sábado, 24 de agosto de 2019

Sado argentino. Blanca Nieves Abratte y los cadetes.






   Los vecinos del Barrio Norte de Buenos Aires veían con orgullo cómo los cadetes del ejército participaban todos los domingos de la misa de la Iglesia de San Nicolás. Los impecables uniformes militares y los sables exhibidos en las cinturas contrastaban con sus caras todavía aniñadas. Los cadetes, luego de la misa, daban un paseo por la avenida Santa Fe, concitando la mirada de las chicas de los barrios opulentos de Buenos Aires. Un domingo primaveral de 1942, un grupo de cadetes se hallaba reunido en la esquina de Junín y Santa Fe. Delante de sus ojos pasó un descapotable blanco conducido por una joven mujer que parecía salida de una película de Hollywood. La muchacha dedicó a los cadetes una mirada provocativa y una sonrisa. Como adolescentes que eran, no atinaban a reaccionar. Uno de ellos gritó algo, seguro de que la mujer aceleraría y se perdería calle abajo. Sin embargo, el auto blanco se detuvo, retrocedió unos metros y la muchacha, desafiante, preguntó al cadete:

   - Me habla a mí, soldado?

  El chico balbuceó algo incomprensible, enrojeció y como una tropa en retirada, todos retrocedieron un paso.

  - Quién diría, con esos sables tan grandotes, parece que todavía no están listos para la guerra… duplicó la apuesta la muchacha, mirando a los cadetes de arriba abajo.

   Uno de ellos, creyendo que la mujer estaba trabajando, asomó unos billetes desde el bolsillo.

   - Me ofende, soldado, dijo ella, acariciando la fálica palanca de cambios. Yo no cobro, al contrario.

   La chica tenía diecinueve años y les explicó que muy cerca, en Junín 1381, un amigo fotógrafo estaba preparando unas fotos para una muestra y necesitaba muchachos atléticos para que posaran. Y les contó de otra amiga suya que también estaba en el departamento.

   - De paso, les dijo, pueden ganarse unos pesos.

   La chica se llamaba Blanca Nieve Abratte. A ninguno de los cadetes les faltaba dinero viniendo de las familias mas pudientes del país pero aquel de paso, parecía una oferta mucho mas atractiva que el dinero. Blanca Nieve los invito a subir a su cabriolet y cuatro de ellos subieron. Otros tres se encaminaron de pie al estudio fotográfico.

   Cuando llegaron, los siete chicos fueron invitados  a sentarse en un amplio living. Blanca Nieve se quitó el abrigo exhibiendo un cuerpo impactante y los invitó con whisky. Les dijo que en un momento llegaría su amiga, que podían ponerse cómodos mientras paseaba sus curvas delante de los ojos excitados de los cadetes. Algunos se iban quitando la ropa. Blanca Nieve comenzó a intercambiar caricias con todos, los abrazaba y besaba fugazmente pero no se entregaba a ninguno. Los chicos estaban visiblemente excitados, algunos comenzaron a darse placer entre sí. La muchacha los instaba a exhibirse ante ella y ante los demás y comparaba los atributos de todos ellos. Cuando les propuso iniciar la sesión de fotos, no obtuvo ninguna resistencia. Entonces apareció en escena el fotógrafo: Jorge Ballvé Piñero, un joven apenas mayor que ellos. La sesión terminó en una orgía homosexual. La única que no participó fue Blanca Nieve, que aprovechó el tumulto para escabullirse.

   Aquel encuentro fue el primero de una serie de fiestas con invitados cada vez más numerosos, pertenecientes todos a distinguidas familias de la sociedad porteña. Tan multitudinarias llegaron a ser estas orgías que el departamento resultó pequeño. Así, Rómulo Naón, un asiduo habitué de estos encuentros, generosamente ofreció su amplia casa de la calle Beruti 2576. Naón, era hijo de Rómulo Naón, intendente de Buenos Aires durante 1932. Entre los concurrentes, además de Ballvé Piñero y Naón, estaban Duggan, Brest, Zubizarreta, Subercaseaux y Ostwald, entre una extensa lista de apellidos ilustres pertenecientes al ejército, la iglesia y la alta sociedad.

