domingo, 18 de septiembre de 2022

Videoteca. Ladies in boots. Los 70's (II)

 

   Olivia Newton - John, fallecida el mes pasado luego de una larga lucha contra el cáncer de mama al que enfrentó con enorme entereza durante años, no fue sólo una bella cantante y actriz que marcó una época. Como bien lo ilustró mi amiga gerita en su blog, Olivia fue un inolvidable ícono sissy, como Farrah, como Raffaella, que inspiró a toda una generación de mariquitas. Y bastaría para hacerla ingresar al panteón de las diosas de este blog, pero además vale la pena recordar a Olivia como la reina fetichista que también fue.

   La famosa escena final de Grease junto a John Travolta catapultó a Olivia al estrellato y su imagen en pantalones ajustados de spandex es parte de la cultura occidental. La escena, junto con otras similares protagonizadas por divas de esa época vistiendo catsuits o disco pants de spandex, la encontrás en esta entrada del blog. Felinas en catsuits y disco pants. El reino del Spandex. Esta entrada de videos no es sobre spandex sino sobre botas, aunque la época sea la misma; los dorados setentas. Por hoy, Olivia Newton - John se saca los pantalones ajustados y se calza las botas negras de taco.     




Olivia Newton - John en Xanadú



En mi videoteca anterior sobre botas de los setenta, las diez elegidas fueron Mónica Vitti, Ornella Muti, Jaclyn Smith, Caroline Munro Raquel Welch, Raffaella Carrá, Amanda Lear, Cherie Currie, Agneta Falskog junto a Frida Lingstadt y Debbie Harry. 

Hoy, además de Olivia Newton - John, repiten Raffaella Carrá, Agneta Falskog, Frida Lingstadt, Amanda Lear y Debbie Harry. Agrego a Cher, Labelle, Siouxie Sioux y las chicas de Boney M. Una selección muy sexy, para saborear cada video con las botas de todos los estilos y colores de una década muy especial. Olivia y las chicas de su época.



Labelle


   
Agneta y Frida



Maizie Williams de Boney M




Siouxie



Ladies in boots. Los 70's (II). 



Puesto 10.  Siouxie Sioux. 

Gótica? Dark? Rockera? Punk? New Wave? Todo eso y más. Nacida en sur de Londres y emergida junto con la ola del punk inglés, Siouxie también merece su lugar entre las divas de las botas. Esta actuación de su grupo Siouxie and the Banshees es de 1981. La canción? Spellbound.






Puesto 9.  Labelle. 

Patti Labelle, junto a Nona Henderix y Sarah Dash tuvieron su gran éxito soul disco en 1975 con Lady Marmalade, que sería muy reversionado en las décadas siguientes. Patti es la que está en las botas plateadas con un estilo de heroína de ciencia ficción. 






Puesto 8.  Boney M. 

Otro clásico del mundo de la música disco. Un productor alemán "fabricó" a este grupo antillano compuesto por un frontman jamaiquino Bobby Farrell y tres encantadoras y sexies chicas negras Marcia Barrett, Maizie Williams y Liz Mitchell. Las botas vinílicas por debajo de la rodilla como las que las chicas llevan en este video de su hit  Rasputín, de 1978, eran las más populares en las discotecas de los setenta





Puesto 7.  Agneta Falskog

Si Honey Honey es la canción más sissy de Abba, este video debe ser el más sexy de Agneta Falskog, con esas botas plateadas con reborde rojo sumado a un soutien y short, todo en rojo. Frida la acompaña en la voz y en los mohines pero va mucho más recatada. 




Puesto 6.  Cher. 

La carrera de Cher ha sido tan exitosa a lo largo de las décadas que es redundante hablar de ella. Sólo decir que en este video acompaña a Labelle con botas plateadas y ataviada con plumas. La canción es What can I do for you? de 1975.







Puesto 5.  Raffaella Carrá.

 A veces cuesta creer toda la excitación y alegría que Raffaella Carrá trajo a las chicas de mi generación. Este es un episodio de su famoso baile Tuca Tuca, tantas veces censurado y prohibido. Me piace, canta Raffaella con botas rojas en el marco del Covent Garden londinense. Me piace




Puesto 4.  Amanda Lear. 

