No hay Garbo, no hay Dietrich, solo hay Louise Brooks!, esa fue la entusiasta
respuesta de Henri Langlois,
fundador de la Cinemateca Francesa, cuando los periodistas le preguntaron porqué
aquella desconocida de mirada hipnótica y flequillo a lo Cleopatra era la
elegida para protagonizar el cartel que la institución dedicaba a los primeros
sesenta años de la historia del cine en detrimento de las grandes luminarias
del Hollywood dorado.
Era una decisión difícil de entender porque aquella vieja diva del cine
mudo apenas había rodado veinte películas, de las que ni el espectador más
avezado podría recordar tres y hacía más de treinta años que había desaparecido
y casi nadie mencionaba su nombre. En 1928, en las dos películas que
protagonizó, ya utilizaba el peinado bob geométrico con flequillo recto que la
convirtió en célebre. Un año después en Alemania, se consagraba con La caja de
Pandora, donde su personaje, una comehombres fatal llamada Lulú, le dio el otro
nombre por el que se conoce su corte de pelo.
El bob lulú, ese escueto casco negro
que acentuaba su aspecto a ratos andrógino, a veces agresivamente femenino y
tan imitado en su momento, en películas que incluso rozaron el lesbianismo y el
incesto, acabó convirtiéndola en un icono de su época; aunque la definitiva y
eterna fama cinematográfica no le llegaría hasta más tarde, a los cincuenta
años, muy lejos ya de todo aquello. En su época, Brooks
no era la más guapa, esbelta o exhuberante pero sin dudas era muy fotogénica. Representaba
a la perfección el atractivo que demandaba la sexy de la época. Y el nombre de
su peinado… no ha perdido ni un solo ápice de vigencia en un siglo. Aparecer con un
bob lulú es inspirador de una personalidad femenina por lo menos inquietante,
sólo hay que recordar a Mia Wallace, la sexy siniestra de Pulp Fiction, en la
brillante Uma Thurman para recordar lo que significa un bob lulú.
Valga recordar que por aquel entonces, el pelo corto de las mujeres no era, ni por
asomo, un signo de distinción. Resultaba totalmente irreverente, fuera
de lugar y asociado a una moral dudosa o directamente prostituida. Louise Brooks lo popularizó plantando una
semilla que en los sesenta florecería con los cortes de Vidal Sasoon, con el
swinging London de Mary Quant.
A su regreso de Europa cuando daban comienzo los
años treinta, Hollywood fue
dándole la espalda. Con los años, cayó en la bebida y en
bancarrota, bailó en clubes
nocturnos y hasta recibió ofertas para convertirse en chica de compañía. Fue
entonces cuando decidió regresar a Kansas, la ciudad en la que a los diez
años su madre le había cortado el
pelo para crear un ícono. No saldría de allí hasta mediados de los
cincuenta, cuando el cine por fin redescubrió sus éxitos y acabó por
convertirla en cronista y testigo
vivo de varios hitos del séptimo arte. Y de la peluquería.
Fuente:
https://www.zendalibros.com/perez-reverte-mi-amor-en-blanco-y-negro/
Seductive beauty. Why do so many Dominatrixes choose this hairstyle?
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