Los vecinos del Barrio Norte de Buenos
Aires veían con orgullo cómo los cadetes del ejército participaban todos los
domingos de la misa de la Iglesia de San Nicolás. Los impecables uniformes
militares y los sables exhibidos en las cinturas contrastaban con sus caras
todavía aniñadas. Los cadetes, luego de la misa, daban un paseo por la avenida
Santa Fe, concitando la mirada de las chicas de los barrios opulentos de Buenos
Aires. Un domingo primaveral de 1942, un grupo de cadetes se hallaba reunido en
la esquina de Junín y Santa Fe. Delante de sus ojos pasó un descapotable blanco
conducido por una joven mujer que parecía salida de una película de Hollywood.
La muchacha dedicó a los cadetes una mirada provocativa y una sonrisa. Como
adolescentes que eran, no atinaban a reaccionar. Uno de ellos gritó algo,
seguro de que la mujer aceleraría y se perdería calle abajo. Sin embargo, el
auto blanco se detuvo, retrocedió unos metros y la muchacha, desafiante,
preguntó al cadete:
- Me habla a mí, soldado?
El chico balbuceó algo incomprensible, enrojeció y como una tropa en retirada, todos retrocedieron un paso.
- Quién diría, con esos sables tan
grandotes, parece que todavía no están listos para la guerra… duplicó la
apuesta la muchacha, mirando a los cadetes de arriba abajo.
Uno de ellos, creyendo que la mujer estaba trabajando, asomó unos billetes desde el bolsillo.
- Me ofende, soldado, dijo ella, acariciando la fálica palanca de cambios. Yo no cobro, al contrario.
La chica tenía diecinueve años y les explicó que muy cerca, en Junín 1381, un amigo fotógrafo estaba preparando unas fotos para una muestra y necesitaba muchachos atléticos para que posaran. Y les contó de otra amiga suya que también estaba en el departamento.
- De paso, les dijo, pueden ganarse unos pesos.
La chica se llamaba Blanca Nieve
Abratte. A ninguno de los cadetes les faltaba dinero viniendo de las familias
mas pudientes del país pero aquel de paso, parecía una oferta mucho mas
atractiva que el dinero. Blanca Nieve los invito a subir a su cabriolet y
cuatro de ellos subieron. Otros tres se encaminaron de pie al estudio
fotográfico.
Cuando llegaron, los siete chicos fueron
invitados a sentarse en un amplio
living. Blanca Nieve se quitó el abrigo exhibiendo un cuerpo impactante y los
invitó con whisky. Les dijo que en un momento llegaría su amiga, que podían
ponerse cómodos mientras paseaba sus curvas delante de los ojos excitados de los
cadetes. Algunos se iban quitando la ropa. Blanca Nieve comenzó a intercambiar
caricias con todos, los abrazaba y besaba fugazmente pero no se entregaba a
ninguno. Los chicos estaban visiblemente excitados, algunos comenzaron a darse placer
entre sí. La muchacha los instaba a exhibirse ante ella y ante los demás y comparaba
los atributos de todos ellos. Cuando les propuso iniciar la sesión de fotos, no
obtuvo ninguna resistencia. Entonces apareció en escena el fotógrafo: Jorge
Ballvé Piñero, un joven apenas mayor que ellos. La sesión terminó en una orgía homosexual.
La única que no participó fue Blanca Nieve, que aprovechó el tumulto para
escabullirse.
Aquel encuentro fue el primero de una
serie de fiestas con invitados cada vez más numerosos, pertenecientes todos a
distinguidas familias de la sociedad porteña. Tan multitudinarias llegaron a
ser estas orgías que el departamento resultó pequeño. Así, Rómulo Naón, un
asiduo habitué de estos encuentros, generosamente ofreció su amplia casa de la
calle Beruti 2576. Naón, era hijo de Rómulo Naón, intendente de Buenos Aires
durante 1932. Entre los concurrentes, además de Ballvé Piñero y Naón, estaban
Duggan, Brest, Zubizarreta, Subercaseaux y Ostwald, entre una extensa lista de
apellidos ilustres pertenecientes al ejército, la iglesia y la alta sociedad.
Todos los participantes quedaron
retratados en poses sexuales relacionadas con la disciplina militar. Cadetes
del ejército sin más ropas que el cinturón, las botas y el sombrero,
disciplinando a algún señor que, en cuatro patas, buscaba su merecido castigo.
Algunas escenas eran realmente crueles, de un sadismo manifiesto.