La reina sexy marica por excelencia. Botas plateadas y catsuit negro para esta versión de Amanda Lear,  Blood and Honey,  de 1977. Con su voz grave susurrante, esas botas plateadas arrastran sexo desde la caña al tacón.




Puesto 3.  Debbie Harry.

Un homenaje a la botera más rockera de todos los tiempos, Debbie Harry, la rubia Blondie, que canta su clásico Hanging on the Telephone con chaleco de cuero y botas negras. La historia completa de Debbie y Blondie desde el ángulo fetichista, la podés leer acá






Puesto 2.  Agneta Falskog y Frida Lingstadt.

Cuando se habla de las botas de los setenta, ésta es seguramente la primera imagen que viene a la mente: las chicas de Abba en botas blancas. En esta canción, Agneta se da vuelta y luce su hermoso culo bien enmarcado por las botas y la melena rubia.  Una combinación incomparable que Frida no se pierde de mirar en detalle.





Puesto 1.  Olivia Newton - John. 

Olivia Newton-John en el film Xanadú interpretando a Terpsícore, la musa de la danza, que ha descendido a la Tierra desde el celestial monte Helicón y cuando llega la hora de mostrar su arte, elige bailar con botas porque domina como nadie el hermoso arte de seducir. Un homenaje a la bella rubia en dos partes diferentes: vestida de animal print con botas negras y vestida de cowgirl con botas blancas. 











Espero que esta selección te haya gustado y te invito a esperar la próxima Videoteca Sado Sensual y Femenina. 



jueves, 8 de septiembre de 2022

Gia Erótica. La iniciación de Mara

 


   Una vez más traigo a mi blog una hermosa historia de lesbianas, escrita con el singular estilo de Gia Van Roolenoof. Si te gusta leer sobre el sexo entre mujeres, hayas tenido o no experiencias reales, no te la pierdas. Es la cuarta entrada en donde publico textos de esta escritora italiana que enciende las redes con su erotismo de alto nivel. Te recomiendo las historias anteriores que repuse en mi blog en estos enlaces.




   La historia de hoy tiene pocos condimentos BDSM pero mucha fogosidad sexual. Resumiendo la situación: Gia y Verónica son una pareja de Amas bisexuales que han iniciado en los juegos amatorios BDSM a la joven Francesca. Una tarde en Venecia, Francesca se encuentra con Mara una estudiante amiga, a quien presenta a Gia y Verónica. En medio de la conversación y de una cena en donde beben vino y comen ostras, con toda la simbología sexual lésbica que las ostras sugieren, las tres encuentran a Mara muy bella y deseable. Cuando Mara sale de la escena, Gia y Verónica estimulan a Francesca a iniciarla en los placeres de Lesbos. Francesca promete intentarlo. Al día siguiente, cuando vuelven a encontrarse, Gia y Verónica le dejan claro a la joven Mara que son una pareja lesbiana pero Francesca conserva cierto misterio, como parte del plan. Cuando Gia y Verónica se retiran a vivir su fiesta privada, las dos chicas quedan solas y la cacería comienza. Ahí vamos...

 

  ...y dado que ella no había reaccionado mal en el tema de la homosexualidad, animada y sin dejar de mirarla un momento en sus ojos, Francesca comenzó a mover lentamente la mano, desde la rodilla, subiendo por el muslo, hasta el borde de la falda de Mara. La piel de la joven estaba muy caliente, y de ella emanaba un perfume sensual; en un susurro rebosante de lujuria y tranquilizadora, ella le habló: Mara, entiéndeme bien; yo estoy hablando de sexo, y solo de eso. Te expliqué que ya tengo familia, así que no habría complicaciones innecesarias. Conmigo puedes estar tranquila, porque sería como si a veces fuéramos a hacer gimnasia juntas, con la serenidad y la alegría que se tiene cuando tomas un té con una querida amiga. Con una diferencia: en este caso sería una amistad de cama; me entiendes?

- Una follamiga?

