viernes, 7 de enero de 2022

Secretos y misterios



 

    Vos no serás de esas que andan con látigo entre las sábanas, no?

   La pregunta aterriza en la mesa cual meteorito eyectado del planeta perdido y árido en donde habita el preguntón: un amigo vainilla de mi sumiso esposo al que solemos ver en algunas reuniones de amigos y que suele soltar la lengua cuando toma una que otra copa de más. Me sonrío con cara de poker y la cosa queda ahí. Es demasiado evidente su deseo de estar bajo esas sábanas y al calor del látigo al que se refería en su inoportuna y espontánea pregunta. Su esposa de toda la vida lo mira con ganas de asesinarlo mientras el pobre, sin darse cuenta de la reprimenda que le espera cuando llegue a su casa, no puede sacar la vista de mis botas Carmen Steffens mientras sigue esperando una respuesta qué decido no darle. Vuelvo a sonreír y no dejo de cruzar las piernas para lucir el largo de la caña y los tacones más las cremalleras doradas que parecen reflejar todas las luces del salón. No doy explicaciones: conservo mi misterio.

   La pregunta irrespetuosa no me sorprende. Estoy acostumbrada a que los hombres reprimidos encuentren en mi presencia una oportunidad de hacer catarsis. A diferencia de los sumisos, los hombres de sexualidad vainilla no tienen a su alrededor mujeres dominantes con las cuales poder compartir deseos y fantasías. No habría mayor liberación para ellos que una relación de dominación femenina, una dominación que todavía conserva un aura misteriosa que la vuelve un mundo de reglas propias, lejos de otras formas.

   Las vestimentas fetichistas, las acciones sexuales pervertidas y la desigualdad de poder caracterizan a la dominación femenina como si la misma fuera un mundo al revés. Los hombres que ingresan de la mano de una Domme por los caminos de este Wonderland femenino lo hacen con ciertos temores pero esperanzados en que serán liberados cuando se sometan a Ella. Vaya paradoja, esclavizado sin remedio ante los caprichos y la altanería de una mujer, para el varón sumiso se abren caminos de goces imposibles de acceder en otro tipo de relaciones. Es esclavo de Ella y libre de sus propios prejuicios. Relaciones de este tipo requieren necesariamente de una dosis de secreto para evitar escarnios o un exceso de preguntas desubicadas como aquella que tuve que escuchar.

   Las normas que rigen dentro de un dungeon femenino expresan los deseos de una mujer erótica y sensual. Es muy diferente a todo, hasta de lo que propone el BDSM convencional, lleno de leyes y reglamentos fundados en argumentos morales, lógicos e igualitarios. Es Ella quien recibe al reo, lo encadena a su lujuria y lo libera de sus ataduras mentales porque sólo vale Su palabra y Sus deseos. Ella no otorga derechos ni se preocupa por los consensos porque sabe que gracias a su comportamiento autoritario y veleidoso, se evapora la absurda responsabilidad social asignada al varón como artífice del placer de la pareja. Es Ella quien disuelve la tremenda presión de tener que estar a la altura de satisfacer sexualmente a una hembra con altos estándares. Así es como él pasa a ser un caballero al servicio de los deseos de la Dama y puede olvidar su falo y su masculinidad, tantas veces poco confiables y causantes de tantas inseguridades. Una mansa esclavitud, un placentero dejarse llevar.

   Hace años, el sexo swinger era el summum morboso de las relaciones prohibidas. Hoy está blanqueado, las parejas abiertas son moda y nadie se asombra demasiado cuando lee testimonios de sus experiencias. Ocurrirá lo mismo con la dominación femenina? Se hablará de Dóminas y esclavos con la misma libertad con la que hoy se habla, por ejemplo, de bisexualidad o de parejas abiertas? Cierta literatura de vanguardia en el mundo anglosajón hace rato que propone a las LFR como un modelo de organización familiar y de pareja. LFR es la sigla que corresponde a Lead Female Relationship; una relación de pareja liderada por la mujer. Pero una dominatriz no es una lead female, es algo más. La dominatriz es la perversión del sexo prohibido, es el vestidor fetichista, el carácter clandestino, el secreto y el misterio. Una lead female es plenamente aceptada en sociedad y hasta apreciada por los círculos de cultura feminista. Una dominatriz, jamás.

   Seremos alguna vez una faceta más dentro de la diversidad sexual? Yo apuesto a que no, por lo menos en lo inmediato. Estoy segura que Wanda mira al vestidor en donde esconde sus pieles, me guiña el ojo y me sonríe con picardía cómplice con un Severin adorándola a sus pies. Nos entendemos muy bien porque en nuestro femenino mundo de sensualidad y misterio, no hace falta que nadie aclare ni revele nuestro secreto. Solamente Nosotras y ellos sabemos que el látigo está entre nuestras sábanas.






2 comentarios:

  1. Muy interesante exploración del mundo donde la dominatriz es una mujer. En cuanto a tu apuesta, estoy totalmente de acuerdo contigo. Es también por eso, que escribo novelas donde las mujeres están libres de todo tabú con respecto a la dominación-sumisión sexual: que al menos en la fantasía esto sea posible, para llegar a una catarsis a nivel psicológico, si no carnal.

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    1. Gia, en tus novelas, las mujeres son seres deseantes y constantes buscadoras de placeres. El BDSM es entendido como el máximo refinamiento, el placer más exquisito. Por eso tus novelas me atraen tanto y me identifico tanto con tus heroínas.

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