domingo, 18 de julio de 2021

Meses de encierro Femdom (parte II)

 




  Quienes tenemos nuestro corazoncito en el rock and roll sabemos muy bien que nunca será lo mismo escuchar en casa la música de nuestra banda favorita que verla en vivo. Nada se pude comparar con la descarga de adrenalina que nos provoca el show en vivo. Pero escuchándolos en el CD podemos recordar lo que fue haber asistido a un concierto y evitar así el olvido, la pérdida de aquella mágica experiencia. Haber disfrutado en su momento de aquello me permite disfrutar más de esto otro cuando aquello ya no es posible.

   La rutina no siempre es mala para los amantes sino que a veces es todo lo contrario. Estoy particularmente de acuerdo con esta frase, siempre y cuando la rutina sea lo que yo entiendo como tal. Luego de veinte años de matrimonio, mi rutina sexual combina la dominación femenina hogareña con aventuras sexuales extramatrimoniales de todo tipo como gangbangs y bukkakes con travestis amigas en reservados de discotecas swingers, sesiones sado en mazmorras, adulterio en hoteles alojamiento y fogosos encuentros lésbicos en asientos traseros de coches mientras mi esclavo marido se ocupa de las cuestiones del volante.

   Yo considero como parte de mi rutina a estos episodios intensamente eróticos porque forman parte de mi sana vida sexual. A más de un año de monogamia forzada, cuando todo aquello son recuerdos, mi esclavo marido y yo nos seguimos encontrando a solas después de veinte años, noche tras noche, para revivir aquellas imágenes paganas en sesiones impregnadas de sexo maldito y prohibido. La pandemia impide volver a disfrutar de la fiesta en vivo pero la llevamos siempre presente y nunca deja de ser nuestra música sexual. Nuestro sexo hogareño es como sentarse a la mesa de a dos sabiendo que allí se han servido tantos soberanos banquetes inolvidables. Entonces, sentarse a esa mesa (cama) con un brindis de champagne entre dos personas testigos de aquellos festines, es revivir la voluptuosidad de la belleza de mi sexo sensual y femenino y el placer descomunal que tuvo mi andar sado por fuera de esas sábanas. No es un práctica decadente como muchos mediocres piensan sino profundamente energética y revitalizante.

   Poner bien fuerte el rock and roll en casa nunca generará las mismas emociones que nos genera el concierto en vivo. Pero la canción sigue siendo la misma. Y me gusta cerrar esta reflexión con esta frase profundamente rockera (los fans de Led Zeppelin me entenderán) porque para mí el sexo y el rock se viven de la misma manera.





4 comentarios:

  1. Looooooooooooooooooooooooooooooooooooooooveeeeeee!!!!!Ah! Ese grito orgasmico del gran Robert siempre estara con nosotras Mistress. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. gerita, veo que no solo compartimos gustos por las nenas afeminadas y la moda más erótica. Un montón de amor para vos, querida

      Eliminar
  2. Reflexión muy interesante, que muchos deberían seguir, querida Roxy. Asociar el rock con el sexo, es un golpe de genialidad, asì como es verdad que la rutina no siempre es mala para los amantes, sino que a veces es todo lo contrario. Besos, Gia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cara Gia; siempre he encontrado una fuerte conexión entre el rock y el sexo Femdom. Si vuelves a pasar por aquí, te recomiendo esta otra columna que he escrito y que puede gustarte.

      http://sadobyroxy.blogspot.com/2013/09/el-femdom-verdadero.html

      besos y espero poder comentarte pronto una nueva entrada de tu maravilloso blog lésbico

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...