- Exactamente; sería solo para divertirnos, sentirnos bien y eso es todo y la cosa quedaría entre nosotras dos, especialmente en la Universidad el próximo otoño, donde sabes que corren los rumores. Créeme: puedes confiar en mí. Siempre que yo te guste; tú a mí sí, y mucho, te encuentro guapa, muy atractiva, y sensual.

   Además de la excitación, en sus ojos, Mara leyó la sinceridad. Debe haber sido por el calentamiento que la había poseído viendo a Gia y Verónica besándose a un metro de ella, o por esa cálida mano femenina que ya acariciaba suavemente su muslo pero ella también se estaba excitando. Manteniendo firmes los ojos en los de Francesca, sonriéndole cautivante, le respondió: Si las cosas son así, no veo por qué no debería intentarlo; ciertamente no me hará resfriar, bromeó. Luego, más seria: Ya sabes, Francesca, siempre me ha atraído lo que es nuevo para mí; sólo las personas ignorantes, enterradas en la mierda de sus prejuicios se niegan a probar. Y, por lo tanto, Francesca, he sido bastante clara, supongo; siento que puedo confiar en ti y no te oculto que siempre he sido atraída por la belleza en todas sus expresiones, que en tu caso sólo puede ser femenina... muy.

   Francesca entendió que ese habría sido el momento adecuado para ser más atrevida: acercó la boca a su oreja y con tono sensual le susurró: Me atraes mucho, ¿sabes? El otro invierno, en la Universidad, me habías impresionado pero entonces, antes de conocer a Gia y a Verónica, aún reprimida por estúpidas inhibiciones, me faltaba el coraje para decírtelo. El otro día tuve mucha suerte de verte.

   Ya no era tiempo de palabras: la boca de Francesca corrió hacia la de ella y la besó. Su lengua respondió y sus bocas permanecieron fundidas durante mucho tiempo. Las manos de Mara pasaron por debajo de su falda, hasta los muslos de Francesca y luego sin atreverse más, salieron a subir por las caderas hasta los senos. En ese contacto con un cuerpo femenino, Mara se sorprendió de estar más excitada de lo que pensaba, y le susurró: Qué suave y perfumada eres Francesca. Después de que las dos siguieron acariciándose durante bastante tiempo, esta última le dijo: Me encanta tu aroma, Mara; ven, vamos para allá, quieres? Estaremos más cómodas. Ella no opuso objeción alguna. Francesca se levantó de allí, la tomó de la mano, y la condujo hacia el dormitorio.

   Para un voyeur ocasional que hubiera visto la escena desde la cerradura, Mara habría parecido extraordinariamente atractiva. Con sus tetas prósperas con pezones oscuros, ciertamente considerablemente más grandes que las de Francesca, su tez bronceada, cabello negro y ojos color avellana, ella se veía aún más sexy cuando descubría sus largas piernas adornadas con medias ligeramente veladas y una liga oscura: espléndido marco para sus nalgas redondas y la vagina llena, parcialmente ocultada por un vellón negro, corto y rizado, que no ocultaba los labios externos.

   Francesca se arrodilló y con la cabeza a la altura de su regazo, sus manos vagaron desde sus muslos hasta las redondas nalgas para apretarlas y acariciarlas; comenzó a besar a Mara cerca del ombligo, luego se movió para cubrirla con otros besitos en los bucles de la ingle, para respirar el olor íntimo que emanaba del carnoso monte de Venus. Esa fruta pulposa era una atracción irresistible y no pudo abstenerse de besarla: comenzó a estimular su clítoris con rápidos movimientos de la lengua, mientras sus manos continuaban recorriendo sus largas piernas, para luego regresar inexorablemente a las prominentes nalgas desnudas. Con los ojos cerrados, como para disfrutar más plenamente de esos masajes licenciosos y efectivos, Mara se inclinó hacia atrás estremeciéndose por el placer debido a esas audaces estimulaciones; sus manos iban al rostro de Francesca, acariciándolo, como a agradecerle la dedicación que ella ponía en regocijar su carne.

