sábado, 13 de septiembre de 2025

Miel de injusticia

 




Lo que muchos llaman amor, es elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, les he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.

Julio Cortázar – Rayuela


   Me lo han dicho de diversas formas y con diversas palabras: los hombres con tendencias sumisas en presencia de una Dómina en rol (o sea en imagen y actitud), sienten una especie de terremoto mental. Un rayo que les parte los huesos. La necesidad romántica de entregarse a nosotras los obnubila. Sin más armamento que sus propios misiles de testosterona, sueñan, fantasean y se pajean con Nosotras como objetivo. Aclaremos que a diferencia de otro tipo de pajeros, ellos no agotan su búsqueda en el clásico coito: el suyo es un deseo mucho más profundo de ser sometidos por la mujer de sus fantasías, un deseo que los atraviesa, a veces a pesar de sí mismos y de sus propios intereses.  

   Para una Dómina exhibicionista como Yo, ese deseo, ese brillito de ojos, ese morderse del labio inferior al verme, esa vulnerabilidad  masculina imposible de ocultar, conserva toda la inocente perversidad del sexo, en la relación pura entre estímulo y respuesta. Estímulos de imagen, de tacto, de oídos atentos a la orden suave o estricta, a los aromas que exhalo, en fin... la respuesta a los sentidos, a lo sensual, la respuesta natural de un macho al estímulo de la hembra, la respuesta que no se enturbia con dialécticas ni academicismos.  No sólo les pasa a los varones: a muchas mujeres y travestis también las atraemos por la misma razón…y como he gozado gracias a ellas! No ocurre al revés porque la atracción sexual es una conexión directa con el instinto, con la emoción, con resortes que conectan con lo más profundo de la sexualidad humana y no puede ser diseñada desde un escritorio ni postulada desde un código. El deseo Femdom es real, auténtico, puro y honesto porque nace libre de toda clase de condicionamiento social. Y al ser así, es tan injusto como delicioso. Una miel de injusticia.

   Contrariamente a lo que a menudo se propone, la dominación femenina no es una forma de sexualidad vanguardista, subida a la ola del feminismo contemporáneo y los reclamos de visibilidades y derechos. Sus fundamentos están en otra época. No es un impulso revolucionario sino conservador. Oculta detrás de las jaulas y los látigos e invisible para el ojo que sólo se encandila detrás de las botas de taco alto, se esconde una permanente vuelta al pasado, la revalorización de la femineidad de la abeja reina libre de toda la amargura con que el feminismo la ha contaminado y endulzada en su núcleo genuino y eterno: la mujer atractiva despierta en personas de naturaleza sumisa el deseo de adorarla y complacerla. Es un volver a las fuentes, al manantial primordial en donde nos espera la bella Wanda, por supuesto vestida fetichistamente.

   Vivimos en una época en donde el pensamiento está dominado por el principio ético de alcanzar la igualdad en todos los terrenos, incluidos los sexuales. Enfrentada a esa vanguardia cultural que invade los dormitorios, la dominación femenina nos interpela…alcanzaremos el éxtasis orgásmico a medida que nos volvemos más iguales, los estímulos naturales son cada vez más domesticados por convencionalismos sociales y nuestras relaciones se vuelven cada vez más justas?  





jueves, 4 de septiembre de 2025

Operagloves en cuero II


   Te confieso que nunca me interesaron los castigos.

   Sé que nunca acepté ni aceptaré ser la servidora de un masoquista, castigándolo para que él goce. 

   Sé que nunca acepté ni aceptaré dedicarme a la domesticación de un sumiso. Si Mi Presencia no basta para rendirlo a mis pies, no me sirve. No voy a trabajar para él. 

   Sé que soy fervorosa creyente del poder de lo suave frente al poder del castigo. Lo suave como síntesis y exaltación de lo femenino. Entonces, te propongo una vuelta hacia lo primigenio, un “back to the basics” hacia el estilo de aquellas Divas que nunca necesitaron dar órdenes ni azotar para que los hombres (no digo sumisos, digo hombres) estuvieran a merced de sus deseos. 

   Esas Divas nunca salían a la calle sin guantes. 

   Las manos femeninas son pequeñas. No tienen la fuerza de un hombre. Podemos ser frágiles, vulnerables. Sin embargo, el poder de nuestras pinzas acariciadoras son capaces de rendir al más rústico y fornido de los machos y volverlo un ser dócil dedicado sólo a cumplir nuestros deseos. 

   Los guantes son largos, más allá de nuestros codos. Ideales para feminizar brazos y acelerar pulsaciones. Me gusta sentirme Hembra, dibujando en el aire con mis enguantadas garras. 


Mistress Roxy



Enero. Sofía Loren



Febrero. Penélope Cruz



Marzo. Joan Collins



Abril. Adriana Lima



Mayo. Angelina Jolie



Junio. Brigitte Nielsen



Julio. Gloria Trevi



Agosto. Gwen Stefani



Septiembre. Irina Shayk



Octubre. Miley Cyrus



Noviembre. Milla Jovovich



Diciembre. Thalía


domingo, 24 de agosto de 2025

La historia de la bota femenina. Gianni Versace

 



   A principios de la década de los noventa, Estados Unidos y Europa atravesaron uno de esos revivals que cada tanto remueve desde sus cimientos el mundo de la moda. Y así fue como de pronto, sin aviso alguno, explotó un Big Bang de las botas. Vogue declaró que 1993 era el Año de las Botas y se las usaba en una amplia gama de estilos, hasta la rodilla, por encima de la rodilla, en puntas o redondeadas, cortas al tobillo, con cordones o con cremallera y con tacones de todas las alturas y las formas. El diseñador top, la nave insignia de este paraíso para los fetichistas fue Gianni Versace.

