El ambiente mayoritario en las
noches de viernes y sábado en Class Swinger Hot es de parejas que van a excitarse mirando o sólo
buscan intercambios cruzados heterosexuales, lo que no deja de ser un
juego convencional, por más que suene extraño para
quienes viven en la monogamia. Pero yo tengo una compulsión interna
que me lleva a vagabundear por reservados y pasillos buscando alguna
aventura desconocida que me aparte de ese swinger convencional.
Mi
juego habitual en esas noches consiste en intentar seducir mujeres
en la pista de baile con la esperanza secreta de que el flirteo
lésbico pueda traducirse en sexo cuando alguna de las chicas, un
poco arrastradas por mí y otro poco por la excitación de su pareja
masculina, accedan a subir de mi mano la escalera que nos lleva a los
reservados. Y si la noche pinta mal con las mujeres, siempre queda el
consuelo de acercarme a los muchachos solos en los reservados libres
o la esperanza de encontrar alguna nenu travesti con ínfulas
de señorita puta y ganas de divertirse por fuera de lo normativo.
Justamente
esta noche de la que hablo era una de esas malas noches. Mala hasta
el límite de lo peor.
En
la pista, las chicas bailaban con sus parejas pero cuando yo me
acercaba, el juego conmigo no pasaba de las sonrisas, algún toqueteo
o un tímido besito. Después de varias subidas y bajadas entre la pista y los reservados buscando una acción que no aparecía por
ningún lado y de padecer varios rechazos en mis acercamientos, me
decidí a escuchar la opinión de mi fiel acompañante - esclavo –
marido que a veces interpreta mis necesidades mejor que yo misma.
-
Porqué no vamos al túnel?
-
Ya te dije mil veces que el túnel no me gusta, le
respondí, agria y con mala cara.
- Pero si no pasa nada en ningún lado... que perdés con probar?
- Pero si no pasa nada en ningún lado... que perdés con probar?
Le
decimos túnel a un reservado al que se accede bajando por unos
escalones y que está apenas iluminado. Dispone de asientos
en los costados para el sexo y un espacio central libre para quienes
gustan acariciarse y tocarse de pie y a oscuras. Pese a que después
de algunos minutos la vista se acostumbra y se distinguen las formas,
para mí no deja de ser incómodo. Es un lugar que se presta al toqueteo sin poder distinguir a quien pertenece esa mano
que te está tocando. Por supuesto que es el escenario favorito para
el juego de las travestis porque las obvias diferencias entre ellas y
las mujeres biológicas se desvanecen en la oscuridad.
Apenas
bajamos los escalones y gracias a la escasa luz que se filtraba desde
la escalera, pudimos ver a una pareja cogiendo en posición perrito.
Me acerqué a observarlos, con mi esclavo marido firmemente apoyado
contra mis nalgas para impedir cualquier manoseo que me llegara de
atrás. Ella tenía los ojos cerrados y su cuerpo se inclinaba hacia
abajo sin ver nada de lo
que ocurría su alrededor. El se agarraba firmemente de sus caderas
mientras la bombeaba. Sin dudar, me uní a su fiesta y comencé a acariciar las nalgas de
ella con mis manos enguantadas.
El
se sorprendió al verme; no figuraba entre sus fantasías toparse con
una mujer madura ataviada estilo fetichista en ese ambiente tan poco glamoroso. Me miró de cuerpo
completo y me dijo suavemente: Qué botazas, homenajeando a
las botas altas blancas que había elegido para esa noche. Le sonreí
y continué con las caricias que a ella no parecían molestarle o
simplemente las aceptaba en su posición sumisa. Acaricié también la verga que entraba y salía; estaba dura y era bastante grande.
Desde
la oscuridad del fondo del reservado me llegaban voces ahogadas y
algunos gemidos. Entonces retiré mi mano, me saqué los guantes y con un
rápido movimiento y sin previo aviso, descargué una fuerte palmada sobre las nalgas de él. El muchacho tenía el culo firme y el chasquido de mi mano resonó como un
latigazo. Inmediatamente se hizo el silencio. El se sobresaltó pero una
sonrisa apareció en su cara y aceleró sus embestidas. Comencé a spankearlo más fuerte y él
a bombearla al ritmo de mis palmadas. Después de darle la sexta, me suplicó Por favor agarrámela.
Lo hice y entonces él acabó sin
controlarse. Mi mano y mi muñeca quedaron cubiertos de su leche. Si no
me hubiera quitado antes el guante, me lo hubiera arruinado con su descarga. Lo miré con expresión dominante y llevé mi
mano enlechada a su boca. Chupate tu leche, le ordené. El lo
hizo sumisamente.
-
Ahora, se dice Gracias Señora.
-
Gracias Señora.
-
Más fuerte que no te oyeron.
-
Gracias Señora, repitió en tono suficientemente alto para
que todos lo oigan y se pregunten que era lo que pasaba.
-
Muy bien. Vos, esclavo, llevame al baño a lavarme.
Y
me fui taconeando sobre mis botazas, dándole la espalda al túnel
para no volver.
Mientras
me dirigía al baño, nos reíamos con mi esclavo – marido
imaginando lo que habrán pensado los que estaban en el túnel al oír
las cachetadas y lo que se habrá dicho después. Cuando entré al
baño a lavarme la mano que goteaba, me encontré con otras mujeres
que al verme no dudaron en preguntarme que había pasado. Cuando les
conté, la curiosidad se transformó en carcajadas.
-
Cómo que te acabó en la mano... lo pajeaste?
-
No hizo falta, le pegué unos cuantos chirlos. Tengo la izquierda
llena de leche y la derecha colorada de la paliza que le di
Mi
juego de spanking en esa noche no formó parte de ningún concurso o
sesión BDSM pero en la carrera del Sado, cuando se trata de hacerlo
sensual y femenino, sigo siendo la campeona. Especialmente cuando mi suave mano oficia de Copa Spanking para que un improvisado esclavo me la
llene de leche en mi honor.
Bufff!!Que relato mas caliente! Me imagino al chico limpiando su propia leche de su mano con su lengua mientras le ardia el culo con las cachetadas y me pongo muy cachonda...intenso muy intenso. Besos Mistress!
ResponderEliminarSi hubieras estado conmigo, gerita, como mi asistente, nos hubieramos divertido mucho juntas
Eliminar