martes, 12 de abril de 2022

Fragonard y The Swing. Foot fetish y cuckolding de alto nivel.


   The Swing (El Columpio), pintado entre 1767 y 1769 por el francés Jean-Honoré Fragonard (1732-1806) es un símbolo del movimiento conocido como Rococó que se caracterizaba por el exceso en los adornos y el refinamiento. The Swing es una obra maestra que apenas cuenta 81 por 65 centímetros. Se visualiza a una coqueta joven que se balancea en un columpio entre dos hombres, en medio de un jardín verde y suntuoso. La composición puede parecer a primera vista una cursi escena de amor; sin embargo, observada a través del cristal del simbolismo que entraña, se adquiere una nueva perspectiva sobre la provocación que implica. Porque todo en The Swing es provocación fetichista, un fetichismo de alto nivel pictórico y cultural.





   Jean-Honoré Fragonard fue un prolífico artista cuyas obras se caracterizaron por representar la alegría y el espíritu hedonista propio de la corte versallesca francesa. Así fue como aceptó el pedido del barón Louis-Guillaume Baillet de Saint-Julien que quería un retrato de su amante y le pidió específicamente que la pintara empujada en un columpio mientras él miraba por debajo de su vestido. Es evidente que Fragonard no tuvo reparos en cumplir con el encargo del barón; la pintura desborda en un éxtasis erótico incomparable. La protagonista, ataviada con un pomposo vestido rosa, se balancea con aire despreocupado en un elegante columpio de almohadones rojos a través del follaje y hace volar su zapatilla por los aires, exhibiendo su pie desnudo y dejando que el caballero recostado a sus pies mire por debajo de su falda.

   A fines del siglo XVIII, los columpios en los jardines de las mansiones eran considerados una provocación propia de la decadencia moral de la época; un símbolo de sensualidad y coquetería femenina propio de cortesanas que seguramente estaba en la cabeza del barón al encargar la pintura. La interpretación de esta escena es que la joven es casada y es su marido cornudo quien empuja el columpio para que ella se exhiba ante su amante. Ella deliberadamente patea su zapatilla y deja que su admirador vea sus piernas porque está iniciando abiertamente un coqueteo adúltero con la complicidad de su marido. El amante muestra una expresión de arrebato, como si hubiese recibido una revelación, en este caso puramente terrenal. La muchacha le corresponde mirándolo fijamente. La zapatilla rosa vuela en dirección a una estatua de mármol alada que es Cupido, el dios romano del amor y el deseo, como si Fragonard quisiera confirmar que ese romance adúltero cuenta con la aprobación del amor pagano.





   La aparente contradicción en The Swing es que la zapatilla vuela dibujando el perfecto arco del pie de la chica que disfruta la situación de exhibirse pero él, en lugar de prestar atención al pie desnudo, la mira por debajo del vestido. Mientras tanto, detrás de la escena principal y en un claroscuro, como una perfecta analogía de lo que es el cuckolding, el marido sonríe con complicidad mientras al empujar el columpio, desencadena toda la situación; la zapatilla vuela y el vestido se levanta. Así, esta obra enmascara con los colores verde y rosa, asociados a la naturaleza y a la inocencia, unos gustos sensuales refinados que esconden una verdad de un poco más turbia. Voyeurismo, adulterio consentido y foot fetish envueltos en el ropaje rococó.




   Otro símbolo a tener en cuenta en The Swing es el pequeño perro que se encuentra en primer plano a la derecha. En las pinturas, el perro es tradicionalmente un motivo de fidelidad y aquí está ladrando en dirección a la dama coqueta, como buscando advertir a su dueño, quien empuja el columpio, pero él no lo oye o finge no oírlo. Un detalle técnico que ayuda a definir la situación de cada uno de los hombres es que el marido está en las sombras mientras que el amante está mucho más iluminado. La escena se completa con dos estatuas que se encuentran detrás del columpio y que miran hacia Cupido, quien levanta un dedo a sus labios para silenciarlos mientras el juego adúltero sigue su curso.

   El instante que retrata la obra es el momento del máximo balanceo del columpio que enseguida volverá hacia atrás, hacia el hombre de mayor edad, representando así un segundo de arrebatamiento erótico, tan voluptuoso y frágil como el Rococó mismo, en palabras de la historiadora de arte alemana Eva Gesine Baur.





   El adulterio consentido era una transgresión propia de las altas sociedades de la época y muy criticada por los religiosos que veían deteriorarse la moralidad a medida que se ascendía en la estructura jerárquica. Las damas que jugaban en los columpios encarnaban la cima de todas las lujurias posibles, tanto como las célebres cortesanas. Una relación cuckold en donde la mujer casada se divertía con un amante contando el consentimiento del marido no era algo inverosímil. Confieso sentirme muy representada por la chica del columpio (y por supuesto, a mi esclavo marido le fascina el personaje del cornudo que en las sombras sonríe mientras la empuja).

   El tiempo de los placeres del rococó finalizó con la Revolución Francesa, que condenó a todo el movimiento y a sus pintores como un símbolo decadente de la odiada realeza. Fragonard debió huir de París y su obra cayó en el olvido. Redescubierta con los años, The Swing es hoy considerada un símbolo del encantador romance frívolo e incluso se ha vuelto parte de la cultura pop pero pocos prestan atención al profundo sentimiento fetichista Femdom que subyace en su mensaje. The Swing se encuentra expuesto en un museo de Londres, la Wallace Collection, junto con una gran colección de arte de aquella época. Si están de paseo por allá, no se lo pierdan. La entrada es gratuita. 




5 comentarios:

  1. Monsieur Jean-Honoré Fragonard es uno de mis pintores predilectos y por cierto que la puritana Revolucion Francesa se cargo a 40.000 muertos
    Excelente nota ,cada vez se supera mas a si mismo este excelente blog
    FELICITACIONES
    atentos saludos
    Comm

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pero muchas gracias,desconocia tus aficiones a la pintura, un gusto como siempre leerte. Intentamos la superacion siempre.

      Eliminar
  2. Lo que demuestra que, a lo largo de los tiempos, nada ha cambiado; el ser humano sigue siendo siempre el mismo, con todas sus fantasías eróticas (que a menudo logra poner en práctica). Interesante investigación, querida Roxy: me has dado la idea de publicar un post que tiene como título "El Columpio" (https//erosartmalie.blogspot.com/2022/04/el-columpio.html).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gia, acabo de leerlo y es exquisito . Como toda la obra de Gia Van Rollenoof, les recomiendo a mis lectores que no se pierdan el blog de Gia. Gracias como siempre por compartir conmigo tus delicias eróticas.

      Eliminar
  3. El Cupido que aparece al pie de el columpio tiene su propia historia. Fragonard pintó una réplica de un Cupido que el escultor Etienne Maurice Falconet había esculpido para Madame Pompadour, la famosa amante de Luis XV. También detrás del Cupido hay una historia romántica y galante que remite a la eterna sensualidad femenina en el sexo y el amor.

    Nota del Editor (cheshirecat de Mistress Roxy)

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...