   Todos los participantes quedaron retratados en poses sexuales relacionadas con la disciplina militar. Cadetes del ejército sin más ropas que el cinturón, las botas y el sombrero, disciplinando a algún señor que, en cuatro patas, buscaba su merecido castigo. Algunas escenas eran realmente crueles, de un sadismo manifiesto.

   En la contemporánea Alemania de Hitler se había puesto en vigencia todo el repertorio mítico del hedonismo grecorromano. La exaltación de la virilidad, el desprecio por las mujeres, la apología del militarismo, la creencia en una raza superior que se imponía por la humillación y la fuerza y la veneración de los símbolos paganos como la cruz esvástica no solo invadían la esfera publica sino también los ámbitos privados y los predisponían al sexo sádico homosexual.

   Durante la Segunda Guerra Mundial, la Argentina también tuvo sus propias orgías nazis. Estas fiestas a las que eran llevados los cadetes primero con engaños y después con amenazas, iban sumando cada vez más adeptos hasta que Blanca Nieve cometió el error fatal. Vio la posibilidad de ganar más dinero que el que le daban por seductora de cadetes y apoderándose de un grueso álbum de fotos, intentó un torpe chantaje que terminó sacando a la luz lo que sucedía en aquellos departamentos del elegante Barrio Norte de Buenos Aires.

   Desde que se radicó la primera denuncia en la fiscalía a cargo de Luciano Landaburu, el escándalo fue mayúsculo. El juez Ocampo Alvear impulsó la investigación y ordenó una requisa en el Colegio Militar; en las gavetas de varios cadetes se encontraron cartas y nombres de muchos concurrentes. La noticia se filtró a la prensa y estalló todo por el aire.

   Blanca Nieve Abratte, Jorge Ballvé Piñero y Rómulo Naón encabezaban una lista de más de treinta detenidos y procesados. Una veintena de cadetes del Colegio Militar fueron expulsados, dados de baja o detenidos. Por esos días, los cadetes no podían pisar las calles sin ser sometidos al escarnio público. Naón, Ostwald y Subercaseaux lograron huir al Uruguay. Jorge Duggan, un famoso arquitecto, luego de cumplir la condena, se suicidó.

   La sexualidad nunca esta ajena a la vida social de sus protagonistas. Los hechos de esta historia fueron un antecedente de los dramáticos cambios políticos que se avecinaban. En efecto, el escándalo de los cadetes iba a ser usado como excusa para justificar el golpe militar nacionalista de 1943 que conduciría al ascenso al poder del coronel Juan Domingo Perón.




Ilustración: Bill Ward
Extraido de:  Federico Andahazi, Historia Sexual de los Argentinos. Vol II.  


jueves, 15 de agosto de 2019

Magenta stories. The great challenge





   Una vez más llega a mi Magazine Femdom una historia protagonizada por Magenta, la magnífica heroína fetichista nacida del lápiz y la imaginación del italiano Nik Guerra. Si todavía no la conoces, éstos son los links que te guiarán a las anteriores entradas de Magenta de mi blog.

Magenta on the cover of a Magazine

Magenta stories. Black stockings

Magenta y las pin ups a la italiana

Magenta, la diosa de Nik Guerra


   Ya desde el primer cuadro, nuestra heroína nos mira directamente a los ojos y se presenta bien a su manera (ah, pajeándote por mí...bueno voy a contarte mi última historia...). La historia de hoy se llama The Great Challenge (El gran desafío) porque el poder sexual de Magenta como dominatriz fetish va a ser puesto a prueba. 







   La historia del Great Challenge comienza con Magenta definitivamente adueñada del condado de Mittelstein. Pese a lo activa que es su vida sexual, a Magenta la empieza a invadir un sentimiento parecido al del aburrimiento. Sus actividades se han vuelto rutinarias. Sus esclavos bulls se esfuerzan todos los días por hacerla gozar. No sólo a ella, también deben atender a sus dos esclavas sissies Dogette y Lady Vaseline que se comportan como dos putas insaciables buscando sexo todo el tiempo. Dogette es una maestra de la mamada y para Lady Vaseline, la felicidad es una verga en el culo. Una noche, aburrida y buscando más formas de excitación, Magenta recurre a Vaseline como travesti activa (después de tanta verga todavía querés una conchita, no?) y la rubia con corte punk no se hace desear demasiado, arrojándose sobre su bella Dueña (casi olvidaba qué hermoso es cogerte, Condesa...) 









