Las mujeres somos como las indias, cuando nos pintamos es que
queremos guerra.
La primera vez que me maquillé, tenía trece años. Fue
en la clandestinidad pero lo recuerdo como el ingreso a un universo estético de
los más puros, artísticos y espontáneos. La situación? Un campamento de verano,
en San Clemente del Tuyú, en la casilla rodante de los líderes. Testigos y
cómplices? Cinco chicas quinceañeras, mayores que yo e ignorantes de mi emoción
interna, que casi ni percibieron.
Materiales? Revoltijo de petacas de sombras,
media docena de Angel Face sobrantes de tías y madres, lápices
delineadores acrayonados que requerían sacarle punta después de cada trazo,
lápices de labios (en esa época no se llamaban lipsticks), esmalte
lila y calcio para uñas, brillos roll-on con sabores tutti-frutti y
un arqueador de pestañas metálico con aspecto algo atemorizante, como de
instrumento quirúrgico. Para el pelo? peines tenedores y savia vegetal para
mantener la permanente de rulitos afro.
Inspiración? Las chicas de Abba, Donna Summer,
Farrah Fawcett, Jaclyn Smith y mujeres por el estilo, las diosas de los
años setenta. El perfume? Colonias de jazmín y musk. Horario? Suspendido en el
tiempo de la preadolescencia. Conversación? Sobre todos los chicos del
campamento que no estaban en nuestro grupo y a los que apenas conocíamos de
vista.
Me senté a un costadito cerca del pasacassette Philips
a pila, con un casette del cual ya sabía casi todo el repertorio. Ellas
comenzaron como divirtiéndose y mientras una maquillaba a la otra, me
encontraron de pronto como la modelo ideal para probar la gran novedad de
sombras que en los comienzos ochentosos se llamaban iridiscentes. Las
muy perras literalmente me violaron el rostro como sacerdotisas
paganas y me dieron aquello que era lo que más deseaba desde el fondo de mi
ser. Durante el largo proceso de delciosa tortura, yo no quería mirarme a
ninguno de esos minúsculos espejitos que me ofrecían. Palpitaba mi destino de
Diosa y no quería verme a medias. En mi caliente interior de Afrodita, yo sabía
que me había preparado para ese estado desde hacía un par de años, y si bien
alguna vez lo había intentado sola y sin testigos, nunca hubiera alcanzado el
impacto de aquella noche, en medio de la sublime liturgia femenina de aquellas
chicas.
Pasame el brillo de párpados
El entrerriano es medio tímido
Hacele la línea de ojos más gatuna
Usá esta brocha más suave
Nena, te echaste encima la botella de musk!
Correle el pelo, que se le pega en el brillo labial
A mí me encanta el de la remerita Fiorucci
Todas hablaban de todo y al mismo tiempo. Por
un momento sentí que me iba a morir o que mis padres, quienes se
encontraban a más de trescientos kilómetros de distancia, me matarían si me
vieran así de entregada a ellas. Lo confieso, lo sentí. Y llegó el momento, el
principio del fin de aquellas maniobras bélicas: tras un espejo alargado que había
sobre la mesada de aquel templo, ellas se comenzaron a poner de pie y a
observarme todas juntas. No tuve opción, me paré y me entrometí hasta que
apareció mi carita en el espejo. No me reconocí. Ví a Narciso hecho
Muñeca. Fruncí mis labios avainillados de tanto brillo e hice el ademán de
un beso hacia mi propia imagen. Me idolatré. Las chicas se rieron de
mi atrevimiento inocente, se dedicaron un rato largo a ellas mismas y después salieron a vivir su noche.
Así fue como en esa noche playera de verano, mi tren femenino llegó a la primera estación del idilio de la estética. Yo era la misma pero mi
historia ya había cambiado de ruta y de paisaje. Yo era más Yo con mi
cara adolescente recién maquillada. Salí de aquel baño de campamento cual
Cenicienta entrando al baile de la Corte. Me quedaban chicas las sandalias y
decidí ir descalza hasta el bosque, con los talones alzados, simulando que
usaba tacones y hablando sola o con Afrodita, agradeciéndole el haber
descubierto en esa noche inolvidable las delicias de la sensualidad feminizada.
Aquello fue Sado, (qué duda cabe!) por parte de Ellas, pero
Sade ya empezaba a reencarnarse en Mí.
