viernes, 7 de febrero de 2025

Fetiche de mujer, fetiche de hombre (parte II)

 




   No estoy muy activa en Facebook ni otras redes sociales pero sí lo está mi esclavo marido. En uno de los grupos en que él suele participar, El Imperio de las Señoras, una Dómina, Nadia Queen, realizó la siguiente pregunta, abriendo un debate.

Qué es lo que quiere Ella?

Se han puesto a pensar que es lo que realmente quiere Ella?

No lo que tú crees que ella quiere, algo que le cause gusto, alegría, placer, etc.

Qué tanto van por estos grupos buscándo esa idealización que tienen de lo que es una Dómina?

Tal vez van diciendo querer servir y en realidad esperan ser servidos por Ellas al cumplirles sus fantasías como por ejemplo darles mil órdenes o que Ellas tengan que usar atuendos incómodos porque esa es la imagen que los motiva a "servir".


   La opinion de mi esclavo marido en aquella ocasión puede resumirse en que quejarse de ese comportamiento masculino es algo así como quejarse de que la lluvia moja. Ellos son así. Pero la pregunta de Nadia Queen es una flecha que va al corazón de una realidad de la que poco se habla en BDSM porque en este mundo de la corrección política queda mal criticar a los personas por expresar sus deseos, en este caso hombres que buscan Ama y llegan cargadísimos de fantasías eróticas con deseos de compartirlas con la supuesta sometedora que de buena gana los dominará obligándolos a hacer lo que siempre quisieron (por supuesto, además esperan que sea bella).

   Desde que comenzamos a desarrollar impulsos sexuales que escapan de lo convencional, sentimos esa voz que nos cercena porque nos dice que esos impulsos son perversos y reprimibles. No alcanza con repetirnos que las fantasías no deberían ser juzgadas; en particular en el BDSM, con su imaginería de Amas y esclavos, un universo inventivo que se expande hacia lo irreal. Si por lo menos, estuviéramos de acuerdo en lo irreal y fantasioso…pero no. Hombres y mujeres solemos fantasear por rutas muy diferentes. Y a veces, nos arrojamos piedras de una a otra.

   Como bien dice Nadia Queen, la Dómina que ellos desean es una idealización. Las mujeres dominantes reales somos otra cosa. A veces, si no estamos de ánimo, hasta somos lo opuesto. Por supuesto que hay mujeres a las que les atraen los mismos fetiches sexuales que a los hombres y supongo que para ellos debe ser genial emparejarse con alguna de ellas pero digamos la verdad, son pocas. Poquísimas. Ya de por sí, muy pocas mujeres nos reconocemos explícitamente como dominantes en el plano sexual y a la mayoría nos gusta dominar de una manera muy diferente a la que a los supuestos sumisos les gusta ser sometidos.

   Gusano, mientras estés entre estas cuatro paredes vas a estar bajo mi poder y haré contigo lo que me plazca susurra una fetichizada dominatriz a un varón que ha pagado por placer para escuchar eso en ese lugar y vivenciar en su propia piel esa experiencia. Como el fetiche sobre el cuerpo femenino es algo que aparenta ser superficial (yo estoy convencida de lo opuesto, la teatralización fetichista del sexo y el BDSM obedece a profundas razones espirituales) es muy fácil desacreditar el deseo del hombre que pone en primer lugar la visión fetichista de la mujer.

   Es verdad, como dice Nadia Queen, que el atuendo obligatorio para la Dómina es incómodo, pero díganme de uno más sexy y compro ya. Se le atribuye a Marilyn Monroe la frase que ir a una cita sin tacones es como ir a una guerra sin fusil. La construcción de la femineidad seductora fue siempre igual y siempre recibió las mismas críticas: el sado sólo la exagera. No me vengan con que lo importante en el poder sexual de una mujer es la actitud: me hace recordar a aquella célebre e irónica frase de El Diablo viste a la Moda ..la industria de la moda y la cosmética invierte millones de dólares por año porque lo que le importa a las mujeres es la belleza interior. Todos los fetiches que los hombres aman, sin excepción, nos hacen visualmente más bellas. Como el perro que busca un hueso o el gato que aparece cuando se abre una lata de atún, ellos son sumisos siempre y cuando Nosotras seamos lo que ellos esperan. Si ella considera que el juego está desequilibrado para el lado sumiso, ahí está siempre a mano el tributo Findom para restablecer el equilibrio perdido.

   Mi conclusión es que el BDSM simplemente es un reflejo actual de los antiguos rituales de cortejos: nosotras seducimos y ellos nos cortejan. Seducir es un placer y dominar desde la seducción sigue siendo la forma más femenina de dominar.

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