lunes, 28 de marzo de 2022

Videoteca. Pajeras


   La masturbación femenina en las páginas web, las minas pajeándose frente a una cámara, figura entre los pedidos más comunes que los hombres les hacen a las chicas que cobran por servicios de sex cam. Dejame ver como te pajeás es un clásico del cibersexo. A los hombres les encanta espiar ese espectáculo femenino y a las chicas les cuesta poco y nada ganar dinero tocándose un rato y fingir (o no) que acaban.


Georgina Spelvin en éxtasis durante Devil in Miss Jones


   Las páginas web porno están llenas de escenas de masturbación femenina. La fantasía que provoca ver una mujer acariciándose tiene una larga historia en el porno. Hoy posteo en mi blog diez escenas protagonizadas por aquellas divas legendarias, de las que a mí me gustan, que van desde los años setenta hasta los noventa. 

   Tengo claro que estos diez videos podrían hoy seguir justificando la crítica feroz que el feminismo hacía sobre la industria del porno, una crítica que quedó obsoleta con Internet y la masiva democratización y acceso popular de millones de chicas a editar su propia pornografía y a interactuar directamente con sus clientes. Pero en otros tiempos, escenas como éstas provocaban toda clase de polémicas: violación sobreactuada, mercantilización de la mujer, industria de la explotación sexual, etc,etc. La masturbación femenina era particularmente vista como una invasión irritante del machismo que convertía la intimidad placentera de la mujer en material de consumo para el placer de hombres mirones. 

   Polémicas viejas al margen, me gustó la idea de cerrar marzo en mi blog, el mes de la Mujer, con diez hermosas pajas femeninas, aunque sean actuadas, fingidas y filmadas para el regodeo visual de los hombres porque, digamos la verdad, en esta historia los más pajeros siempre fueron ellos. 


Pajeras



Puesto 10. Jeanna Fine.

Empiezo con una sexy morocha de pelo corto con botas negras clásicas de los años noventa y una fiesta de chicas como las que me gustan a mí. Jeanna Fine baila, se contonea, las seduce y a partir de 1:30 min., se masturba con ellas que se enganchan en la fiesta a puro toqueteo.






Puesto 9. Shauna Grant.

Esta escena es pura exhibición voyeurista. La bella rubia Shauna Grant, maquilladísima y en tacones, se acaricia la vulvita mientras finge su placer sobre saten violeta y termina chupándose el dedo con sus jugos. Finge el placer o le creemos?






Puesto 8. Traci Lords.

Muy cómoda en su cama, pajeándose con los dedos, frotándose los muslos y acariciándose las tetas, Traci Lords nos regala una visión de como podría ser su momento de placer personal. Traci, la nena terrible del porno de los ochenta, era famosa por el realismo con que actuaba. 





Puesto 7. Teresa Orlowski.

Teresa Orlowski, polaca de nacimiento, fue una gran figura del porno alemán tanto en films como en su propia producción de revistas Foxy Lady. Esta escena es un clásico de la masturbación femenina, la telephone girl. Vestida y maquillada muy sexy y lucioendo un gran escote, Teresa se excita mientras habla por teléfono. Desde los 2:28 min, la vista es un paraíso para fetichistas de las uñas femeninas largas y bien manicureadas.  





Puesto 6. Anita Blond.

Otra escena que se repitió muchas veces, una belladonna jugando con su vagina pero esta vez bajo la ducha. La húngara Anita Blond disfruta tocándose entre la espuma y el agua que corre por su cuerpo. 





Puesto 5. Sharon Mitchell.

Otra morocha de pelo corto que se volvió un mito del porno de los ochenta porque sus escenas más hot nunca eran convencionales; siempre tenía un brillo perverso en la mirada y un toque sádico que la hacía distinta a las demás. Vestida y maquillada en tonos violeta, Sharon Mitchell (Mitch era su apodo de guerra) se mira en el espejo de una habitación de hotel, se desnuda y se excita. 





Puesto 4. Kate More.

La holandesa Kate More fue una estrella del porno europeo de Private en los años noventa. En esta escena del film La Marionette, Kate está disfrazada de bailarina clásica y se acaricia bajo la mirada ansiosa de su cliente, como si fuera una muñeca erótica. 





Puesto 3. Seka.

Seka es una leyenda de la primer época del porno, la que se filmaba a fines de la década del setenta. Fue rebautizada The Platinum Princess of Porn y fue la primera de las grandes rubias que popularizaron el género XXX. Su rostro angelical contrastaba con lo guarro de sus escenas, como ésta, donde goza metiéndose en la vagina el pico de una botella de champagne.   






