…en el fin de semana que siguió, con Mara y
Francesca como espectadoras, las dos se pusieron de acuerdo; Francesca le
propuso: «¿Te gustaría que pondríamos en escena una especie de drama muy
cachondo contigo como intérprete principal?».
«¿Y en qué consistiría?», preguntó Roberta.
Descarada, en términos inequívocos, ella respondió: «Yo
apoyaría el papel de una torturadora que, además de azotarte, te jode a fuego,
y tú el de la torturada». Después de una pausa, mirándola a los ojos para
estudiar su reacción, añadió: y también te follaría por detrás».
Ella preguntó: «¿A lo estilo perrito, dices?
Porque no me gusta mucho».
«No, en el culito».
«Noto que vas rápido! Aunque me has parecido
una hija de puta, la idea me gusta. Quiero, sin embargo, que lo sepas: yo
también, lo seré de la misma manera contigo; y, por lo tanto, está bien. Sin
embargo, no te pongas ideas extrañas en tu cabeza, como someterme a ti, porque,
tarde o temprano, ten por seguro que te devolveré la misma moneda». Después de
lo cual, con una sonrisa que revelaba la lujuria de la que era presa: «Si se
trata sólo de ficción, ¿por qué no jugar? Al final, estamos entre mujeres, ¿no
te parece?».
Al escuchar la frase habitual, que no era más
que una coartada para la conciencia, mientras las tres explotaron en una risa,
entendiendo, Roberta también se unió; Francesca le respondió: «Pues bien,
desnudas, nosotras ya lo estamos, y, por eso, ahora te hago desvestir por mis
concubinas... que, mientras tanto, mirándoos me voy a acariciar el coño para
calentar mis motores. ¡Dios! No puedo esperar a jugar con tu hermoso culito».
Para las mujeres fue un verdadero triunfo de
los sentidos: ver ese cuerpo espléndido sacudirse y retorcerse bajo los
rítmicos latigazos de Francesca, las envió directamente al éxtasis. Moviéndose detrás de Gia, Mara se adhirió a
ella con su cuerpo desnudo; una mano para apretar una de sus mamas, la otra fue
a su vagina, comenzando a acariciarla. Ni siquiera Francesca fue inmune a la lujuria que
emanaba de la escena, pues, haciendo largas paradas entre un golpe y el
siguiente, empezó a masturbarse. De repente, ya que masturbarse no era
suficiente para ella, todavía blandiendo el látigo con una mano, se acercó a
Roberta y deslizó un muslo entre los suyos: «Ahora, besando nuestro coño con los
muslos, nos frotamos hasta corrernos, amorcito, que luego continuamos; me
excité tanto, que no pude esperar más de correrme. Creo que a ti te pasa lo
mismo».
«¡Oh, sí, Francesca! A pesar del intenso dolor,
estoy muy cachonda y no quiero nada más que volver a correrme… contigo»,
respondió ella, en un susurro.
Al final de esa flagelación preliminar, útil
para excitarse más, interpretando magistralmente el papel ficticio de la
abusadora, Francesca la liberó de las ataduras y la poseyó por detrás con un
strapon, en la posición del estilo perrito. Luego, para prepararla para el
siguiente paso, después de haberle lamido el orificio anal durante mucho
tiempo, la sodomizó sin muchos cumplidos.
Durante el transcurso de esa “violación” anal,
cachondas más que nunca, Mara y Gia no permanecieron inertes; al principio las
bocas se unieron y las lenguas se entrelazaron codiciosas; luego, ellas también
se acostaron, uniendo sus carnes en un turbulento tribbing que las llevó a otro
gritado orgasmo.
Cuando salieron de eso, más calmadas, sus ojos
volvieron a Roberta y Francesca; Había pasado algún tiempo, y el strapon había dado paso a la mano de este última. A los ojos de las dos espectadoras,
la escena se volvía cada vez más emocionante: las dos estaban acostadas lascivamente
en la península del gran sofá, donde, poco a poco, Francesca se estaba
insinuando en la carne de Roberta con su mano en forma de cuña. Fiel a su
personaje, le preguntó: «¿Sientes molestias o dolor, sucia putita rubia?».