   Francesca se acostó de costado, parcialmente sobre el cuerpo de Mara; las dos jóvenes volvieron a besarse y acariciarse con pasión. La boca de Francesca volvió a un seno de su amante, chupándole y mordisqueándole el pezón. Luego le levantó la falda del vestido, dejando al descubierto su vientre desnudo y una mano comenzó a acariciar el interior de su muslo, terminando el recorrido cerca de la vagina, acariciándola suavemente mientras la besaba en la boca; la estimuló durante mucho tiempo, cíclicamente. Finalmente, sus labios alcanzaron otra vez la meta deseada y su lengua, hábil e indecente, comenzó a lamer su clítoris con método y lascivia, recogiendo frecuentemente, con avidez, la secreción que se acumulaba en la unión inferior de los labios internos.

   Con los ojos cerrados y un dedo en la boca para chuparlo, mientras disfrutaba  de ese cunnilingus, gimiendo y jadeando, Mara nadaba en un mar de voluptuosidad. Mientras sentía latir locamente el bajo vientre, territorio sobre el que su amante estaba ejercitando su derecho de conquista, una mano se dirigió a una de sus propias mamas, para acariciar y atormentar ferozmente el pezón. Francesca lo notó; en su mente, aunque nublada por la lujuria, apareció una consideración sádica.


Excelente! Por lo que puedo ver, a ella también le gusta combinar placer con dolor; esto es un buen augurio para el futuro. No veo la hora de ser libre para calentarlo con un látigo... este lindo culito que, por ahora, estoy disfrutando solo con mis manos y boca.

 

   Cachonda más allá de todos los límites, ella acompañó  con dos dedos a la lengua: ni siquiera tuvo que mojarlos con la boca, porque empapada como estaba, la vagina de Mara aceptó que se deslizaran suavemente; y luego sin demora, la penetró. Sin dejar de lamerle el clítoris, empezó a entrar y salir de ella durante algún tiempo, para después no hacerlo más, estimulándola, en cambio, cerca del punto G con sus dedos ligeramente arqueados. Sobre esa cama, que ya había acogido los cuerpos desnudos de Gia y Verónica, Francesca la llevó a arrodillarse a lo perrito, le levantó la falda por detrás del vestido, desnudando sus firmes glúteos para disfrutarlos, tocándolos, acariciándolos, y a menudo apretándolos. Mientras, sin detenerse, comenzaba a lamer su vagina desde atrás, a menudo deteniéndose también sobre el orificio anal, una mano reanudaba la estimulación de su clítoris.

- Dios mío, qué me estás haciendo, Francesca! Nadie ha podido nunca hacerme gozar de esta manera, murmuró Mara en un suspiro, mientras seguía gimiendo: con la cara en la almohada, la mordió para no gritar. Después de todo, ella era sólo una invitada y estaba preocupada de que Gia y Verónica la escucharan, ya que estaban en la habitación contigua. Sin embargo estuvo indefensa: cuando la onda orgásmica se volvió abrumadora, comenzó a gritar como un animal salvaje. No te preocupes, y grita fuerte cuanto quieras, tesoro mío; no te reprimas, la exhortó Francesca, sin detenerse.

   Cuando su conquista se recuperó de ese primer orgasmo, después de volver a besarla, radiante, Francesca la instó: Salgámonos un momento de la cama, vamos, que ni siquiera he podido ver lo guapa que eres sin tu ropa.

- Yo también, quiero mirarte; y también corresponderte. Has sabido hacerme disfrutar como una diosa, Francesca; creo que nunca me he corrido así. Desnúdate, vamos, mientras lo hago a ti: quiero verte completamente desnuda.

   Una a una, las ropas volaron y las dos jóvenes se encontraron completamente desnudas; abrazadas en un estrecho contacto de las bellezas de la otra, entrelazadas, las dos muchachas comenzaron a besarse de nuevo. Para Mara era la primera vez y le gustó mucho sentir el contacto de un suave y joven cuerpo femenino. Interrumpiéndose de besarla para volver a mirarla, le dijo: Tienes un cuerpo muy bonito, Francesca; me gustas. Con al chochito tan afeitado, te veo hermosa; yo también debería hacerlo, creo.

- Aunque tengo tetas pequeñas, dices que te gusto?, le preguntó Francesca algo insegura.

