Una vez a
la semana, visito un salón de estética femenina para hacerme las uñas. Soy
testigo, y a veces participante, de conversaciones femeninas sobre temas
varios. La semana pasada, sentada y esperando mi turno, escuché a una chica
joven a quien se le escapó un insulto al consultar no sé qué cosa en su
teléfono celular. La concha de la lora. Una señora algo mayor, la amonestó
suavemente con un qué boquita, nena. Ella sonrió como disculpándose. Aburrida y
sin poder contenerme, me atreví a preguntar al resto de las asistentes qué palabras usaban cuando hablaban de sus conchas. No dije la palabra, apenas moví los labios para
que se comprendiera la pregunta evitando provocarles la incomodidad de la
expresión tan vaginalmente condenada.
La más
conversadora del grupo y experta en toda clase de temas triviales tomó la
palabra y dijo que cuando hablaba con sus hijas, se refería a la concha como la
casita. Lo curioso para mí no fue el eufemismo doméstico sino que tuvo que
referirse a la concha de sus hijas para hablar de vaginas. Como si ella no
fuera poseedora de algún tipo de órgano sexual por sí misma. Otra, algo mayor,
lo cual parecía hacerla más respetable para decir verdades, dijo que en su casa
se le dice la joyita. Me gustó por la valorización de lo femenino; me la
imaginé al instante como lectora de mi blog. Otras decìan que no. Al principio,
no entendí. Como qué no? Así es, no le dicen nada, no tiene nombre, no existe.
Una me aclaró Es que yo no tengo hijas mujeres. Su aclaración terminó por
dejarme a oscuras.
Ninguna la
llama vulva, vagina o concha. No me extraña para nada. Hasta la tan supuestamente osada revista Cosmopolitan versión argentina, solía referirse a tu zona sur o a tu zona V cuando la nota trataba sobre sexo.
Aquí en el
Río de la Plata, la concha tuvo la mala fortuna de ser amiga de la ch. Se la llama
cachu, cachucha, chucha, chuchi, chunchuna, chacha, cucha, etc. Formas
coloquiales de esconderla detrás de una frase. Y digo bien esconderla, pues
creo que ese es el objetivo. La vagina avulvada de toda mujer sigue siendo un
misterio del que sus dueñas no hablan. Apenas son las vedettes, las bailarinas
de carnaval o las strippers quienes hablan de ponerse el conchero, esa pieza de
lencería que les permite ocultarla sabiamente. Pero se sabe que esas son las
chicas malas, de ellas tampoco se habla, salvo cuando llegan a famosas. Mi sueño es alguna vez poder ponerme un conchero y caminar luciéndolo me confesó una chica cross en el baño de mujeres de Class, mientras nos retocábamos juntas el maquillaje después del sexo. Te entiendo perfectamente le respondí. Es que la mayoría de ellas (aunque siempre hay tristes excepciones) están enamoradas de nuestras conchas.
Mis adoradas
lectoras, esa mañana volví a mi casa con mis uñas rojas relucientes y un
profundo sentimiento de orgullo vaginal que quise volcar en esta breve columna.
Cómo voy a privarme del placer de proclamar mi orgullosa condición de portadora
de una concha bien usada en este mundo tan hipócritamente conchudo? Soy mujer, tengo
concha y me gusta tenerla. Una condición tan políticamente
inaceptable como el sado, tan sugentemente ofensiva como lo sensual,
tan placenteramente laudatoria como todo lo femenino.
Ay como me gustó esta entrada.
ResponderEliminarEntrada vaginal, desmesura vulvar de tenerla y amarla, y usarla y comerla.
Besos Roxy.
Sol.
Tenerla, usarla, amarla y comerla. Delicias femeninas. Gracias Sol
EliminarMe encantó la propuesta. Yo amo las conchas, no para penetrarlas porque soy mujer transexual, para tener una, para darla al placer del Otro, y por donde recibir su placer; para besar y diosfrutar las de las mujeres que la tienen en forma natural; para mirarlas tan sólo, cuando no puedo tocarlas, olerlas, saborearlas. Silvia Sumi.
ResponderEliminarA veces, cuando estoy con pocas ganas de ponerme a escribir algo para compartir, me vienen a la mente los maravillosos comentarios que recibo.
EliminarComo éste, de Silvia Sumi, que me llena de emoción
Felpudo, conejito, chichi, chocho ( este siempre me ha encantado y es el que mas me gusta porque al pronunciarlo es como si te llenaras la boca, comeme el chochete cielo...)
ResponderEliminarEs verdad..q negación a llamar a los genitales por su nombre!!!! Una señora q trabajaba en un laboratorio conmigo, le decía a su hijita q la suya era la "zorra" y la d la nena, la "zorrita". Querer matarla fue poco cuando me lo contó, pero bue..preferí comentarle las burlas q recibiría su hija si le contaba a sus compañeritas del colegio q ellas tenían "zorritas" 🙄🙄 No supe nunca si se convenció o no.
ResponderEliminarApsara sum
Cierto eso de la CH aunque los mexicanos nos ganan con sus chingadas, chamarras, chilotes, pinche, etc. Aca tenemos algo con la PE. Es como que diciendo palabras con PE liberamos energía odiosa: puta, pelotudo, pedorrro, papafritas, etc. Me mire diciendo "concha" en el espejo y otras palabras con CH y que curioso: cuando decía concha mi boca tenia forma de vagina. Hay muchas palabras onomatopéyicas: bomba (buuummm), pinche (o pin en ingles, alfiler), fly (la efe larga y la i también), boot (esta es para vos ...jajaja) el sonido que hace la pierna cuando entra en una bota, room ( el sonido de una habitación), crack (cuando algo se rompe), beat (el sonido alto de un ritmo), cut (corto y punzante) , smash (un golpe con el trayecto de inercia). En fin.
ResponderEliminarBoot claramente es para mi.
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