miércoles, 19 de febrero de 2025

Melenas femeninas. Louise Brooks y el bob lulú

 



   No hay Garbo, no hay Dietrich, solo hay Louise Brooks!, esa fue la entusiasta respuesta de Henri Langlois, fundador de la Cinemateca Francesa, cuando los periodistas le preguntaron porqué aquella desconocida de mirada hipnótica y flequillo a lo Cleopatra era la elegida para protagonizar el cartel que la institución dedicaba a los primeros sesenta años de la historia del cine en detrimento de las grandes luminarias del Hollywood dorado.

   Era una decisión difícil de entender porque aquella vieja diva del cine mudo apenas había rodado veinte películas, de las que ni el espectador más avezado podría recordar tres y hacía más de treinta años que había desaparecido y casi nadie mencionaba su nombre. En 1928, en las dos películas que protagonizó, ya utilizaba el peinado bob geométrico con flequillo recto que la convirtió en célebre. Un año después en Alemania, se consagraba con La caja de Pandora, donde su personaje, una comehombres fatal llamada Lulú, le dio el otro nombre por el que se conoce su corte de pelo.

   El bob lulú, ese escueto casco negro que acentuaba su aspecto a ratos andrógino, a veces agresivamente femenino y tan imitado en su momento, en películas que incluso rozaron el lesbianismo y el incesto, acabó convirtiéndola en un icono de su época; aunque la definitiva y eterna fama cinematográfica no le llegaría hasta más tarde, a los cincuenta años, muy lejos ya de todo aquello. En su época, Brooks no era la más guapa, esbelta o exhuberante pero sin dudas era muy fotogénica. Representaba a la perfección el atractivo que demandaba la sexy de la época. Y el nombre de su peinado… no ha perdido ni un solo ápice de vigencia en un siglo. Aparecer con un bob lulú es inspirador de una personalidad femenina por lo menos inquietante, sólo hay que recordar a Mia Wallace, la sexy siniestra de Pulp Fiction, en la brillante Uma Thurman para recordar lo que significa un bob lulú.

   Valga recordar que por aquel entonces, el pelo corto de las mujeres no era, ni por asomo, un signo de distinción. Resultaba totalmente irreverente, fuera de lugar y asociado a una moral dudosa o directamente prostituida. Louise Brooks lo popularizó plantando una semilla que en los sesenta florecería con los cortes de Vidal Sasoon, con el swinging London de Mary Quant.

   A su regreso de Europa cuando daban comienzo los años treinta, Hollywood fue dándole la espalda. Con los años, cayó en la bebida y en bancarrota, bailó en clubes nocturnos y hasta recibió ofertas para convertirse en chica de compañía. Fue entonces cuando decidió regresar a Kansas, la ciudad en la que a los diez años su madre le había cortado el pelo para crear un ícono. No saldría de allí hasta mediados de los cincuenta, cuando el cine por fin redescubrió sus éxitos y acabó por convertirla en cronista y testigo vivo de varios hitos del séptimo arte. Y de la peluquería.







Fuente:
https://www.zendalibros.com/perez-reverte-mi-amor-en-blanco-y-negro/



viernes, 7 de febrero de 2025

Fetiche de mujer, fetiche de hombre (parte II)

 




   No estoy muy activa en Facebook ni otras redes sociales pero sí lo está mi esclavo marido. En uno de los grupos en que él suele participar, El Imperio de las Señoras, una Dómina, Nadia Queen, realizó la siguiente pregunta, abriendo un debate.

Qué es lo que quiere Ella?

Se han puesto a pensar que es lo que realmente quiere Ella?

No lo que tú crees que ella quiere, algo que le cause gusto, alegría, placer, etc.

Qué tanto van por estos grupos buscándo esa idealización que tienen de lo que es una Dómina?

Tal vez van diciendo querer servir y en realidad esperan ser servidos por Ellas al cumplirles sus fantasías como por ejemplo darles mil órdenes o que Ellas tengan que usar atuendos incómodos porque esa es la imagen que los motiva a "servir".


   La opinion de mi esclavo marido en aquella ocasión puede resumirse en que quejarse de ese comportamiento masculino es algo así como quejarse de que la lluvia moja. Ellos son así. Pero la pregunta de Nadia Queen es una flecha que va al corazón de una realidad de la que poco se habla en BDSM porque en este mundo de la corrección política queda mal criticar a los personas por expresar sus deseos, en este caso hombres que buscan Ama y llegan cargadísimos de fantasías eróticas con deseos de compartirlas con la supuesta sometedora que de buena gana los dominará obligándolos a hacer lo que siempre quisieron (por supuesto, además esperan que sea bella).