«Un poquito de dolor; pero el placer lo
supera... me está gustando, y mucho».
En ese momento Francesca sintió que su esfínter
se contraía, aspirando su mano, abundantemente lubricada con aceite de
almendras, hasta la muñeca; comentó: «¡Guau! Me lo chupaste de un solo golpe;
muy bien, es exactamente por eso que antes te he roto el trasero con el
strapon. Con el servicio que te presté, tu culo se ha convertido en una
cueva; ahora, entre tú y las perras más sucias de todos los puertos marítimos,
no hay diferencia. Por otro lado, de una guarra como tú, yo lo esperaba que te
gustara que te rompiera el culo». Y agregó, aun fingiendo: «¿Qué dirías si
entraría dentro de tu cueva con todo el brazo, hasta que mi mano saliera de tu
garganta?».
Sabiendo que era sólo ficción, Roberta no se
ofendió, y fue buena en interpretar su papel, porque le respondió: «Como la
gran puta que soy, no espero menos».
Cuando la mano de Francesca desapareció por
completo en la parte terminal de las entrañas de la joven, su “violadora” cerró
su mano en un puño, y luego comenzó a dispensarle ese placer agradablemente
exasperante debido a la estimulación prolongada de las terminaciones nerviosas
y a el estrés del esfínter. Asistiendo, Mara y Gia se sintieron un poco
envidiosas; de hecho, les habría gustado mucho estar en el lugar de Roberta.
Nada habría impedido que las dos mujeres las imitaran, pero, esa sesión estaba
dedicada a ella, entonces se abstuvieron de comunicar su deseo, incluso entre ellas.
Fascinadas, se acercaron, no solo para disfrutar más de cerca los
detalles de ese emocionante pasaje, sino también para asistir a Francesca; de
hecho, para Roberta, esa debería haber sido una oportunidad para vivir un goce
total, que, partiendo de la cabeza, involucrara todos sus sentidos, para
incluir ante todo la boca, y cada parte de su cuerpo. La expresión pintada en
el rostro de la joven decía mucho sobre el éxtasis que estaba experimentando. A
la muchacha le parecía que ese placer nunca habría terminado; mientras
disfrutaba de la “violación”, en los pensamientos de la encantadora rubia...
(Continúa en la
novela).
Extraído de https://erosartmalie.blogspot.com/2021/04/atrevidas-diversiones.html
Recomiendo una vez la coleccion GIA EROTICA de Gia Van Rollenoof, de donde extraje este texto. Una maravilla para todas las sibaritas de los placeres femeninos.
ResponderEliminarEstoy encantada de que hayas publicado un extracto de mis novelas. Gracias también por el lindo comentario, querida Roxy; leyendo tu interesante blog, es también gracias a ti, que mi español está mejorando. Un beso, Gia.
ResponderEliminarCara Gia, el placer es todo mío. Haber descubierto tus novelas es de lo mejor que me pasó en mucho tiempo.
EliminarBufff, encendidisimo relato que me ha mojado muchisimo. He de decirle Mistress que mis primeros orgasmos tuvieron lugar leyendo relatos lesbicos ( Anais Nin era uno de mis mayores placeres culpables) me encantaba imaginarme a dos mujeres acariciandose y besandose tiernamente, mis orgasmos eran mucho mas intensos que en un relato hombre-mujer de coito clasico. Aún no sabía que mi alma sissy se estaba despertando. gracias por el post y gracias a Gia por escribirlo.
ResponderEliminargerita,mi esclavo marido sissy tambien llegó al sissismo desde lo lesbico. Y nuestra sexualidad ha evolucionado a un punto tal que somos más Ama y sumisa que Ama y sumiso. Una vez que te deslumbraste con el sexo entre nosotras, empiezas a pensar que se sentirá ser una de Nosotras. Una noche, te animás. Y a partir de esa noche, te unis a nuestro club Femme.
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