Cuarentena. Estoy aislada y encerrada en mi casa. A mi alrededor, las parejas que no conviven se resignan a una castidad forzada o a organizarse en encuentros clandestinos propios de
adolescentes de los años setenta. Pero por otro lado, los hombres
casados sumisos están todo el día en convivencia cotidiana con sus Señoras. Es el caso de mi marido esclavo.
A lo largo de los años, este blog vino reflejando con afecto y entusiasmo hacia mis lectores
muchas de mis aventuras por la noche Femdom de Buenos Aires. Reproduje lo mejor que pude mis experiencias en bukkakes
desenfrenados, amores lésbicos en ambientes swingers, sesiones BDSM en
dungeons, travesuras con chicas cross, ardientes experiencias de sissismo y
feminización forzada. Pero de repente me vi obligada a vivir meses de encierro en mi propio calabozo y teniendo como único
partenaire sexual al prisionero legitimado por la ceremonia del matrimonio. El
mismo prisionero que lleva como orgulloso collar de esclavo a la libreta roja
que me define como su señora esposa. El se define con humor con el título de Conde
de Cheshire y es a la vez la sissy secreputa y adoratriz de Mistress Roxy. Todo
un medallero que se saca lustre con la actual situación de confinamiento a
tiempo entero.
La vida sexual en mi dominación BDSM es
una sola. No hay un lado luminoso - benevolente y un lado perverso -
oscuro. La puta señora que hay en mí se maneja con absoluta suficiencia tanto
en la monogamia como en la orgía. En la monogamia, los aderezos se regulan con
mano de experto cocinero al cual se le ofrecen cuatro ingredientes básicos;
inagotable fantasía, dormitorio privado, closet fetichista y vasta experiencia.
Como si fuera la armonía lenta y cadenciosa de un blues que parece repetitivo pero a la vez transmite una emoción incomparable.
Con la intención de compartir un poco de
mi mundo de estos meses, les cuento algunos detalles muy
personales que destaco como propios de esta cuarentena.
Mi gata esposo me roba descaradamente mi tapaboca leopard print cada vez que llego de la calle pues descubrió el placer fetichista de
gozar del aroma a lipstick que queda en la tela. Según cuenta el experto en
estudiar cuanto signo de sensualidad y femineidad destile de mí, el tapaboca
con fragancia a mi lipstick es mucho más agradable que el alcohol en gel. La imagen de la columna lo ilustra
Una rutina muy casera tiene que ver con la
llegada de productos por correo. El timbre suele sonar a la mañana y a veces
todavía estamos remoloneando en la cama. Y como yo duermo en camisolín de raso,
el Conde me deja preparado su joggineta deportiva amplia y escasamente sexual
para que tipo bombero rápido, me lo ponga en segundos para recibir la
encomienda y firmar los papeles lo más pronto posible evitando abrir la puerta
en ropa de cama inconveniente. Cada tanto me pregunta con ironía Qué se siente vivir
la inversa del sissismo con mi ropa de algodón? Nos reímos porque si esa
situación fuera a la inversa, la cosa para él sería paradise.
Otra actividad que nos tiene muy entretenidos es planificar
los paseos y viajes que podríamos hacer juntos, soñando con el día en que esta
pesadilla mundial termine. El lo hace como si fuera una joven nouvelle que
fantasea con la luna de miel, agregando todo el tiempo ideas y aventurillas
sado - fetichistas. Eso me ayuda a soñar y admitir nuevos horizontes que no
incluyen el roce humano de otros cuerpos que hasta el año pasado formaba parte
insustituible de mi sexualidad.
Por último se me ocurre comentarles que con el
casi infinito tiempo que compartimos en casa, sincronizamos juntos las columnas
de este blog en forma mucho más coordinada y afín. La búsqueda de material a
compartir se hace mucho más relajada y agradable y se vuelve un romance en sí
mismo. Porque para poder seducir a un lector, primero debo ser yo la seducida.
Por lo tanto, el sacrificado esclavo vive sumergido en un mar de videos e
información que alude a la historia del Femdom, en imágenes plenas de estética
femenina y en ediciones en vivo de mis ideas y pensamientos plenos de fetiches
y diablura erótica. Las disfrutamos primero entre los dos y luego las
potenciamos para compartirlas con nuestros seguidores.
Muchas de nuestras cotidianas anécdotas no son
transferibles al papel; a veces es un poco dificultoso autoobservarse. Espero que
mis lectores quieran compartir conmigo sus vivencias más eróticas para aplacar
la angustia de la pandemia y hacer de su historia del 2020 una confluencia de sexo
sado sensual y femenino.