   Desde que comenzamos a desarrollar impulsos sexuales que escapan de lo convencional, sentimos esa voz que nos cercena porque nos dice que esos impulsos son perversos y reprimibles. No alcanza con repetirnos que las fantasías no deberían ser juzgadas; en particular en el BDSM, con su imaginería de Amas y esclavos, un universo inventivo que se expande hacia lo irreal. Si por lo menos, estuviéramos de acuerdo en lo irreal y fantasioso…pero no. Hombres y mujeres solemos fantasear por rutas muy diferentes. Y a veces, nos arrojamos piedras de una a otra.

   Como bien dice Nadia Queen, la Dómina que ellos desean es una idealización. Las mujeres dominantes reales somos otra cosa. A veces, si no estamos de ánimo, hasta somos lo opuesto. Por supuesto que hay mujeres a las que les atraen los mismos fetiches sexuales que a los hombres y supongo que para ellos debe ser genial emparejarse con alguna de ellas pero digamos la verdad, son pocas. Poquísimas. Ya de por sí, muy pocas mujeres nos reconocemos explícitamente como dominantes en el plano sexual y a la mayoría nos gusta dominar de una manera muy diferente a la que a los supuestos sumisos les gusta ser sometidos.

   Gusano, mientras estés entre estas cuatro paredes vas a estar bajo mi poder y haré contigo lo que me plazca susurra una fetichizada dominatriz a un varón que ha pagado por placer para escuchar eso en ese lugar y vivenciar en su propia piel esa experiencia. Como el fetiche sobre el cuerpo femenino es algo que aparenta ser superficial (yo estoy convencida de lo opuesto, la teatralización fetichista del sexo y el BDSM obedece a profundas razones espirituales) es muy fácil desacreditar el deseo del hombre que pone en primer lugar la visión fetichista de la mujer.

   Es verdad, como dice Nadia Queen, que el atuendo obligatorio para la Dómina es incómodo, pero díganme de uno más sexy y compro ya. Se le atribuye a Marilyn Monroe la frase que ir a una cita sin tacones es como ir a una guerra sin fusil. La construcción de la femineidad seductora fue siempre igual y siempre recibió las mismas críticas: el sado sólo la exagera. No me vengan con que lo importante en el poder sexual de una mujer es la actitud: me hace recordar a aquella célebre e irónica frase de El Diablo viste a la Moda ..la industria de la moda y la cosmética invierte millones de dólares por año porque lo que le importa a las mujeres es la belleza interior. Todos los fetiches que los hombres aman, sin excepción, nos hacen visualmente más bellas. Como el perro que busca un hueso o el gato que aparece cuando se abre una lata de atún, ellos son sumisos siempre y cuando Nosotras seamos lo que ellos esperan. Si ella considera que el juego está desequilibrado para el lado sumiso, ahí está siempre a mano el tributo Findom para restablecer el equilibrio perdido.

   Mi conclusión es que el BDSM simplemente es un reflejo actual de los antiguos rituales de cortejos: nosotras seducimos y ellos nos cortejan. Seducir es un placer y dominar desde la seducción sigue siendo la forma más femenina de dominar.

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sábado, 1 de febrero de 2025

Laure Sainclaire en VHS

 

   En 1996, Laure Sainclaire conoció al productor y director de cine para adultos francés Marc Dorcel. La bella rubia nacida en 1972 ya había filmado porno sin demasiado éxito pero Dorcel supo que estaba frente a un diamante en bruto y no se equivocó. Laure aceptó firmar un contrato en exclusividad, interesada por la propuesta de Dorcel, que combinaba escenas de sexo con vestuarios fetichistas, lujosas producciones en mansiones y una calidad de filmación en nada inferior al cine convencional. La dupla Dorcel – Sainclaire se convertiría en un clásico del cine para adultos. En medio de sus producciones en Francia, entre film y film, Laure incursionó en el mercado norteamericano: el resultado fue una explosiva gema del porno fetichista titulada Wicked Weapon, en donde comparte sexo y protagonismo con Jenna Jameson, las dos en su mejor momento (la foto del VHS es la del mes de diciembre).

   Laure Sainclaire fue galardonada con el Hot Dór del cine XXX europeo en 1996, 1997 y 1998  y para 1999 se retiró de los sets para iniciar una carrera como cantante, que no tuvo el éxito que ella esperaba.


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