Me
deleita saber que tienes testículos porque es lo que hace más intenso mi juego
y más valiente el tuyo. Hoy decido que voy a cambiarte las fichas para poner
mis propias reglas.
Tengo un
puñado de cartas sobre mi elegante y mariquita escritorio cibernético. Esas
cartas son viejos relatos de varones trastornados por la crossdressina que se
atrevieron a cumplir con un rito ancestral conocido como travestismo y supieron
transformar su cuerpo viril en una especie de homenaje a su Marilyna doméstica
sin otra pretensión que llegar a ser Ella, la Gran Afrodita Monroe (si Marilyn
te resulta demasiado vintage, podés
pensar en Angelina o en Rihanna o en la que más te guste). Me cuentan de sus temores, sus ansiedades, las
eyaculaciones y los secretos de una sexualidad que no va más allá de una profunda
admiración por la Mujer sensual y ultrafemenina; la mujer fetiche que ellos querrían ser y que
suele ser la misma que ellos querrían amar.
Le doy a
los dados y a las fichas una libertad histriónica e hipersexualizada. Mi escritorio es el
ambiente perfecto porque es emblemático el torrente de fantasías relacionadas
con las relaciones secretaria - jefe y el furor de las escenas porno que suele
acompañar al dictado de una carta. Ahí está
la sexy secretaria de blusa blanca, tailleur formal, medias negras con
portaligas, tacos altos o botas (ay que perversa!) y minilentes por debajo de sus vaporosas pestañas. Su
cruce de piernas y el perverso jueguito con una lapicera en sus pintados labios
provoca que el señor poderoso caiga rendido ante sus encantos. No estoy
inventando nada, lo hemos visto miles de veces.
Entonces
la tengo, como casi siempre que la busco. Y no hacen falta muchas palabras, ni
manuales, ni jueces. Esta vez busco a un varón, que no se diferencia demasiado del
resto de los de su testicular especie. Los testículos llenos que hacen más
intenso mi juego y más valiente el suyo. La diferencia es que esta sub-especie
esconde una puta en su vida erótica, es la puta con la que se masturba, la que
tiene el color de lipstick perfecto, el perfume soñado, la sonrisa de
insaciabilidad, la puerta entreabierta para salir a jugar a sus febriles
fantasías.
Doy pocas instrucciones, las suficientes para que la falsa secretaria se uniforme para cumplir su único deber; obedecerme y comportarse como una empleada ejemplar. Una jefa como yo no soporta mediocres amoríos. Ella entra a la recámara que se traviste de oficina. Le ordeno que se siente frente al teclado y le dicto la carta más puta, elegida entre todos los relatos que me excitaron. A cada palabra que ella escribe, se dibuja en su cuerpo un temblor erótico. Se muerde los labios a cada frase, enrieda sus dedos en la melena de su peluca, mueve sus largas piernas en un cruce y descruce que sólo sugiere su íntimo deseo secreputo de abrirse para Mí. Termino mi dictado: ella se sonroja y se prepara para que su jefa sádica, sensual y femenina le firme la carta con su dildo de cintura ya enrosado por su lipstick de secreputa.
Doy pocas instrucciones, las suficientes para que la falsa secretaria se uniforme para cumplir su único deber; obedecerme y comportarse como una empleada ejemplar. Una jefa como yo no soporta mediocres amoríos. Ella entra a la recámara que se traviste de oficina. Le ordeno que se siente frente al teclado y le dicto la carta más puta, elegida entre todos los relatos que me excitaron. A cada palabra que ella escribe, se dibuja en su cuerpo un temblor erótico. Se muerde los labios a cada frase, enrieda sus dedos en la melena de su peluca, mueve sus largas piernas en un cruce y descruce que sólo sugiere su íntimo deseo secreputo de abrirse para Mí. Termino mi dictado: ella se sonroja y se prepara para que su jefa sádica, sensual y femenina le firme la carta con su dildo de cintura ya enrosado por su lipstick de secreputa.
En ese
ambiente sexual que fue travestido para parecer laboral, el poder fluye en
distintas corrientes entre ella y yo. Mi juego es jugarse a ser más una que yo misma y que él sea mucho
menos él que mi hermosa secreputa que
ya se pone en cuatro patas sobre mi escritorio para facilitarme la entrada. No
resisto y avanzo sobre ella estallando en un gemido de amor secreputo como
pocas mujeres son capaces de alcanzar cuando se acoplan con individuos
testiculados.
Se
animan ustedes a adivinar de qué trataba la tan puta y secreta cartita y a ponerle la firma de rodillas en mi
escritorio?