lunes, 23 de enero de 2023

Jugar la Dominación Femenina (parte II)

 




   Reconocer al BDSM como un juego que nos proporciona exquisitos placeres sexuales no es otra cosa que una vuelta a sus bases para limpiarlo de tanta charlatanería mística y educativa que lo ha infectado de seriedad. Una sesión de dominación no es otra cosa que un gran teatro en donde jugamos bajo condiciones controladas nuestras fantasías de dominación y sumisión. No sé, y no sé si querría saberlo, cual es la causa por la que yo me regocijo en esta clase de sexualidad y disfruto montando barrocas escenas cargadas de morbo en donde soy la sádica vestida de negro que goza sometiendo a quienes gozan sometiéndose. Lo que sí me importa, lo único que me importa en realidad, es que el juego me divierte mucho y estoy segura que así también lo vive mi esclavo marido y el resto de mis ocasionales partenaires.

   Siempre me gusta ejemplificar lo que sostengo con alguna experiencia concreta. En este caso, es de algunos años atrás. Fue en una clásica reunión de mujeres en la casa de alguna de ellas, todas calzadas con chatitas menos yo, que llevaba botas cortas por encima del tobillo y con un taco alto suficientemente llamativo para que en un momento se volvieran el centro de la conversación. La verdad, yo no podría usarlas, decía una. Me encantaría ponérmelas pero no me animo, decía otra. A ella le quedan preciosas porque sabe combinarlas opinaba una tercera. Es que son mi fetiche, azoté yo sin compasión.

   Recuerdo los instantes de tensa incomodidad que siguieron tras mi abierta confesión. De golpe, las botitas ya no eran moda, eran sexo. Yo no era una mujer sexy; era una mujer sexual. La sola palabra fetiche (y ni hablar de sadismo o sadomasoquismo) genera sentimientos poderosos pero contradictorios: es tanto lo que atrae como el temor que genera, un temor inherente a desatar fuerzas de obsesión y perversión incontrolables. Por más que las pasarelas de los grandes diseñadores exploten de cuero y vinilo, casi nadie interpreta la palabra fetiche como lo que en realidad es: una prenda de carácter mágico, una expresión sexualizada del glamour y la belleza femeninas.

   Después las anécdotas y opiniones fluyeron durante rato largo, hasta que, la recuerdo especialmente, una de ellas dijo Por el tipo de taco alto, me hacen acordar a unas sandalias que tenía mi mamá. Yo siempre se las robaba y me las ponía a escondidas para jugar a ser princesa.

   Jugar a ser princesa. Que hermoso concepto! Crees que las adultas ya maduras podemos seguir haciendo volar la imaginación y vestirnos para jugar? Jugar por el juego mismo, por divertirnos, disfrutar lo que sentíamos cuando niñas pero esta vez jugando con juegos de adultas. Jugar a ser princesa, a ser chica pinup, a ser stripper, a ser dominatriz, sin importarnos que tipo de cuerpo tengamos, sólo por el simple y puro deseo de gozar. Eso es lo que el fetiche nos proporciona.

   Una mujer que domina a su pareja desde los fetiches puede transformarse en la encarnación misma de una diosa del sexo. Corsettes, lencería negra y sedosa, tacones altos, guantes largos, catsuits, botas, largas uñas rojas... desde hace siglos que las mujeres sabemos como ponernos bellas y deseables para jugar con el sexo y provocar adoración y deseo. Si queremos, podemos convertir a nuestro dormitorio en un playground de goces teatralizados. Eso es ser una dama fetiche y saber jugar el juego.

   Las niñas que juegan a convertirse en princesas gracias a las sandalias de taco alto que casi seguramente su mamá ya no usa intuyen que sólo ciertas prendas femeninas poseen la gracia de ser transformativas y que esa transformación las hace más bellas. Ellas quieren ser princesas porque las princesas son bellas y saben que sin zapatos de taco alto no hay princesa.

   La magia del fetiche (de los tacos altos o de lo que sea) reside en su poder transformador y en que ese poder es embellecedor. Ese poder nos abre la puerta para ir a jugar. Que decidas o no jugar el juego es algo que sólo depende de vos.


lunes, 16 de enero de 2023

Marcus Gray


   Marcus Gray nació en 1971 en Glasgow, Escocia, y fue criado con una rica dieta a base de películas de ciencia ficción y cómics. De formación autodidacta, sus primeras pinturas fueron realizadas con aerógrafo para fines comerciales, trabajando también como diseñador gráfico durante varios años.

   En 1992 llegó su punto de inflexión. Buceando en una librería descubrió a Alphonse Mucha quien le inspiraría para crear sus primeras pinturas girlie y rápidamente establecer su estilo retro futurista. Su trabajo ha sido publicado en varias revistas fetish. Marcus también escribe y dibuja sus propios cómics eróticos.


Quiero expresar la experiencia de lo que es para una mujer usar el latex, sentirse excitada, sentirse sensual, peligrosa y bella. Estas mujeres conocen el poder de su sexualidad y el profundo efecto que tiene sobre los hombres.

Hay oscuridad y luz, placer y dolor en la vida de todos. Se trata de crear un equilibrio de gran alcance de estas cualidades, que defina para mi la esencia de la belleza.