Como te entiendo
ResponderEliminarGracias, dulce
EliminarMe encantan las Indias...y su naturaleza.
ResponderEliminarA sus pies Mistress
Bienvenido, Rafael.
EliminarQuién no se acuerda de la primera vez que te maquillas o te maquillan, es toda una experiencia fabulosa. Yo tengo un post de la primera vez que me maquillaron.
ResponderEliminarLa verdad que también me trae recuerdos de mis amigas cuando empezaban a pintarse y a pavonearse delante de los chicos, la verdad que me encanta eso de lo de las chicas son como los indios...
Un bessso muy muy grande muaaaaassss
Seguro que aprendiste de ellas, preciosa!
EliminarQue placer mirarse al espejo y verse maquillada, no debe haber sensación igual para una chica cross.
ResponderEliminarbesos, Mistress, gracias por este espacio
De nada, bonita!
EliminarQue historia tan excitante...Bufff, se agolpan tantas emociones...
ResponderEliminarAlgun día, gerita, contanos como te iniciaste. Habrá sido TU GRAN NOCHE
EliminarHola!!...Excelente relato!!..Me encanto!!!
ResponderEliminarDesde mi parte cross, amante del maquillaje, solo puedo deleitarme con este escrito...
Besos!!!!
Gracias Mirna. Besos con mucho rouge y rimmel entre NOSOTRAS!!!!
EliminarMe enamoré de este posteo Suyo. Es profundo, dulce, erótico, seductor, encantadoramente femenino. Cito las frases que me parecieron más hermosas, de un texto que me fascinó por completo.
ResponderEliminar“La primera vez que me maquillé, tenía trece años. Fue en la clandestinidad pero lo recuerdo como el ingreso a un universo estético de los más puros, artísticos y espontáneos.”
“Horario? Suspendido en el tiempo de la preadolescencia.”
“Las muy perras literalmente me violaron el rostro como sacerdotisas paganas y me dieron aquello que era lo que más deseaba desde el fondo de mi ser.”
“No tuve opción, me paré y me entrometí hasta que apareció mi carita en el espejo. No me reconocí. Ví a Narciso hecho Muñeca. Fruncí mis labios avainillados de tanto brillo e hice el ademán de un beso hacia mi propia imagen. Me idolatré.”
“Aquello fue Sado, (qué duda cabe!) por parte de Ellas, pero Sade ya empezaba a reencarnarse en Mí.”
Maravillosamente poético Mistress Roxy.
Su princesa dassy
Princesa, tantos años de esta columna y muchos mas de aquel suceso!
ResponderEliminarPD: ahora que lo pienso y releo las frases que elegiste. No sos vos misma así cuando te maquillás y te convertís en mujer?
En buena medida sí, Mistress Roxy. Aunque por ahora solo me pinté los labios. Y no paraba de hacerlo, ¡me encantó!, sobre todo el acto mismo de pintarme y también ver dibujado el beso de mis labios.
ResponderEliminarMe bastó eso para terminar de imaginarme lo lindo que sería maquilarme completa. ¡Me fascina todo esto Mistress Roxy, es hermosísimo sentirme tan mujer!
La proxima vez, ademas de pintartelos, delineatelos primero con un rojo mas intenso o con marron, despues rellenalos con el color que mas te guste y al final, pasales un poco de gloss. Te vas a sentir preciosa!
EliminarSé que estoy demorada con esto y le pido disculpas Mistress Roxy. Reconozco que a veces me cuesta hacer ciertos avances. A eso se suma que en el período vacacional no tengo muchos momentos de estar sola en casa y con tiempo.
EliminarPero al menos ya estoy decidida a hacerlo, puede aún demorar un poco, pero le prometo que lo haré Mistress Roxy. Iré a comprar lo que necesito y luego me pintaré los labios como Usted me dice.
Todo será una pequeña aventura y luego se la contaré con detalle, desde cómo me sentí buscando los materiales, hasta mis sensaciones al pintarme y verme.
Me encantan los momentos en los que siento que Usted va provocando cambios en mi forma de pensar, Mistress Roxy. Más grandes o más pequeñas, son las marcas que Usted va dejando dentro de mí.
Con amor de esclava.
Princesa
Feminizate y a gozar, querida. Ese es el lema.
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