domingo, 12 de marzo de 2023

La paradoja de la humillación

 





   Cuando me defino como sádica no es porque goce provocando dolor sino porque postulo que la plena satisfacción de mis impulsos sexuales es el único fin que persigo aunque a veces no los obtenga o los obtenga parcialmente. Como afirmé en la primera entrada de mi blog, hace más de diez años, dominar es darme los gustos. Lo que hago, lo hago para mi placer y para la satisfacción de mi ego. Yo no me preocupo por tutorear adultos ni por escuchar sus penas ni tampoco pongo esfuerzos en regalar azotes a masocas neuróticos. Yo domino a través de un suave sadismo sensual y femenino que me hace feliz. Se supone que quien participa conmigo, es libre de irse si mis formas no le agradan.

   Uno de los gustos de los que nunca me privo para divertirme en el sexo nace de la humillación sádica, que puede fluir desde algo chispeante y divertido hasta la injuria despiadada, pasando por todos los grados intermedios. Confieso que ya no podría prescindir del uso humorístico - humillante de la palabra en cualquier tipo de situación sexual o erótica. La humillación verbal me parece la más exquisita y divertida forma de someter.

   Pero aquí es donde conviene detenerse para analizar si lo que llamamos humillación en BDSM es realmente humillante. Cuando el sexo se tiñe con las prácticas y acciones propias del BDSM, ingresamos a un gran teatro de simulaciones en donde lo que se dice rara vez tiene asidero en una realidad concreta. En este mundo de ficciones y fabulaciones, el sumiso humillado es una de las mentiras más encantadoras. Así como nadie es en realidad Ama ni sumiso de nadie porque todo el mundo ocupa el lugar que le place, sea dominando o siendo dominado, suele ocurrir que los esclavos fetichistas se excitan al ser humillados por sus Dóminas, por lo que la humillación, en realidad, no es tal.

   Un marido esclavo como el mío puede considerarse humillado si me acompaña a alguna fiesta sexual tipo gang bang en donde voy a buscar sexo con hombres más jóvenes y mejor dotados que él o mejor aún, con mujeres, dejando bien en evidencia que gozo más con ellas que con él. Pero la humillación se hace mucho más explícita si le ordeno, delante de todos, que se ubique como mi banquito apoyapies para que yo tenga un sexo más cómodo con alguno de mis amantes y al mismo tiempo sostenga mi bombacha atada al cuello como símbolo de su cornudez. Está evidentemente siendo humillado para la mirada de los demás que participan, que generalmente no entienden nada de las claves en que se desarrolla el lenguaje actitudinal del BDSM. En realidad para él es todo lo contrario; él está viviendo la privilegiada experiencia de ser públicamente el esclavo elegido por una diosa del sexo. Para sus propios parámetros, es un elegido al servicio de su dama fetiche. A la vez, y desde esa posición bottom, también controla muy masculinamente mi seguridad y vigila que nada se salga de los carriles esperados. Y eso es fundamental en mi juego de seducción y poder porque me permite sentirme segura y confiada en su respaldo.

   Es posible que el poder del spanking radique en la sensación de dolor así como el poder del bondage radique en la sensación de inmovilización. Dónde radica entonces el poder de la humillación? En que la palabra humillante sea creíble. Cuando le ordeno a un esclavo (sea mi marido u otro cualquiera) un comportamiento o actitud que es evidentemente humillatoria, mis formas deben ser propias de la dominatriz con poder sobre él que aspiro a ser. Si así no lo fuera, la situación perdería elegancia y se volvería tosca y sin gracia. Algunas dominatrices noveles cometen ese error en sesiones públicas y creen que demuestran poder utilizando gritos y modales groseros. Más bien todo lo contrario, una palabra sutil a media voz puede llegar a ser mucho más ponzoñosa y efectiva. Y por supuesto, la apariencia fetish de la dómina debe ser cuidada y acorde a la situación. No es el acto humillante en sí lo que excita a los sumisos varones. Es la mujer sádica.

   La humillación Femdom es una demostración explícita del poder de la mujer sobre el hombre. Al humillarlos, ellas se comportan de un modo altanero y sádico que es exactamente lo que ellos desean. La paradoja de la humillación es que la humillación, para el humillado, no existe.