Puesto 2. Coralie y Lea Martini.

Masturbación fetichista francesa de alto nivel. Lea Martini es la rubia que se pajea con guantes largos y un consolador dorado. Coralie es la morocha que la filma y se excita. A las 1:33 min., Coralie deja la cámara a un costado y también empieza a darse mano (amo sus tacones altos de acrílico). Las dos se miran con deseo mientras se acarician.    





Puesto 1. Georgina Spelvin.

Justine Jones es una mujer insatisfecha que decide suicidarse, harta de la vida que lleva. En el infierno le informan que su acto final fue inesperado y que va a ser condenada pero debe elegir con qué pecado condenarse. Sin dudar, Justine elige gozar con el pecado de la lujuria. Y vaya que lo ejerce. Entre otros placeres, Justine se masturba usando frutas al estilo de una moderna Cleopatra. Por razones de edición, la paja de Justine va en dos videos separados.

Devil in Miss Jones sigue siendo un clásico y una rara avis al mismo tiempo, dentro del vasto mundo de la pornografía, porque trata del despertar sexual de una hasta entonces recatada mujer. La actuación de Georgina Spelvin es notable, entre otras cosas porque no parece una actriz porno y porque su transformación de esposa reprimida a puta insaciable es perfectamente verídica. 







   Hace años que incorporo videos porno a mi videoteca. Como la pajera dominante que me confieso ser, espero que estos últimos diez te hayan gustado (y estimulado) 


domingo, 20 de marzo de 2022

Adulterio Femdom (parte III)

 




   Las sociedades educan a los hombres a través de múltiples procesos para que aspiren a una relación monógama con una mujer como una forma beneficiosa de convivencia para ambos, evitando las formas de sexualidad denominadas pervertidas. Pero al mismo tiempo, la naturaleza ha dotado al hombre de una carga lujuriosa de deseo sexual que supera varias veces a la femenina (siempre hay excepciones, claro) y que resulta difícil de sobrellevar durante toda la vida si la monogamia es la única opción permitida.

   Salir cada tanto de putas es una forma controlada con que muchos hombres soportan dicha carga y suele ser tolerada por muchas mujeres que lo saben y miran para otro lado mientras se evite la vergüenza de que se haga pública. Los servicios sexuales on line son cada vez más utilizados; en su inmensa mayoría por hombres. De tan natural que se considera, el sexo pago nunca será visto como una perversión a menos que las chicas sean menores de edad. La sociedad también lo admite en voz baja, o cada vez más alta; sobre todo cuando algún famoso es descubierto con los pantalones bajos, la chica se vuelve mediática, el mundo finge escandalizarse, luego él se muestra arrepentido, al final su esposa lo perdona y el circo de la hipocresía sigue rodando.

   Como alternativa a toda esta mentira institucionalizada, las relaciones abiertas (entre ellas, el clásico swinger) van de a poco ganando lugar: allí se pretende priorizar la sinceridad por sobre la moral monogámica convencional. Esta forma de sexo tiene mucha prensa, suena muy chic pero aún está a prueba de que pueda conformar un modelo de relación sostenida en el tiempo que compita con la monogamia.

   Existe además una tercera forma, más controvertida, casi subterránea de tan negada y prohibida, que un hombre encuentra para gozar del sexo durante todo el matrimonio y evitar la tan temida monotonía conyugal. Es casarse con una mujer promiscua que lo domine a través del adulterio. Una mujer que busque el sexo con una intensidad mayor a la de él y que no se conforme con la cama matrimonial. Esta fantasía sí que entra directamente en la categoría de lo perverso. Siempre fue y siempre será una perversión, con la peculiaridad sexista que la pervertida es ella y él parece ser la víctima de su perversión.

   Cuando ocurre que una forma de sexualidad como por ejemplo el adulterio femenino / cuernos consentidos es catalogada como pervertida? Por ejemplo, suele ocurrir que personas angustiadas por no aceptarse a sí mismas ni a su sexualidad van a confesarse a un diván de terapeuta. He conocido a crossdressers que han atravesado esta dolorosa experiencia. Cada tanto se publican libros o se dan conferencias que recopilan estas confesiones y se establece de forma más o menos general cuales son las tendencias sexuales que generan la angustia. Esas formas son denominadas perversiones. Son sexualidades alejadas de la norma, formas de relación que provocan daño a las personas que caen en las mismas. La otra forma común de saber qué es una perversión es cuando llega al nivel de la obsesión y genera conductas autodestructivas o criminales y entonces el sexo aparece como móvil en alguna investigación policial.