En la contemporánea Alemania de Hitler
se había puesto en vigencia todo el repertorio mítico del hedonismo
grecorromano. La exaltación de la virilidad, el desprecio por las mujeres, la
apología del militarismo, la creencia en una raza superior que se imponía por
la humillación y la fuerza y la veneración de los símbolos paganos como la cruz
esvástica no solo invadían la esfera publica sino también los ámbitos privados
y los predisponían al sexo sádico homosexual.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la
Argentina también tuvo sus propias orgías nazis. Estas fiestas a las que eran
llevados los cadetes primero con engaños y después con amenazas, iban sumando cada
vez más adeptos hasta que Blanca Nieve cometió el error fatal. Vio la
posibilidad de ganar más dinero que el que le daban por seductora de cadetes y apoderándose de un grueso álbum de fotos, intentó un torpe chantaje que terminó
sacando a la luz lo que sucedía en aquellos departamentos del elegante Barrio
Norte de Buenos Aires.
Desde que se radicó la primera denuncia
en la fiscalía a cargo de Luciano Landaburu, el escándalo fue mayúsculo. El
juez Ocampo Alvear impulsó la investigación y ordenó una requisa en el Colegio
Militar; en las gavetas de varios cadetes se encontraron cartas y nombres de
muchos concurrentes. La noticia se filtró a la prensa y estalló todo por el
aire.
Blanca Nieve Abratte, Jorge Ballvé
Piñero y Rómulo Naón encabezaban una lista de más de treinta detenidos y
procesados. Una veintena de cadetes del Colegio Militar fueron expulsados,
dados de baja o detenidos. Por esos días, los cadetes no podían pisar las
calles sin ser sometidos al escarnio público. Naón, Ostwald y Subercaseaux
lograron huir al Uruguay. Jorge Duggan, un famoso arquitecto, luego de cumplir
la condena, se suicidó.
La sexualidad nunca esta ajena a la vida
social de sus protagonistas. Los hechos de esta historia fueron un antecedente
de los dramáticos cambios políticos que se avecinaban. En efecto, el escándalo
de los cadetes iba a ser usado como excusa para justificar el golpe militar nacionalista de
1943 que conduciría al ascenso al poder del coronel Juan Domingo Perón.
Extraido de: Federico Andahazi, Historia Sexual de los Argentinos. Vol II.
Interesantísimo, Señora!! Gracias por compartirlo!!
ResponderEliminardaniel.
Gracias, daniel
EliminarFabulosa historia. Desconocia que un escandalo de estas caracteristicas llevara a perón a la presidencia. Me imagino a Blanca disfrutando viendo a todos esos hombretones super machos enculandose y mamando como locos, esto locaaas. En fin, no se, para mi gusto falta el toque femenino mistress. Besos.
ResponderEliminarLo notable de la historia es hasta donde podia llegar en esa epoca el poder sensual femenino, una epoca de mujeres recatadas y poco atrevidas
EliminarUsted sabrá disculparme si mantengo cierto tono enigmático de mis últimos comentarios. Un blog de Dominación Femenina puede tocar cuerdas profundas en los sumisos, aún de modo ajeno a las intenciones de quién lo escribe. Y formas de escribir no del todo lineales, pueden ser más efectivas para transmitir las percepciones íntimas.
ResponderEliminarHay algunos sumisos a los que no les gusta ninguna forma de dolor. En ciertas circunstancias, un sumiso puede creerse relativamente a salvo de sentirlo. Hasta que una mujer Sádica le demuestra lo equivocado que estaba.
El sumiso no está seguro si lo que le dolió es lo que dijo la Sádica, o lo que callaba, seguramente una suma de ambas cosas. Entonces el sumiso decide refugiarse en sí mismo. Creé que bastará con apartarse para lamer sus heridas y sentirse a salvo nuevamente. Pero la Sádica volverá a mostrarle su error, sin apenas tener que esforzarse.
Con una leve caricia, volverá a ponerlo a Sus Pies. Con un gesto similar a rozarle el rostro con el dorso de su mano, el sumiso se sentirá indefenso. Así, la Sádica usará la capacidad que tienen las mujeres sensuales de dominar con mínimos ademanes. Un poco al modo en que Blanca Nieve excitaba a los cadetes en el departamento, para luego dejarlos atrapados en una orgía homosexual. El sumiso se siente tan entregado, que descubre que las palabras que antes lo lastimaban, ahora le gustan y debe agradecerlas. Se siente manipulado, pero eso también le gusta y también lo agradece.
Pero más aún, al sumiso lo deslumbra la belleza de la asimetría. Cuando la Sádica le muestra todo Su Poder, el impulso romántico del sumiso, lejos de disminuir, se exacerba. Podría pensarse que dos registros tan distintos resultan disonantes, pero al contrario, el sumiso siente que se funden en una hermosa melodía.
Me encanta esta entrada Ama Roxy. La escena inicial del auto, es otro hallazgo increíble. Tanto, que googleé el texto de Andahazi para saber si había algún retoque. Pero no, es exactamente así.
Usted me resulta cada día más encantadora Ama Roxy.
Daser
Muchas gracias como siempre por tus halagadores comentarios, Daser. Un gusto leerte.
Eliminar