- Serán pequeñas, claro, pero he podido sentir lo firmes que son! Tampoco menciono tus pezones, que son realmente grandes, carnosos; en resumen, hermosos para morirse. Ya sabes, quizás es también por eso que tú me gustas: a diferencia de mí, que tengo las tetas bastante grandes, las tuyas te dan un aire andrógino que me atrapa mucho. Tienes un aire muy intrigante, lo que hace que la nueva situación que estoy viviendo sea aún más especial; de hecho, hasta ahora solo había estada poseída por hombres. Volviendo la mirada para detenerse en su monte de Venus, añadió: Según tú, tus tetas son pequeñas; a cambio, sin embargo, el buen Dios te dio un coño que es una maravilla, Francesca. Yo no tengo labios interiores grandes como los tuyos: parecen las alas de una mariposa que está a punto de despegar. Yo, en cambio, los tengo asimétricos, en forma de corazoncito y se ven pequeños también cuando estoy cachonda.

- Teniendo en cuenta que las gemas preciosas suelen ser pequeñas, será como dices, ¡pero lo tienes tan gordo, que es una verdadera belleza! ¿Sabes que eres la primera hembra con un chochito “nature” con quien tengo sexo, Mara? Tu eres un misterio que me intriga mucho. De hecho, Verónica y Gia siempre me lo sirven afeitados..

   Estimulada, con una sonrisa Mara le preguntó: Pensé bien? Lo haces entre las tres?.

- Se dice que es el número perfecto, no? 


En su mente, mientras tanto Francesca soñaba...Y ni siquiera te imaginas cómo serían cuatro, cariño, lo que espero que suceda pronto. 

 

   En voz alta siguió: Has pensado bien, cariño; excepto cuando tenemos ganas de mimos, algo que creo que es amor, comúnmente lo hacemos todas juntas.

- Además de tener sexo, también os queréis?, replicó Mara, sorprendida.

- Puedes decir con seguridad que nos amamos, Mara; se trata de poliamor. 

- Pero mira! Estaba convencida de que solo podía pasar entre dos personas; te confieso que estoy muy sorprendida, Francesca... y también intrigada. No exagero al decir que me estás abriendo la mente. Dime: te sientes cómoda? En resumen, todo va bien? No hay problemas entre vosotras? Tú sabes bien lo que somos las mujeres a veces: intrigas, envidias, celos, subterfugios, peleas y más.

- Por el contrario; en mi opinión, es precisamente porque no somos exclusivistas, que las cosas van muy bien; y también tienes la demostración: ellas dos están en la otra habitación y ciertamente no piensan que estamos jugando a peinar a Barbie. Luego, prosiguió: Bueno, ahora que nos hemos mirado y sabemos lo que tenemos en nuestras manos, disfrutemos de la mercancía; te parece? 

   Haber frecuentado a Gia y Verónica había sido muy útil a Francesca para hacerla desenvuelta y lanzada, muy distinta de la tímida chica de antaño. Las dos volvieron a apretarse y las manos volaban; en un grito de sorpresa, mientras le acariciaba sus firmes nalgas, Mara le preguntó: Qué tienes aquí?

   Traviesa, ella se separó del abrazo, se volvió y agachándose, exhibió el trasero: Te gusta?

- Es una joya, me parece.

- No cariño; es sólo la parte terminal de un dildo anal.

- Por qué lo llevas? Es bonito.

- Porque tengo que ensancharme en vista de mi próxima desfloración anal.

- Entonces, todavía eres virgen allí. Pero dime, no te molesta tenerlo todo el tiempo?

- Molestia? Placer, quieres decir. Es muy agradable sentirlo moverse dentro de mí cuando camino, hago jogging o me siento; ni te imaginas el placer que devuelve mientras tengo sexo. Deberías intentarlo.

   Dándose cuenta de cuanto apasionadamente Mara acariciaba sus nalgas y extendiéndose con coquetería para ofrecer mejor sus lindos glúteos, Francesca la invitó: Dijiste que querías corresponderme; bueno, primero, te gustaría nalguearme? Me encanta correrme cuando mi culito está muy caliente.