12 comentarios:

  1. No podria estar mas de acuerdo.
    Brillante
    Atentos saludos
    Comm

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  2. Las veces que pude ser sissy, como me hubiera gustado tener a una domina que supiera llevarme con sus palabras. Preciosa columna Señora

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    1. Gracias susy. Las sissies son las mejores "humilladas", y las que mas lo gozan

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  3. Se suscribe al 100% por todas nosotras las maris, que puede haber menos humillante que sujetar las bragas de tu dueña mientras goza con un hombre de verdad y tu gozas viendola a ella gozar? No puede estar mas claro. Gracias por su, de nuevo, maravilloso articulo Mistress.

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    1. Cuando el esclavo está sissificado, la humillacion vale doble. Y el placer tambien. gerita, brillante lo tuyo como siempre.

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  4. Hace poco tiempo, mi Ama Mistress Roxy y yo, su esclavo marido, entramos a una tienda de calzas o leggings...ella eligió y delante de todas vendedoras, chicas jovenes y bonitas, les dijo . "El es el que paga, yo elijo" Todas rieron y yo, sonriendo, fui, y pagué muy feliz de la vida. Salimos los dos riendo. Pero si ella, en lugar de unas sexy calzas negras brillantes, eligiera otro tipo de prendas, como esas horribles ropas asexuadas que la mayoria de las mujeres usan, seguramente mi cara hubiera expresado el mismo fastidio que ponen la mayoria de los hombres en esa situacion.

    Gracias Mistress Roxy. La humillacion del sumiso Findom no existe.

    cheshirecat de Mistress Roxy

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  5. Mistress Roxy, siempre tan clara.
    En lo que puedo hablar de mi, no es el acto en si de humillación lo que me excita sino cuando va acompañado de un sentimiento de real dominación por parte de la Ama. Si esto no sucede, lo siento como un bondage con los nudos flojos o unas esposas sin llaves. Ahí se pierde el placer de la inmovilización. En el caso de la humillación sería algo similar. No me excita para nada un insulto por más humillante que sea vociferado a los cuatro vientos como si fuera una escenografía barata de algo que no se entiende. Me excita la palabra justa de una Domina, vestida con ropa de cuero /latex y unos buenos tacos (si son botas altas mejor), aunque sea dicha en el oído, que me moviliza y me hace sentir que no puedo hacer otra cosa que servirla en lo que ella disponga. Y es placer. Cómo Ud. dice muy bien, la paradoja de la humillación.

    Princesa sado sensual y femenina

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    1. Mi querida Princesa, amo tenerte de nuevo en mi blog. Como me gustaria tenerte de sumisa y jugar con vos estos juegos fetichistas de humillacion que tanto nos gustan!! Besos. Tu comentario es desde el alma, un comentario de Princesa SSy F.

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  6. "La paradoja de la humillación es que la humillación, para el humillado, no existe". Al leer la frase tuve esa sensación de que algo no estaba bien, que tengo cuando termino de escribir y postergo una revisión. Porque la idea es errónea. La paradoja de la humillación en BDSM es que simultáneamente una misma persona percibe la existencia (o piensa la existencia) de la humillación y no percibe la existencia (o no piensa la existencia) de la humillación. El espacio transicional de esa situación paradójica es el fundamento del BDSM.

    Aparte, confirmo que en mi caso, como sumiso imaginario del BDSM, me excita la idea de la mujer sádica del BDSM, por la confianza en que la Dómina goza sometiendo. Me encantaría que un Ama perversa y sádica me esclavizara con gusto dentro del BDSM y simultáneamente no me encantaría. Quiero ser una esclava sissy y no quiero serlo.

    Alejandro
    sonriealejandro@gmail.com

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    1. Alejandro. Muchas gracias por tu comentario. Es muy interesante porque planteas que la humillacion es percibida o no es percibida simultáneamente. y quizas es porque es dinamico: en tu fantasia te gustaria pero crees que en la realidad no y que serias humillado de verdad, y que no te gustaria. Generalmente, los que fantasean con ser humillados gozan mucho cuando los humillo, pero quizas es porque soy muy suave como humilladora.

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