   Gianni amaba con locura a las mujeres y no quería verlas grises. Quería que expresaran su personalidad dijo en una entrevista reciente su hermana y heredera Donatella. Sobre los primeros años difíciles de Versace en Milán, agregó:  Allí estaban las damas tan perfectas de la alta sociedad y Gianni fue muy criticado. Le decían que hacía ropa para prostitutas. Yo le decía que no se preocupara, porque la verdad es que hacía ropa para mujeres que no tenían miedo de su propia femineidad. La historia dice que Gianni  nació en 1946 en Reggio Calabria y desde muy joven se familiarizó con la moda gracias al negocio de costura de su madre. Tras estudiar arquitectura, decidió dedicarse a la moda, se mudó a Milán en 1972 y trabajó en muchas marcas antes de fundar la suya propia, donde las botas y el cuero ya estaban dando vueltas por su mente inquieta. 

   Estudiar una de aquellas botas de Versace equivale a analizar una obra maestra: sus proporciones son las exactas para acentuar y exagerar el ideal del cuerpo de la mujer. La bota Versace es tan agresivamente femenina desde el diseño de la caña hasta los tacones pasando por las puntas afiladas, que borra cualquier rastro de las primitivas botas masculinas militares de las guerras napoleónicas que las mistresses victorianas inglesas se calzaban para jugar al gender playing con sus sissificados y aristocráticos clientes. Combinadas junto a las minifaldas o minivestidos, les daban a las modelos un aire de invencibles cazadoras de una junga urbana. 

   Gianni Versace creía en el glamour permanente, en una mujer endiosada aún en lo cotidiano. Cuando su estilo se hizo ver, y no había forma de no verlo, las reacciones fueron encendidas, tanto a favor como en contra. Era sin dudas alegre, desinhibido y sexy pero tambien se lo tachaba de aparatoso y vulgar dado que Versace tomaba prestados referencias de la cultura pop y de las heroínas de los comics sin pudor alguno. En un momento en que la clásica elegancia femenina comenzaba a parecer vetusta y pasada de moda, los desfiles y las tiendas de Versace eran un estallido de color y sensualidad, con las botas destacando su potencial erótico en primer plano.


Linda



Naomí



Stephanie, Cindy, Linda, Karen y Claudia


   Las botas eran parte de un concepto festivo mucho más amplio: la colección de Versace Otoño/Invierno de Milán de 1991 dio origen al desfile como espectáculo emocionante que tan bien conocemos hoy. Ese momento marcó la primera gran fusión de la moda con las celebridades y si a alguien se le puede culpar por esto, probablemente sea a Gianni Versace. Y no sólo por su talento de diseñador y sus hábiles campañas de marketing que lo pusieron en la cresta de la ola sino porque las colecciones y los shows de Versace son inseparables del recuerdo de aquel poker de ases de la pasarela que conformaban Naomí, Cindy, Claudia y Linda (no se necesita recordar sus apellidos) junto a Helena Christensen, Karen Mulder, Christy Turlington, Eva Herzigova, Carla Bruni, Yasmeen Ghauri y Stephanie Seymour: una  escuadra imbatible de amazonas de la pasarela y los medios que más de treinta años después sigue dando de qué hablar y generando millones de vistas en YouTube.

   Décadas atrás, las botas femeninas se consideraban un símbolo de rebeldía y agresividad, un antídoto contra la femineidad clásica algo aburrida del New Look. Este resurgimiento noventoso se vinculó con otro mensaje, muy consustanciado con su época y a la vez novedoso: la visibilidad del BDSM a través de la moda. Versace apostaba al negro brillante en botas y corsettes, con un diseño inspirado en la cultura Femdom y leather pero lo intercalaba con prendas de colores brillantes, insinuando a una dominatriz en cada paso, pero con un estilo risueño y divertido. Llevé el negro, pero lo mezclé con rojo, amarillo, verde y naranja; todos los colores combinan bien con el negro. El mío es un negro muy, muy alegre. Contemporáneo de los videos más provocadores de Madonna (Justify my love, Erótica, Human nature) y de su libro Sex, los desfiles de Versace rescataban al fetichismo y al bondage de las catacumbas y las mazmorras del sexo pervertido y los asociaban con el brillo de las supermodelos que poblaban sus desfiles, al ritmo de la música de las estrellas del pop.  El ambiente es de felicidad; es moderno, está vivo, es un regalo para las mujeres, declaraba Versace al finalizar uno de sus desfiles. Un regalo y un legado que sigue vivo y que trascendió largamente a la vida de su genial creador. 







domingo, 17 de agosto de 2025

Amalia Rusiello. Madame Dabi

 

   Amalia Russiello es la responsable de Madame Dabi, un exquisito proyecto de ilustración basado en la estética del rococó y del cabaret. Es un viaje al pasado lleno de fetichismo y fantasía, un mundo sáfico ideal en el lo privado se percibe como espectacular. Hay mucho de teatral en estos trazos que, mediante la evocación producen en el espectador una sonrisa cínica y lasciva.


Fuentes:

https://jardindeadultos.net/2019/01/amalia-russiello-boudoir-historico-y-fetichismo-jugueton/

https://www.madamedabi.com/

























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