- De verdad quieres que lo haga?, respondió Mara con una carcajada, atraída por esas redondeces suaves: si al instante la chica se sorprendió, al momento siguiente se sintió aún más intrigada. De hecho, agregó: Es algo que nunca he hecho… a los hombres, por supuesto; sin embargo, tú, diablillo, me estás tentando. Francesca ni siquiera le respondió; pero, mirándola con una expresión llena de lujuria, le susurró: Siéntate en la orilla de la cama, que yo me acostaré sobre ti en una posición cómoda. Colocada boca abajo sobre sus muslos, Francesca extendió, altos, sus firmes glúteos desnudos. Divertida por esa situación inusual para ella, Mara comenzó a azotarla tímidamente; pero, a medida que avanzaba, su energía crecía. Después de algún tiempo, le preguntó: Demasiado fuerte, creo; te estoy lastimando?

- Esto es exactamente lo que quiero de ti, Mara: más, por favor; me gusta mucho. Y a ti, te gusta azotar mi desvergonzado culito?

- Como dije, nunca me había pasado antes; sin embargo, debo decir... que sí. No solo me gusta; tengo que admitir que me excita mucho. Tienes un culo precioso, Francesca y por mis caricias, de claro, se está poniendo rojo como un tomate maduro, respondió Mara con la voz ronca por la considerable excitación que se había apoderada de ella.

   Después de darle una docena de nalgueadas, Mara exclamó: Vaya, cómo me estas mojando el muslo! No hay duda de que te gusta, entonces.

- Sabes, para mí, es algo automático: el coño está muy conectado al culo, respondió ella en voz baja, mientras se disfrutaba los golpes.

   Después de un tiempo, pensando que era prematuro exagerar, Francesca salió de allí, y la volcó en la cama; acariciando su pecho, puso la otra mano sobre el bosque de su pubis y le preguntó: Te gusta si todavía te toco aquí? Solo te has corrido una vez.

- Sí, por favor, fue la respuesta que recibió en medio de un suspiro. Empezando a acariciar el interior de sus muslos, Francesca volvió a preguntarle: Y aquí, puedes sentirme? Fue un suspiro el que respondió por Mara.

   Como si fuera una especie de terapia de choque, Francesca la hizo disfrutar por segunda vez con un cunnilingus rápido. Aunque lo deseara, no tenía la intención de apresurar las cosas: la sola idea de ofrecer su sexo a la boca de su nueva amante la hacía temblar de emoción. Sin embargo, para alcanzar ese codiciado objetivo, primero ella tendría que llevarla a una mayor intimidad con su cuerpo. Decidida, la indujo a levantar su torso y luego una frente a la otra, sentadas, llevando un muslo a horcajadas sobre el suyo, para hacerle sentir el cálido contacto de su propia carne, se llevó los dedos a la boca para humedecerlos, luego los llevó a la vagina de Mara y suavemente reanudó a estimularla allí. Cuando ella comenzó a jadear en voz baja, Francesca le preguntó: Te gusta de esa manera también sin mi boca?

- Es diferente de cuando el dedeo me lo regalo sola. Quieres que te lo haga mientras tanto? le preguntó, tímidamente. Aunque Mara fuera una chica brillante y desinhibida, esta nueva situación la avergonzaba un poco. Francesca le tomó la mano y se la llevó a la boca para mojar dos dedos. El mensaje de asentimiento llegó explícitamente y la mano de su nueva amante corrió a prestarle el mismo servicio.

- Nunca he tocado el coño de otra mujer, confesó Mara.

- Qué efecto tiene en ti?

- Eres agradablemente suave Francesca y muy húmeda. Te mojas mucho más que yo.  Gimiendo levemente, continuó: Lo encuentro agradable; muy. Nosotras las mujeres amamos mucho la humedad: flores, plantas; y ahora también una chichi que no sea la mía, bromeó. En ese punto dejando cualquier vergüenza, agregó otro cumplido: Entre mis dedos siento unos labios tan grandes e hinchados que parecen querer darte la bienvenida. Y si es así, sería de mala educación no entrar en la casa; no es así? Y, de todos modos, no importa de qué boca se hable, ya que, en tema de labios, yo creo que el destino de todos ellos es de ser besados. 