   La conclusión a la que yo llego es que nunca nos enteraremos de cuantos gozan con formas de sexo de las que se clasifican como perversas si lo viven en su intimidad, con felicidad, sin conflictos psicológicos ni generando conductas delictivas. Si su sexualidad pervertida es tan privada como la de aquellos que sólo practican el coito misionero en silencio y con la luz apagada, nunca sabremos qué hacen ni cómo lo hacen.

   Si hablamos de cuernos consentidos como una de las perversiones por excelencia, cuando la pervertida es una mujer como yo y la víctima cornuda es un hombre como mi esclavo esposo que lo disfruta en silencio, jamás se escribirán libros de sexualidad describiendo nuestras actividades enfermas ni tampoco seremos una pareja que aparezca en las noticias policiales. Lo vivimos felices y privadamente. Para comunicarnos, escribimos y sostenemos este blog con continuidad desde hace diez años como un testimonio de quienes somos y cuál es nuestro estilo de vida de dominación conyugal femenina. Mejor dicho, de felicidad conyugal, debido a que en nuestra pareja, la pervertida soy yo.





miércoles, 9 de marzo de 2022

Soy sissy, soy linda

 



   La apariencia y los modales de la femineidad clásica son el basamento desde donde una sissy construye su experiencia de placer. La sissy sabe que nunca se verá tan bella como sus idealizados modelos femeninos pero también sabe que puede aproximarse a su manera. Sentirse linda es su Nirvana, es el Big Bang que explota frente al espejo debajo de la peluca rubia, de los maquillajes excesivos, del perfume y de los tacos altísimos. Cuanto más te parezcas a esa mucama francesa o a esa putita que llevas adentro, más cerca estarás del máximo placer. Me imagino lo desalentador que debe ser para una feminista tener que compartir un ladies toilet con una sissy maquillándose a su lado y contándole sus fantasías.


   Una sissy se parece en algo a una drag queen: siempre está en transición. Cada noche en que se monta de mina, pugna por mejorar su producción persiguiendo un ideal femenino estereotipado hasta el detalle. Como todo arte, el arte de sissificarse es factible de ser perfeccionado en cada sesión. Pero a diferencia de la queen, que puede montarse para una actuación o para interpretar a un personaje, la femineidad sissy es siempre fetichista. Es una experiencia sexual que tiene todas las características del deseo masculino de querer pasar al otro lado porque sabe que allá se goza más y mejor.






   La sissy busca el placer sexual a través de su apariencia porque cuanto más linda se sienta, más excitada estará. Esa búsqueda ansiosa de la apariencia frente al espejo es casi o más importante que el sexo mismo. La sissificación se parece muchísimo a la forma en que los hombres adinerados eligen a un robot sexual. Quienes compran las muñecas sexuales tipo Harmony, pueden seleccionarlas entre diversas estructuras corporales, facciones y hasta pautas de comportamiento diseñadas cibernéticamente. En forma fría y detallista, lejos de toda norma moral, ellos diseñan a su prostituta ideal. En el caso de la sissy, la muñeca y el hombre son la misma persona. 

   Cuando un hombre desea diseñar a una sissy sobre sí mismo cuenta con un margen muy acotado debido a las características de su cuerpo y de su rostro de origen pero no por eso va a dejar de intentar parecerse lo más posible a un ideal de mujer que casi siempre es verse lo más sexy posible y comportarse lo más puta que pueda. Cuando una sissy practica feminizarse y se juzga a sí misma frente al espejo, caminando o haciendo gestos, no se diferencia demasiado del macho que le pone puntaje a la mina por su belleza, sólo que acá el macho y la mina son la misma persona. No nos puede extrañar entonces que hasta la palabra sissy sea rechazada por el mundo de la diversidad sexual y abominada por el feminismo.

   La ruptura con las nociones tradicionales de género han dejado totalmente demodé y anticuado al modelo femenino original que inspira al sissismo. La corrección política predica que sentirse linda puede ser importante para una mujer pero ser mujer es mucho más que sentirse linda. Al igual que las crossdressers y las mujeres trans, las sissies también aspiran a ser tratadas como mujeres pero sus deseos fetichistas las llevan inevitablemente a convertirse en estereotipos de mujeres artificiales y frívolas. Afeminadas hasta el exceso, se pavonean orgullosas de su condición de putas fiesteras y felatrices golosas, ideales para complacer fantasías masculinas. Son consideradas apenas una caricatura de mujer. Ese es su pecado original y por eso una pecadora irredenta como yo las encuentra tan, tan atractivas.












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