   Un episodio inesperado arrancará a Magenta y a sus chicas de la rutina de su zona de confort para ponerlas frente al Great Challenge. En una fiesta en el palacio de Mittelstein, Magenta es abordada en una forma muy grosera por un intruso que se hace llamar Steelcock (el verga de acero) quien le propone un desafío. Si ella o sus chicas lo hacen eyacular, él será uno más de sus esclavos. Pero si él logra resistir a la excitación sin acabar, Magenta deberá entregarle la llave de uno de sus castillos de Mittelstein. Magenta, segura de sí misma y de sus pupilas, acepta excitada.





   La primera en salir al ruedo es Lady Vaseline. Ella se abre en flor para que Steelcock la penetre por el culo (Cogeme y vas a acabar). Está segura de que en pocos minutos él no resistirá la tentación de llenarla de leche, como tantos otros, y ella se relamerá victoriosa frente a su amada Condesa. 



   Pero lo que ocurre es lo contrario. La verga de Steelcock resiste bien erecta la suavidad del culo de Vaseline, tan dilatado y acogedor, y tras un rato de embates es ella la que termina eyaculando descontrolada. Asombrada y algo preocupada, Magenta llama a Dogette. Ahora vas vos, haceme acabar a este tipo. Mientras Steelcock alardea (OK, la siguiente en la fila!) Dogette se ofrece muy sexy, en medias, portaligas, corsette y guantes largos, estirándose en un sofá como gata en celo y preguntándole Qué vas a hacer con mi apretado culito? 




   Con Dogette, la historia se repite. Pese a que Steelcock reconoce que Dogette es más sexy que Vaseline, ella no resiste el placer y se descarga sobre sus propias medias de nylon después de cabalgarlo. Entonces Steelcock toma la iniciativa, se arroja sobre Vaseline y la sodomiza tan furiosamente que la sissy por primera vez le pide piedad.  




   Steelcock va nuevamente por un segundo round con Dogette. Primero la toma de costado y después la sienta sobre él para hacerla cabalgar su verga metiéndosela hasta el fondo. Totalmente entregada y casi sin poder moverse, Dogette se rinde y acaba por segunda vez. Así es como las dos chicas sissies, las alumnas educadas personalmente por Magenta, quedan totalmente fuera de combate. Magenta se enfurece con ellas y las azota con su látigo mientras Steelcock, triunfante y engreído, ya le reclama las llaves del castillo. 




   Pero Magenta tiene todavía un as en la manga. Dogette y Vaseline fueron sólo precalentamientos. Donde el morbo de las putas transexuales fracasó, la belleza de la biomujer debe triunfar. Magenta convoca de urgencia a su amiga Lucrezia, definida como 50 kilos de pura lujuria en medias negras y tacos altos. Si en Mittelstein, eyacular para un hombre significa quedar esclavizado, Lucrezia es una experta en reclutar nuevos esclavos para Magenta porque su sexo es irresistible para los hombres. Así que vos sos el hombre que no acaba, le dice a Steelcock mientras se masturba y se lleva el dedo a la boca, sensualmente. Frente a la belleza y seducción de Lucrezia, Steelcock duda por primera vez. 







   Ella lo ataca de entrada con su boca suave y golosa pero él consigue mantenerse firme. No entiendo, mi mamada no funcionó, dice Lucrezia sorprendida. Cuando pone en acción a su vagina húmeda, le pasa lo mismo que a las dos sissies con sus culos; es ella la que no puede evitar dejarse llevar por el placer y termina explotando en un orgasmo inesperado. Magenta comprende que está realmente en problemas y debe exigirse ella misma al máximo para vencer en The Great Challenge




   Qué puedo hacer con un hombre que no acaba ni en los culos de Dogette o Vaseline ni en la bella cara de Lucrezia? se pregunta Magenta mientras se pone sus medias negras especialmente sedosas. Ningún hombre puede resistir esto. Debe tener una debilidad..todos los hombres son débiles por algo. Ese algo es su fetiche. Magenta apuesta todo a poner sus bellos pies envueltos en nylon stockings frente a la nariz de Steelcock.  Al quedar frente a sus pies ennylonados, él vacila por primera vez. Huele! le ordena ella, imperiosa. Frente a este inesperado estímulo, Steelcock, por fin!, eyacula sin poder controlarse y pierde la apuesta. 






