Este blog cumple diez años en pocos meses. Diez años de continuidad mes tras mes y semana tras semana. Antes del 2012 yo participaba activamente en foros y sitios web sobre sexualidad, BDSM y fetichismo pero nunca pensé que iba a pasar tanto tiempo y a dedicar tantas líneas escribiendo sobre mi propia intimidad erótica. Cuando releo el blog, tanto las columnas como los videos y el resto de la gráfica, me sorprendo que mis experiencias, mis deseos, mis fetiches y mis fantasías hayan dado para tanta tela. Mis historias son un flujo en el tiempo; pareciera que fueron vividas para después ser narradas. Hemingway solía decir que no se puede poner en palabras a un sentimiento pero sí se puede describir la escena que lo detona. En algo de eso estuve metida en estos diez años. Describir las escenas me ayuda a rememorarlas para mantenerlas vivas, para planear otras, para conversar conmigo misma y a menudo para masturbarme a pleno placer recordándolas en mi mente. Parece loco pero como diría Lewis Carroll las mejores aventuras las viven los locos.
Y si de locos se trata, que mejor que referirnos a ellos, a los locos más románticos, los sumisos de las mujeres. Adoradores de las pasiones eróticas que nosotras les despertamos y trastornados por nuestros efluvios vaginales, nos obsequian con toda clase de atenciones, regalos, dinero, caricias, viajes, perfumes, y hasta ponen su propia vida en servicio en homenaje a las diosas terrenales del amor y de los paraísos sensuales y femeninos. Sin la intervención de Afrodita ningún hombre consigue ser feliz ni tampoco desgraciado, escribía Eurípides hace más de dos mil años. Ellos pueden ser los más felices, si Afrodita los elige, o los más desgraciados si Ella les es indiferente. No hay grises ni términos medios. Quiero tenerlos presentes como una forma de rescatar ese romanticismo tan vapuleado hoy por los falsos feminismos de moda. Si ellos son los fieles feligreses, nosotras debemos calzarnos las botas para ser las sacerdotisas de Afrodita.
Sacerdotisas de Afrodita. Sé de demasiadas parejas que en lugar de apostarle todo a que ella sea una sacerdotisa de Afrodita y él su fiel adorador, pasan hoy noches de soledad después de desperdiciar infinitas oportunidades de cachondeo mutuo y coqueteo recíproco por no animarse a explorar, por entregarse a temores infundados. Me duele en especial por las mujeres que nunca se atrevieron a curiosear para ver, saber o probar que había detrás de aquel espejo del deseo. La consigna QuedateEnCasa que nos obligaba a guardarnos para preservarnos del COVID nos daba a la vez la posibilidad a millones de parejas adultas de reinventarnos desde la intimidad forzada y transformar la rutina anterior en una nueva libertad para amar, para gozar, para sentir.
Si ponemos el placer femenino y el poder erótico que nace de nosotras como centro de coordenadas en cada momento de intimidad, los placeres del sexo brotarán por sí solos. Vamos que no es tan difícil, el culto a la diosa griega del amor no es un ritual demasiado rebuscado; te permite ser desde una chiquilla divertida y atrevida si sos de las busconas de braguetas hasta una dómina imponente para aquellas exigentes que sólo se permiten intimar con los que le suplican ser sus esclavos. Afrodita sabe del artificio, del engaño, del escondite, de la hora en que no hay niños deambulando por la casa, de la necesidad de relax de las presiones laborales y económicas. La Señora sabe. En sus dominios, cuando se la honra adecuadamente, el sexo gana una impronta sagrada. Es un sacramento.
Hoy arengo a que todas intentemos, sea desde la pareja, desde la masturbación solitaria o desde la orgía, a recuperar el poder de la sensualidad clásica femenina. Quiero más, deseo más y entonces gozo más. Como reza aquella frase de Eurípides, para no ser inerte y pasar por la vida desde el no – goce, las mujeres debemos enfocarnos en la intervención de Afrodita Hogareña. En una mujer, tendrás más placeres que desdichas y en el hombre, te encontrará una razón para vivir y soñar junto al trono de una Reina.