miércoles, 15 de septiembre de 2021

De como los medios construyeron Dóminas


   La generación millenial nacida y criada en el siglo XXI  ha crecido inmersa en un mundo de cine, televisión y series en donde son cosa corriente las imágenes y escenas protagonizadas por mujeres fuertes que dominan a los hombres. Para esta generación, las heroínas románticas o las femme fatales del siglo XX son tan anticuadas y alejadas de su realidad como los personajes de una película de época del siglo XVIII. Sin embargo, la mujer con poder es una creación reciente de la cultura humana y muchas podemos atestiguar el crecimiento de dicha criatura desde sus primeros recorridos en las pantallas y las páginas de las revistas. 

   Siempre es difícil encontrar la punta del ovillo de un cambio social pero no creo equivocarme demasiado si propongo a dos series televisivas de los años sesenta como íconos fundacionales del poder femenino en los medios. Si bien el Femdom llevaba décadas habitando en los circuitos underground, fueron BatmanThe Avengers las que abrieron la puerta y liberaron a la bestia. Los personajes femeninos de estas series, Catwoman (Julie Newmar) y Emma Peel (Diana Rigg), rompieron con muchas de las reglas no escritas que marcaban el rol de las mujeres en la televisión y el cine de aquella época. Por primera vez se mostraba en la pantalla que la belleza y el glamour  femenino no iban necesariamente por el lado de los vestidos sino por la ropa fetichista. Por primera vez las mujeres se mostraban sometiendo físicamente a los hombres en lugar de seducirlos con candidez y sumisión. Aquellos personajes femeninos fuertes y dominantes no tenían antepasadas. Eran novedosas y llamativas. Las chicas las observaban con curiosidad y los chicos las amaron para siempre. 



Julie Newmar como Catwoman



Diana Rigg como Emma Peel



   Emma Peel hacía triunfar el bien castigando a los bad boys con sus golpes de karate pero siempre tenía a mano una sonrisa y un gesto de seducción. Catwoman torturaba a Batman y a Robin con un sadismo que no estaba exento de humor. Eran chicas peligrosas pero no perdían el toque que las volvía  adorables. Muy lejos de los sórdidos cines donde reinaban las películas de sexo pajero, sus provocaciones tenían un aire juguetón y  podían transmitirse en horarios prime time para toda la familia. El simbolismo psicológico del fetichismo en esas escenas era muy profundo porque Julie y Diana rendían a hombres que parecían en principio fuertes pero que de pronto se mostraban débiles ante ellas. Del otro lado de la pantalla, los chicos podían comenzar a identificarse con el perdedor sometido por la sexy en lugar del clásico macho alfa ganador. Nunca sabremos cuantos millones de hombres a lo largo de todo el mundo le deben su sexualidad sumisa a aquellas meriendas de la tarde frente al televisor. 

   En los años setenta, los años de mi infancia, Charlie´s Angels representó otra vuelta de tuerca hacia la femineidad poderosa. Las protagonistas no eran tan sensuales, costaba encontrar alguna escena fetichista y los guiones eran cuasi infantiles pero menuda revolución era poner en pantalla a tres bellas mujeres solteras e independientes resolviendo casos policiales que hasta ese momento era casi por completo un asunto para hombres duros. Yo todavía recuerdo el cosquilleo que me provocaba ver a Farrah Fawcett y a sus compañeras, con sus melenas setentosas, sacando los revólveres de sus carteras y enfrentando situaciones difíciles a pura acción y me puedo imaginar lo que podrá haber causado en la psiquis de los varones de mi edad. 





   A fines de los setenta y principios de los ochenta llega la siguiente revolución bajo el formato del video clip. La música ya deja de ser sólo canciones y adopta para siempre el formato audiovisual, sale del tocadiscos y llega masivamente a los televisores. Madonna conducirá gran parte de su carrera a partir del arte de la expresión en el video combinando canciones pop con sexualidad fetichista para construir un imperio donde la regla es el poder femenino. Más allá de los talentos artísticos, la cultura pop promociona explícitamente a este nuevo tipo de mujer dominante que cautiva y atrae a hombres y mujeres por igual. Paralelamente, la videocasetera hogareña lleva el porno a los dormitorios matrimoniales y las productoras de films XXX comienzan a descubrir que la demanda de Femdom fetichista crece continuamente. El aura dominante que comenzaban a irradiar las nuevas divas en los medios despertaba cada vez más la naturaleza sumisa en los hombres. Y las mujeres también se iban atreviendo a disfrutar de ese nuevo rol.