   Para Steelcock, una nueva vida comienza..esclavizado a la Condesa. Atado en un sótano del castillo, su castigo es rendirse ante los pies, los tacos altos y las medias de nylon de Magenta, contra los que no tiene defensa alguna. Sin piedad con él, Magenta lo hace eyacular todas las noches sin dejarlo ni siquiera tocarse. Buenas noches, chico sniffy, se despide ella, altanera y triunfante. 




    Una de esas noches, dos monjes entran al sótano donde Steelcock sufre su condena. Son Dogette y Vaseline, disfrazadas para no ser reconocidas por Magenta. Nosotras no podríamos olvidarte le dicen, mientras lo desatan. Una nueva tortura aguarda a Steelcock. Por favor, soy un ser humano, no un sex toy les suplica pero las dos princesas de Sodoma no piensan escucharlo y sólo quieren abusar de su verga una y otra vez a su entero placer. 




   Por supuesto que esta historia tiene una moral dice la última escena. Claro que la tiene. Me recuerda que hace años, en un debate en un foro de Internet, una dómina amiga sentenció... Nunca pero nunca te atrevas a desafiar a una mujer bien plantada. 

   Es que todas nosotras, mujeres dominantes, llevamos una Magenta interior que jamás aceptará ser derrotada en ningún desafío. 




jueves, 8 de agosto de 2019

Ser lo que deseabas hacer






   Ser lo que deseabas hacer en el sexo es un conjunto de fantasías que suelen acumularse en pensamientos que ocupan los vericuetos de la mente y que te sirven para autocomplacerte en tus momentos de intimidad. Así no más es la cosa. 

  Puede que te ocurra que un día conoces a alguien que en un segundo eclipsa todo lo que habías vivido hasta entonces. Te descubres en una metafórica desnudez y te enfrentas a algo muy parecido a lo que deseabas hacer. A tu deseo fetiche. En ese momento mágico, esa persona te invita a un festín de tus pasiones que se abre ante vos junto al mapa de tu sexualidad. Pienso que a veces desconocemos el límite de nuestro verdadero deseo hasta que alguien o algo los fuerza y nos hace ver con claridad la ruta al tesoro del erotismo, un tesoro que, por supuesto, es individual y único.

   A veces esta vida sado, sensual y femenina que vivo y que no elegí, me ha regalado ser la corredora de límites del anhelo ajeno en términos sexuales. Me lo han dicho muchos hombres y también me lo han reconocido algunas mujeres. Pero sé que ese rol de directora femenina de cumplimiento de deseos prohibidos está tan condenado socialmente que debo ocultarme tras la máscara de una mujer normal, apenas algo más atrevida que el promedio, hasta que se presenta la oportunidad de desembarazarme de la máscara y ponerme la Dómina en la piel.

   Proscrita por las manadas de cultoras de Santa Pacata y réproba por las redes sociales, ese invento tecnológico que supuestamente libera y que en el terreno sexual no es otra cosa que un robótico vigilante detector de putas, más de una vez me había resignado a replegar mis alas y conformarme con el dominio privado de mi sexo hogareño. Había decidido tácitamente dejar de columpiar las noches clandestinas, esas veladas iluminadas de bolas de espejos y música tropiconga. Pero la Gatúbela que habita en mí es áspera para ser enjaulada y siempre fue más vigorosa que la cómoda masturbadora de cama matrimonial.

