miércoles, 31 de mayo de 2023

La Dómina glam (parte II)

 


   

  

   La Nación Sado Femdom no es democrática. Sus soberanas destruyen a golpes de fusta y tacón la igualdad entre mujeres y hombres para instalar de forma elegantemente arbitraria el goce del sadismo. En la Nación Sado Femdom, los roles son claros; nosotras somos las privilegiadas y ellos son nuestros sirvientes. Somos opuestos pero a la vez complementarios. Nuestras acciones siempre apuntan a alimentar esa placentera desigualdad.

   El traje fetichista de las dominatrices es un poderoso constructor de fantasías antigualitarias. Una visión de la clásica sesión BDSM Femdom nos encuentra a Nosotras vestidas con el look sado y a ellos desnudos o casi desnudos, exhibiendo así su vulnerabilidad. Lo que aparentamos en el exterior es un símbolo de lo que vivimos en el interior. Cuanto mayor sea la diferencia en las apariencias, mayor poder exhibiremos Nosotras y más sumisión y vulnerabilidad reflejarán ellos. 

   Pero sería un error atribuirnos el look sado como una obligación a cumplir. En realidad no hace falta empuñar un látigo, embutirse en latex o aprender a dominar tacones superaltos para vivir esa experiencia. Las mujeres dominantes de todos los tiempos siempre supimos usar el glamour de la femineidad clásica para recargarnos de poder erótico, para construirnos como una diosas paganas del sexo. Sacerdotisas de Afrodita. 

   El juego de la dominación femenina glamorosa funciona en primer lugar porque el glamour siempre nos hace ver más bellas y deseadas. Es un poder basado en la seducción; no en el manejo de una técnica de castigo o en una enseñanza moral. El fin justifica plenamente los medios: en este mundo mágico vale la intensidad del poder sexual que se consigue.

   El glamour le regala al sexo una dimensión artística porque la mujer dominante se presenta ante sus adoradores como una obra de arte estética. La adoración sumisa no es otra cosa que una respuesta perceptiva por parte de quienes son sensibles a esa expresión artística. Poder, placer y arte se entremezclan al mismo tiempo para el goce de todos los participantes.

   Qué ocurriría si tuviéramos que estar explicando todo el tiempo que nuestro glamour es sólo para sesiones? Que pasaría si antes de la fiesta fuera necesario aclarar que sólo estamos protagonizando una ficción armada para la ocasión? Lo más probable sea que la fiesta del sado ni siquiera pueda empezar. Una película de ficción es creíble cuando el director logra que olvidemos que lo que estamos viendo son actores que se mueven en un decorado con cámaras delante. Así es como nos divertimos viendo cine. El sexo Femdom se vuelve creíble por las mismas razones: funciona cuando nos olvidamos que las mujeres y los hombres somos iguales y tenemos los mismos derechos. Sólo así podemos entrar a ese mundo excitante donde nosotras dominamos simplemente porque somos Nosotras. El glamour es la puerta de entrada a ese mundo ficticio de maravillas.

   El gran Cristóbal Balenciaga dijo una vez: Una mujer no tiene necesidad de ser perfecta ni hermosa para llevar mis vestidos; el vestido lo hará por ella. El concepto pertenece a la alta costura pero es perfectamente aplicable al BDSM. Las dominatrices tenemos que darnos la libertad de permitir que el glamour trabaje por sí mismo. Sólo hay que agregarle sentido del humor y la predisposición a gozar.



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4 comentarios:

  1. Son tas hermosas las dóminas cuando se visten en onda fetiche que no pienso mas que en poder adorarlas, no tuve esa experiencia pero me gustaria tanto

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  2. No podria estar mas de acuerdo
    Atentos saludos
    Comm

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