   El mundo de la moda no permanece ajeno a estos cambios. Son los años noventa, el reinado de las supermodelos está en su apogeo y genios vanguardistas como Jean Paul Gaultier, Thierry Mugler y Gianni Versace transforman las pasarelas en verdaderos dungeons fetichistas para que las modernas dominatrices desfilen osadas fantasías eróticas en latex, cuero y vinilo. Los tacones crecen en altura y osadía; las botas vuelven a llegar bien arriba de la rodilla. Una de las más famosas colecciones de Versace fue la de la temporada 1992 – 1993 y se llamó Miss SM

   En el cine de aquellos años, comenzaron a ser cada vez más populares las películas protagonizadas por mujeres de físicos poderosos como Julie Strain y Brigitte Nielsen. Tan fuertes como malvadas, esas heroínas mataban y torturaban a los desdichados hombres que se cruzaban en su camino y exorcizaban la oculta fantasía de muchos sumisos de ser pisoteados y aplastados por crueles mujeres gigantes. Pero el gran paradigma de la mujer fetiche vuelve a ser Catwoman, esta vez interpretada por Michelle Pfeiffer en Batman returns. Aquella nueva Catwoman fue un personaje que dejaría una huella imperecedera en la sexualidad Femdom. Es una pena que todo el film se haya centrado tanto en los aspectos visuales (el catsuit de vinilo, el látigo, la rubia belleza helada de Michelle) mientras que la mirada psicológica del juego de poder que propone Selina – Catwoman queda en un segundo plano. De todos modos, el cine entrega pocas metáforas sobre la dominación femenina tan punzantes como la forma en que Selina Kyle enfrenta su destino sin retorno de mujer – gato que paga el precio de su feroz independencia frente a un insípido Bruce Wayne que se limita a ponerse el traje de Batman para jugar un juego de rol del que entra y sale sin consecuencias.


Michelle Pfeiffer como Catwoman


   Otros dos personajes contemporáneos de aquella Catwoman también marcarán la naturaleza de la mujer dominante en el cine y la proyectarán sobre toda la sociedad. Son Catherine Tramell y Rebecca Carlson, interpretados respectivamente Sharon Stone en Basic Instinct  y Madonna en Body of Evidence. Ambos films son un paso adelante en el desarrollo de tramas cinematográficas en donde una bella mujer de fuerte carácter se revela como dominadora de hombres desde el intelecto, además del sexo. Es interesante que los hombres que las enfrentan también se consideran a sí mismos inteligentes y capaces. No son sumisos pero ellas saben combinar de modo tan demoledor y desprejuiciado su seducción junto con la inteligencia que ellos van cayendo en sus redes de poder sin siquiera advertirlo. Catherine y Rebecca son la perfecta encarnación de un tipo de mujer sádica y moderna que rompe barreras y consigue todo lo que se propone combinando sexo con inteligencia en las dosis adecuadas. 

   Esta columna pretende ser solo una breve reseña de como los medios masivos del siglo pasado, el cine y la televisión, contribuyeron a moldear lo que hoy en pleno siglo XXI reconocemos como la mujer Femdom. Como todo estereotipo, como todo molde, puede gustarte o no. 


Sharon Stone como Catherine Tramell


Madonna como Rebecca Carlson

 

6 comentarios:

  1. Gran artículo, querida Roxy. Entre las mujeres dominadoras que has mencionado, la más sensual, en mi opinión, es Sharon Stone, en la película "basic Instinct", en la escena en la que cruza las piernas haciendo vislumbrar por un instante su sexo: un momento que, si brevísimo, lleva en sí una increíble carga de sensualidad, no tanto por el particular mostrado, sino por la mirada provocativa, y, por lo tanto, dominante, que acompaña al gesto. Un abrazo, Gia.

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    1. Una escena inmortal, querida Gia. Un personaje inolvidable.

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  2. Lindos y acertados recuerdos
    atte
    Comm

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    1. Recuerdos que nos marcaron y lo siguen haciendo, Commendatore

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  3. Que gran post! Que suscribo al 100%. Cuantos hombres se convirtieron en sumisos sin saberlo viendo a Diana Rigg? En España a miles, seguro!! Y cuantos en sissies viendo los Angeles? Cientos de miles jaja!!! Estoy segura!!!

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    1. No sólo en españa, gerita..en el MUNDO ENTERO!!!! Por algo se sigue hablando de Ellas, siguen siendo recordadas, siguen haciéndose películas con sus sagas.

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