 Marcus Gray























sábado, 7 de enero de 2023

El placer como bien supremo




   Según el filósofo griego Epicuro, autor de la doctrina que lleva su nombre, el epicureísmo, la muerte y la vida, es decir, el devenir de las cosas, está marcado por el movimiento vertiginoso e incesante de átomos que se juntan y se separan según leyes que hasta el momento se desconocían (hoy ya no). La muerte no es nada para nosotros, decía Epicuro, pues cuando ocurre ya no existimos, y por tanto no podemos sentirla. Hay dos sensaciones principales causadas por los átomos que influyen en el comportamiento humano: el placer y el dolor. El hombre busca y debe buscar naturalmente el placer. Pero no cualquier tipo de placer, el vulgarmente concebido placer del vientre, como solía decir, pues éste no es más que un falso placer. Epicuro sostiene que el ser humano debe procurar obtener los placeres del alma. En este sentido, Epicuro es el primero en desarrollar toda una teoría sobre la búsqueda del placer con profundas implicaciones para la ética.

   La cultura que hereda la influencia judeocristiana posee una enorme habilidad para disminuir el valor del placer o directamente, para condenar su búsqueda. Pensamos en el placer como en una frivolidad, como un escapismo o directamente, como algo peligroso a evitar. Tendemos a no conectar la experiencia vital con la voluntad de experimentar placeres a medida que se nos van presentando las oportunidades de vivirlos. Lo cubrimos de una nube de superficialidad, prohibición y mundanidad. Pareciera que el placer siempre debe ser fundamentado para evitar sospechas y para darle un mayor y más profundo significado que el goce por el goce mismo.

   Todos los placeres relacionados con el sexo están directamente vinculados con lo corpóreo, con lo sensorial. El placer que implica el dedicarse a formas sexuales reconocidas como BDSM no son sólo táctiles: la vista, la estética de lo visual, cumple un rol importantísimo disparando sensaciones de placer. A los elementos y las actitudes que visualmente nos provocan placer y nos excitan a buscar más placeres, los llamamos fetiches. La potencia placentera que puede obtenerse a partir de los fetiches es tan grande que es capaz de modelar personajes dentro de las personas. Puede llegar el caso de fundir el personaje con la persona. Las travestis, las sissies y las bimbos son ejemplos diarios de esta clase de búsqueda del placer, siempre temida y casi siempre condenada, porque es capaz de desencadenar respuestas humanas imprevisibles. Sentirse mujeres bellas es una forma de placer supremo, es una forma de celebrar la vida misma.

   Yo afirmo que cuando el placer conseguido en el sexo puede combinarse con otros sentimientos que nos acerquen a una comunión espiritual con otras personas, es cuando se transforma en felicidad. A mi me encanta el sexo y los juegos de dominación pero no recuerdo como particularmente felices a mis experiencias más promiscuas en donde sólo disfruté lo sensorial. Pero si todo ese despliegue sexual fue complementado con algún acercamiento afectivo o emocional con otras personas con las que actué, aunque haya sido una simple conversación posterior al encuentro o un brindis póstumo, entonces seguramente esa noche tendrá un lugar especial en mis memorias. Fue un placer del alma, de acuerdo con Epicuro.

   Siempre cito a Ama Eva cuando dice Conozco qué es lo que de mí excita a los sumisos fetichistas pero..qué me excita a mí? Pues a mí me excita excitar. Podría parafrasearla diciendo A mí me da placer dar placer. Aquella vieja patraña que condena el goce como un sentimiento egoísta se troca en una de las formas más maravillosas y compartidas de la felicidad humana. Vivo para dar y recibir placer. Qué hermosa forma de vivir!

   No sé lo que diría hoy Epicuro si pudiera vernos en acción a las dominatrices y a los esclavos en nuestras sesiones buscando vivir las más placenteras sensaciones. Epicuro podría confirmar que el placer del sexo combinado con las otras vivencias humanas que salen a la luz a través de la dominación femenina no sólo posee el don curativo de amortiguar a las desgracias y los dolores de la vida sino que torna a nuestra sexualidad en un impulso más vital y no destructivo sino positivo y constructivo.

   El devenir de las cosas está marcado por el movimiento vertiginoso e incesante de átomos que se juntan y se separan. Así, con el mismo concepto atomista de Epicuro, nuestros cuerpos se descubren, se penetran, se atan, se confinan, se besan, se masturban, se spankean, se sissifican. Movimientos vertiginosos e incesantes buscando deleites. La búsqueda del placer como el supremo bien.




domingo, 1 de enero de 2023

Arollo Boots. Sus clientas modelos

 

   Las botas Arollo (https://www.arolloboots.com/) están entre las más deseadas y bellas del mundo. Sus modelos suelen son divas fetichistas de una belleza casi sobrenatural como Stella Van Gent o Russian Fetish Queen (las podés ver en este link). Pero Arollo también tiene el buen gusto de promocionar sus botas con fotos de algunas de sus clientas. Aquí, doce de ellas. Son las modelos que no sólo posan sino que compran y usan en su vida personal a las sado, sensuales y femeninas botas overknee de Arollo. 

   Así empezamos un nuevo año en mi blog. 


BIENVENIDO 2023 SADO SENSUAL Y FEMENINO




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