   Francesca no lo demostró pero estaba convencida de que la suerte estaba echada. Sin embargo, conocedora del alma femenina, no se apresuró. Poco a poco el ritmo con el que las dos chicas se acariciaban aumentó; se acercaron con el busto y la boca y perseverando en acariciarse los genitales, las dos jóvenes se besaron durante mucho tiempo. 

- Mmm… me gusta mucho sentir mis tetas tocadas por las tuyas; no pensé que entre mujeres pudiera ser tan serenamente satisfactorio y al mismo tiempo, intenso, dulce, le susurró Mara, mostrando una expresión alegre. Francesca pensó para sí misma ...


si nuestra historia tendrá un seguimiento, algo que espero, verás, cariño, qué serena estarás cuando agreguemos un látigo o un spanker a los besos y a las cogidas.

 

   Moviéndose con estudiada lentitud, la mano de Mara siguió dando un ligero pero continuo placer a la vagina de Francesca; esta última agarró su mano mojada y la llevó a su boca. Mientras ella se chupaba los dedos con avidez, Francesca le preguntó: Te gusta mi sabor, Mara?

- Eres sabrosa, Francesca. Tienes un bouquet muy pleno e intenso, diferente al mío y es precisamente esta diversidad lo que hace que las cosas sean más intrigantes. Mira, no soy una ingenua: en la cena, hablando del sabor del mar y del delicado sabor de las ostras, comprendí a qué te referías; en cualquier caso, gracias a ti me doy cuenta de que también me gustan las ostras de las demás.

- Sabes, Mara, pensando en ti... en nosotras, es que desde esta mañana, mi ostra se está preparando para darte mis mejores perfumes, respondió Francesca sin dar más explicaciones. De hecho, estaba segura de que sus fuertes aromas íntimos tendrían un efecto afrodisíaco sobre la novata Mara en las prácticas sáficas. Las dos jóvenes se mostraban encantadas por ese incesante fluir de voluptuosidad que se infundían mutuamente sin tener alguna prisa. Se miraban constantemente a los ojos, divertidas en estudiar las reacciones de cada una a los muchos tocamientos y estimulaciones siempre diferentes y continuaron hasta que, sin poder retrasar más la inevitable explosión, casi sincrónicas y con las bocas fusionadas, se vieron abrumadas por un impetuoso orgasmo mutuo. Después de besarse durante mucho tiempo, ya segura de sí misma, Francesca se sentó en las sábanas frente a ella y le dijo: Vamos, ahora llevemos a nuestras dos niñitas al altar.

- Te lo dije, Francesca: no quiero atarme a una boda!, exclamó Mara riendo. 

- Eres sensual, Mara y para morirse. Vamos, lindo coño, acércate, y pon tu muslo debajo del mío, que ahora vamos a cogernos en serio. Colocada en la posición adecuada, con la vagina en estrecho contacto con la de Mara, Francesca se metió tres dedos en la boca para mojarlos con saliva; luego, se mojó cerca del clítoris para facilitar el frotamiento, y le dijo: Tú te quedas abajo, cómodamente estirada, que yo me encargo de todo. Dicho esto, sin apartar la mirada de sus ojos, Francesca empezó a frotarse con un ritmo cada vez más frenético, cuidando de adherirse a ella lo más posible. Después de que por algún tiempo el colchón tuvo que soportar sus saltos, Francesca recordó las enseñanzas de Gia y le dijo, Además de los labios del chochito, conectémonos bien con los clítoris, vamos.

- A mí me gustan mucho tus tetas, Francesca; aunque no tan grandes como las mías, están muy bien conformadas. Los pezones, en particular, son realmente de ensueño, como ya te dije. 

- En serio dices? Ahora dejemos las tetas a un lado y pensemos en nosotras, en la alegría que siento en mi chocho al sentir tu contacto, respondió Francesca, desde siempre afligida por sus pechos pequeños.

- Y por qué dejarlas de lado, cuando es preferible disfrutarlas? bromeó Mara.

- Entiendo, quieres que apriete a una de las tuyas durante la cabalgata.

