Yo
no participo en aplicaciones de citas como Tinder y tantas otras cuyo
objetivo es conectar personas en búsquedas sexuales. Desconozco los
códigos que se manejan en esas comunidades virtuales pero no dejo de
estar atenta a comentarios que me llegan en forma directa por sus
participantes o por notas en los medios.
Algo
de ese mundo me ha llamado la atención en estos últimos meses.
Diversas alarmas de corrección política parecen estar encendiéndose
debido a que una de las búsquedas sexuales más comunes por lejos, parece
ser la de una pareja mujer – hombre que declara su intención de
sumar a una mujer bisexual para concretar un trío MHM. Mujeres con
militancia en causas feministas han comenzado a denunciar y a
condenar lo que ellas consideran una actitud machista: a saber, la
mujer bisexual soltera es convertida en un fetiche de los hombres
hetero casados que consiguen que sus esposas acepten a una tercera en
su cama para que él viva su fantasía de encamarse con dos minas. Mujer bisexual se busca parece ser la consigna de la cacería en las redes.
Quienes
critican esta forma de búsqueda terminan aceptando de mala gana que
no deben inmiscuirse en relaciones consensuadas entre adultos pero no
dejan de señalar a las redes de sexo como un campo de batalla más en donde
el patriarcado expone sus garras. Hay dos aspectos de este asunto que parecen ser
los más irritantes.
- Entre las propuestas para formar tríos, la fantasía MHM supera ampliamente a HMH.
- La bisexualidad femenina es ampliamente promovida por las parejas casadas mientras que la masculina es ignorada o directamente rechazada.
La
conclusión a la que se llega es que la sexualidad lésbica está
siendo totalmente objetivada en las redes de búsqueda por hombres
hetero casados que le han encontrado la vuelta para vivir sus
fantasías orgiásticas y voyeuristas bajo el paraguas de la
liberación y la ruptura de tabúes femeninos.
Nada
de lo antedicho es nuevo para mí: estas conductas las he observado
siempre en el ambiente de las discotecas swingers a las que concurro
a menudo desde hace muchos años. Para mi entera satisfacción, he
vivido muy placenteras experiencias lésbicas con mujeres casadas y a
veces hemos incluido al marido de ella, pero generalmente lo hago con
los hombres limitados solamente a mirar. Tengo muy claro que en
la mayoría de los casos, ellas están allí porque ellos las
convencieron de ir. Si fuera por ellas mismas, nunca pondrían un pie en
un club swinger. Pero una vez rotos los prejuicios de la monogamia
heterosexual e iniciadas en los placeres de Safo, me he sorprendido muchas veces de lo fogosas que pueden llegar a ser algunas mujeres cuando se
sueltan conmigo para gozar de un rato de sexo entre hembras sin ningún tipo de compromiso afectivo.
Creo
que una vez más, cierta militancia feminista cuestiona
comportamientos sexuales porque parte de la base de una igualdad
entre los sexos que sólo existe en el discurso pero que no tiene anclaje real. En lo que respecta a la igualdad de
derechos, todas estamos de acuerdo. Pero plantear un escenario de
igualdad de deseos nos lleva a un callejón sin salida porque a las supuestas beneficiarias no les interesa en lo más mínimo alcanzar dicha igualdad. A pesar de tanta alharaca sobre la revolución sexual, a mis congéneres féminas el sexo por pura diversión, sin compromisos afectivos, les interesa mucho menos que a los hombres. Años de Cosmopolitan y Sex and the City no movieron demasiado el amperímetro. Pueden las mujeres tener sexo como los hombres? se preguntaba Carrie Bradshaw en el primer episodio de Sex and the City, hace más de veinte años. Una pregunta que sigue sin tener respuesta porque como poder, pueden. El asunto es si quieren.
Un trío con dos mujeres bisexuales es la fantasía dorada de todos los hombres y no se preocupan en ocultarlo. Si la mujer argentina promedio deseara concretar con la misma intensidad alguna fantasía sexual, las redes de contactos ya habrían tomado nota. Si todavía no ocurrió, es porque dicha fantasía no existe.
Un trío con dos mujeres bisexuales es la fantasía dorada de todos los hombres y no se preocupan en ocultarlo. Si la mujer argentina promedio deseara concretar con la misma intensidad alguna fantasía sexual, las redes de contactos ya habrían tomado nota. Si todavía no ocurrió, es porque dicha fantasía no existe.
No
es el patriarcado, es la naturaleza.