   Hace unos meses, después de varias y reveladoras conversaciones con mi esclavo marido, decidimos de común acuerdo darle una oportunidad más (y ésa ya era el enésimo match point, a decir verdad) a una fiesta mixta con travestis y crossdressers en el boliche local swinger que queda cerca de nuestro barrio. Así fue como me calcé otra vez los ornamentos acharolados y demás artillería sado, sensual y femenina, para salir oculta debajo de un tapado largo al salir de casa. Soy Generala guerrera y suelo sacar un brío autoprovocador cuando me maquillo de glitter y estoy cerca del campo de combate. Estaba caliente, con encumbradas expectativas, y me divertía ver a mi esclavo marido armando contrarreloj su rutina del día siguiente ya que estas fiestitas son entre semana pero comienzan muy tarde (él debía trasnochar y despertar temprano, o sea no podría dormir todo lo que le gusta).





   Entré a ese pintoresco antro cerca de la medianoche. Poca gente, eso no es lo que era en otras épocas, cuando a las doce la gente ya había intentado lo que podía, consumido algún que otro trago y andaba pidiendo el abrigo para retirarse. Pocos chongos, pocas nenus, casi ninguna pareja. Y el DJ que no sacaba los dedos de un disco monótono de esos de chill-out que más que excitar, te duermen.

   De todas formas comencé a acercarme, vampírica, a algunos personajes de esa fauna. En total, unos veinte, no más. Y sin demasiada autoexigencia, me llevé un par de nenus al baño porque era obvio para mí que necesitaban un inmediato coaching de maquillaje. Las retoqué lo mejor que pude, las manosée sin pudores para calentarlas y al salir, las ofrecí como putas al mejor postor. Mi alma proxeneta me arrastró a mi misma a armar un calabozo de estrellas sissificantes y a su alredededor, comenzaron a orbitar de inmediato los planetas de chicos erectos que no dudaban en ofrecer sus dotaciones a las más sedientas... Lo que ocurrió fue tan gráfico (algunas lo llamarían obsceno) que no me dan las letras del tablero para describirlo, como suele ocurrir con las auténticas anécdotas de sexo entre Dómina, nenus, los chongos solos e, infaltable, mi marido esclavo.

   Mi conclusión de hoy es que no importa edad o estado civil; si la chica sensual vive dentro de una, la bestia femenina saldrá a la luz en algún momento para buscar la oscuridad promiscua. La sexualidad femenina, se haya nacido con vagina o no, es tan potente cuando se desarrolla con espíritu de coraje, que no hay sociedad estropeada o amarga que pueda detenerla. Tampoco sabrán cómo detenerla si sabemos operar en un marco de discreción y sin molestar al prójimo. Quizás algunas nacimos para que el resto de los humanos puedan salir del closet de sus dormitorios aburridos y vainillas para ser, aunque sea una vez en su vida, lo que deseaban hacer.

   Pocas, muy pocas veces, la vida cotidiana urbana te da chances de hacer de tu deseo un hecho. Mi esclavo marido cheshirecat suele decir Una vez que Mistress Roxy pone el tren de la sexualidad en marcha, Ella es la locomotora y te recomiendo subirte a la marcha que Ella te exija y sin poner condiciones. Porque puede ser que esta sea la gran oportunidad, la última de esta travesía, en que en el sexo podés llegar a ser lo que siempre deseaste hacer.



sábado, 3 de agosto de 2019

Algunas Dóminas londinenses



  Londres tiene un lugar muy especial en la historia de la Dominación Femenina. Desde las legendarias flageladoras victorianas hasta las lujosas reinas fetichistas de nuestros días, pasando por la tradición de las institutrices y las heroínas transgresoras del Swinging London, Londres siempre ha sido la capital Femdom por excelencia. Con este calendario, mientras voy palpitando mi nuevo viaje a las islas británicas, aspiro a que conozcas a algunas de las dominatrices que recorren el mundo del BDSM londinense de hoy.



Enero. 6 ft Lady in Red



Febrero. Alexandra Wildfire



Marzo. Godess Anastaxia



Abril. Lady Godiva



Mayo. Miss Lady Ashley



Junio. Miss Roxy Sparks




Julio. Mistress Annabel



Agosto. Mistress Charlotte



Septiembre. Mistress Sapphire



Octubre. Sakura Strike



Noviembre. Vea Lux



Diciembre. Vivienne L'Amour

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