   Excepto al principio, la saliva no fue necesaria: incluso si sus vaginas se despegaban rítmicamente para luego volver a besarse, su carne permanecía resbaladiza por efecto de las secreciones vaginales que emergían copiosas e incesantes. Con una mano agarrando uno de sus pechos, y la otra apoyándose en las sábanas, la joven romana no le dio un momento a Mara ni para respirar.

- Dios, que rico! Nunca me había sentido follada de esta manera tan salvaje! Mucho mejor que con los hombres, fue una de las muchas cosas que salieron de una Mara que parecía haberse vuelto loca. No tardó mucho en aparecer un coro de gemidos, jadeos, y suspiros de las dos mujeres, a veces intercalados con chillidos agudos de placer. Cuando alcanzaron otro orgasmo, las dos jóvenes amantes finalmente se conocieron aún más íntimamente. En posición invertida la una con respecto a otra, Francesca encima y Mara abajo, las dos chicas se deleitaron durante mucho tiempo con sus respectivos sabores y aromas vaginales, llegando a otros orgasmos varias veces. Francesca no desaprovechó la oportunidad de dejar a Mara experimentar también la dulzura de un anilingus moderado que, después de una fugaz incertidumbre, su amante le correspondió entusiasmada.

   Finalmente, visiblemente emocionada por esa experiencia, Mara exclamó: Vaya, Francesca! Lo repito: antes de estar contigo, nunca había disfrutado así y durante tanto tiempo. Además, me sorprendí en amar tus olores: todos. 

   Siguiendo el estilo directo de Gia, su mentora, Francesca la avanzó: Incluso los de mi culito? le preguntó descaradamente. Era una pregunta que Mara no se había esperado: Tú hueles bien allí también; de hecho no especifiqué antes por pudor pero dije todos, verdad?, le respondió en un susurro, un poco avergonzada.

- Las cosas siguen yendo bien, entonces; mira que solo estamos al comienzo de los juegos, cariño. ¡Ay de ti si levantas la bandera blanca! Cuando hayamos terminado le serviré un ponche de huevo a tu hermosa “passerina”, para que se recupere, la amenazó, sonriéndole, y luego volvió a besarla....

(Continuará)




La historia completa, aquí. 

https://erosartmalie.blogspot.com/2022/06/la-primera-conquista.html


jueves, 1 de septiembre de 2022

Marilyn en guantes largos

   En el mundo del fetiche, están quienes eligen deslumbrarse en primer lugar por la dama que se enguanta hasta pasar los codos y están quienes prefieren a adorar a la que se calza botas bien por arriba de la rodilla. Su forma de reverenciar también es diferente; se trata de saber inclinarse a besar la mano enguantada o de arrodillarse con cualquier excusa frente a las piernas cubiertas por la cañas de la botas. Brazos femeninos fetichizados o piernas femeninas fetichizadas, esa parece ser la cuestión.

  Históricamente, los fans de los guantes largos operagloves son muchos menos que los esclavos boteros de las thighhighs boots pero cuentan a su favor con una única ventaja que puede ser decisiva en la batalla. Mientras el uso de los guantes largos en las mujeres se remonta a siglos pasados, las botas altas entraron a la moda y a los mass media recién a partir de la década del sesenta. Las primeras grandes divas en botas son de la época de Brigitte Bardot, Jane Fonda y Diana Rigg. Por eso, desde la trinchera de los guanteros, se escucha su canto de triunfo. Jamás verás a Marilyn en botas. Y tienen razón. 

   El mes pasado se homenajeó a Marilyn Monroe en todas las redes sociales con motivo de los sesenta años de su fallecimiento. Parece que Marilyn está más vigente que nunca en su condición de máximo ícono cultural femenino de Occidente pero especialmente para los fetichistas de los guantes largos. Aquí, doce de sus mejores fotos enguantada hasta bien arriba de sus bellos brazos, en películas, cenas o eventos sociales. Y no, claro que no, no hay fotos de ella en botas. Desgraciadamente.   


Enero


Febrero



Marzo



Abril



Mayo



Junio



Julio



Agosto



Septiembre



Octubre



Noviembre



Diciembre


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