar respuestas humanas imprevisibles. Sentirse mujeres bellas es una forma de placer supremo, es una forma de celebrar la vida misma.

   Yo afirmo que cuando el placer conseguido en el sexo puede combinarse con otros sentimientos que nos acerquen a una comunión espiritual con otras personas, es cuando se transforma en felicidad. A mi me encanta el sexo y los juegos de dominación pero no recuerdo como particularmente felices a mis experiencias más promiscuas en donde sólo disfruté lo sensorial. Pero si todo ese despliegue sexual fue complementado con algún acercamiento afectivo o emocional con otras personas con las que actué, aunque haya sido una simple conversación posterior al encuentro o un brindis póstumo, entonces seguramente esa noche tendrá un lugar especial en mis memorias. Fue un placer del alma, de acuerdo con Epicuro.

   Siempre cito a Ama Eva cuando dice Conozco qué es lo que de mí excita a los sumisos fetichistas pero..qué me excita a mí? Pues a mí me excita excitar. Podría parafrasearla diciendo A mí me da placer dar placer. Aquella vieja patraña que condena el goce como un sentimiento egoísta se troca en una de las formas más maravillosas y compartidas de la felicidad humana. Vivo para dar y recibir placer. Qué hermosa forma de vivir!

   No sé lo que diría hoy Epicuro si pudiera vernos en acción a las dominatrices y a los esclavos en nuestras sesiones buscando vivir las más placenteras sensaciones. Epicuro podría confirmar que el placer del sexo combinado con las otras vivencias humanas que salen a la luz a través de la dominación femenina no sólo posee el don curativo de amortiguar a las desgracias y los dolores de la vida sino que torna a nuestra sexualidad en un impulso más vital y no destructivo sino positivo y constructivo.

   El devenir de las cosas está marcado por el movimiento vertiginoso e incesante de átomos que se juntan y se separan. Así, con el mismo concepto atomista de Epicuro, nuestros cuerpos se descubren, se penetran, se atan, se confinan, se besan, se masturban, se spankean, se sissifican. Movimientos vertiginosos e incesantes buscando deleites. La búsqueda del placer como el supremo bien.




5 comentarios:

  1. Gran y acertada reflexion ,si bien me indentifico como hedonista tengo y necesito mucho componente estoico ,Como siempre un gran aporte leer este blog
    Atentos saludos y por un FELIZ AÑO LLENO DE PLACERES EPICUREOS
    Comm

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    Respuestas
    1. Bueno, bueno, epicureos y estoicos, el gran debate. Ojala pudieramos discutirlo con tiempo. Yo, de estoica no tengo nada pero leer me da ganas de escribir (que atrevimiento el mio, meterme con estos temas)

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    2. Ningun atrevimiento,son reflexiones sobre la vida que necesitamos hacer ,creo que vivir en Argentina ya nos impulsa al estoicismo naturalmente para no alienarnos con tanta bajeza y mediocridad.
      Atentos saludos
      Comm

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  2. vivir para el placer, ojala yo pudiera, gracias Mistress por darnos estas lecciones

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