El pintor argentino Guillermo Roux relató una vez en una
entrevista cual fue la experiencia iniciática que definió su futuro como
artista. Curiosamente para muchos, Roux no recordó a ninguno de sus profesores
de dibujo ni tampoco mencionó haberse detenido extasiado frente a una obra de
arte en algún museo. Contó que de niño concurría a una escuela en el barrio
porteño de Flores donde tuvo como maestra a la señorita Susana. La señorita
Susana usaba la pollera algo más corta que las demás maestras, tenía ojos grandes
y se pintaba los labios de rojo. Recuerdo que a la señorita Susana le gustaban
mis dibujos. Entonces, mis cuadernos estaban llenos de dibujos porque sabía que
a la señorita Susana le gustaban. Para ella, yo dibujaba más y más.
La devoción fetichista que los hombres son capaces de desarrollar
por las musas femeninas que los excitan, muchas veces sin que ellas mismas sepan
lo que provocan, está tan naturalizada que por eso mismo es invisible. La
propia palabra fetichismo suele estar asociada a formas sexuales masculinas neuróticas
y obsesivas. Pero las atracciones fetichistas como las que Roux describe cuando
recuerda a su bonita maestra, son tan omnipresentes como inocentes. Para
dispararlas, no es necesario una topmodel vestida de latex y botas de tacón con
un látigo en la mano. A veces a ellos les alcanza y sobra con conocer a una
mujer afectuosa que se pinte los labios de rojo o que le guste irse a la cama con medias negras y zapatos de taco alto.
El fetichismo de los hombres es la autopista más
concurrida hacia su sumisión sexual. Alguna visión, alguna experiencia, los ha conducido
hacia una fija devoción por un estilo de mujer especial. De allí, a desear la
sumisión sexual hacia ella, aunque todavía no exista en la realidad de sus
vidas, hay apenas un paso. Como unido a un hilo del destino tan invisible como
indestructible, él buscará durante el resto de su vida el encuentro con esa
mujer que es a la vez objeto y fuente de ese fetiche.
Como en toda relación, las coincidencias complementarias en
deseos y gustos genera la mutua atracción. El rol de los hombres sumisos se
vuelve importante porque retroalimentan los deseos de sus diosas, las cuales
también suelen volverse fetichistas al descubrirse poderosas a través del
fetiche pero a cambio ellos esperan que ellas se endiosen a sí mismas, que
respondan a sus ideales y así las adoran cada vez más. Es una relación básica
de complementos que genera una espiral positiva de intercambios de poderes y
placeres.
Los deseos fetichistas son una de las tantas diferencias
existenciales que suele provocar abismos de incomprensión entre los sexos. Son
abrumadoramente los hombres al estilo de Roux quienes tienden a desarrollar
fantasías fetichistas y son las mujeres la fuente de esos deseos, mujeres como
la señorita Susana, su maestra, la que usaba faldas cortas y se pintaba los
labios de rojo. Ese tipo de deseos no suele darse en las mujeres y si se dan,
es más común que sean lésbicos que heterosexuales. Cuantas de nosotras hemos
ingresado casi sin advertirlo a la sexualidad contemplando los rituales de
femineidad y seducción de mujeres adultas? Cómo no recordar a aquellas damas
que me inspiraron en mi adolescencia, que cortaban el aire a su paso y a
quienes yo deificaba como si fueran semidiosas?
El gran Fellini decía que no le gustaba la idea de
entender una película. No creo que la razón sea un elemento esencial en la
recepción de un arte. Las películas tienen algo para decirte o no lo tienen. Si
te emocionan, no necesitas que te expliquen nada. Y si no, ninguna explicación
te va a emocionar.
Así son los fetiches. Son un sentimiento. No quieras
explicarlos ni justificarlos. Son para disfrutarlos sin culpas.
Siempre me preguntarè quien habrà sido la primer dama en botas que me crucè en mi vida y me marcò para siempre. Habrà sido una maestra de mi colegio?
ResponderEliminarcheshirecat de Mistress Roxy
Parece una burla en el destino. Tuve esta columna en borrador durante meses hasta que finalmente me decidí a terminarla. La semana pasada la postée y días después falleció el pintor Guillermo Roux, autor de la frase inicial que me inspiró.
ResponderEliminarhttps://www.lanacion.com.ar/cultura/murio-el-maestro-guillermo-roux-y-el-arte-argentino-pierde-a-uno-de-sus-mas-grandes-pintores-nid28112021/
Excelente ,como siempre
ResponderEliminaratentamente
Comm
Muchas gracias, Commendatore
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