El catsuit es un must entre los outfits
clásicos de la dominación Femdom. No es difícil entender el porqué: el catsuit nos
regala a las mujeres fetichistas una gran libertad de movimientos y se siente como un sedoso guante que se ajusta a nosotras. El
catsuit se adapta a la forma de mi cuerpo; por eso se dice que no hay dos
iguales; cuando me pongo uno, es como una segunda piel que llevo conmigo adondequiera que voy.
En España se
acostumbra a llamarlo mono y en los países anglosajones se lo conoce también
como skintight, skinsuit o bodysuit; todas terminologías técnicas que me
resultan muy poco sensuales; a Mí me gusta seguir llamándolo catsuit porque cuando
decido ponerme uno, quiero que me transmita el andar felino y el poder de una
Tigresa sexual. Como ocurre con las botas altas y con los guantes largos, el catsuit es una prenda que potencia la sexualidad de la mujer que lo viste porque nuestra cultura occidental ha creado una mitología alrededor de su uso.
En los años sesenta, de la mano del rock and roll, de la liberación femenina y del desarrollo tecnológico de telas expansivas y brillantes, el catsuit representaba a la nueva mujer poderosa que avanzaba sin pedir permiso. Las chicas ajustadas que se subían a las motos o protagonizaban películas de ciencia ficción rompieron para siempre con el molde de las muñecas de porcelana de la década anterior como Audrey Hepburn o Marilyn Monroe. Pero al mismo tiempo, las nuevas femmes fatales jamás resignaron femineidad; ellas fueron la combinación perfecta de poder femenino y sex appeal durante las décadas siguientes en la pantalla y sobre los escenarios inspirando a su vez a millones de seguidoras que lucieron sus catsuits en discotecas, dungeons y alcobas Femdom.
En los años sesenta, de la mano del rock and roll, de la liberación femenina y del desarrollo tecnológico de telas expansivas y brillantes, el catsuit representaba a la nueva mujer poderosa que avanzaba sin pedir permiso. Las chicas ajustadas que se subían a las motos o protagonizaban películas de ciencia ficción rompieron para siempre con el molde de las muñecas de porcelana de la década anterior como Audrey Hepburn o Marilyn Monroe. Pero al mismo tiempo, las nuevas femmes fatales jamás resignaron femineidad; ellas fueron la combinación perfecta de poder femenino y sex appeal durante las décadas siguientes en la pantalla y sobre los escenarios inspirando a su vez a millones de seguidoras que lucieron sus catsuits en discotecas, dungeons y alcobas Femdom.
Así llegamos al siglo XXI. Nunca antes en la historia del cine hubo tantas bellas mujeres vistiendo catsuits gracias a las megaproducciones de Hollywood, muchas de ellas basadas en sagas del mundo del comic. Algunas de ellas se han hecho famosas junto a los personajes que
encarnaron como Carrie Ann Moss (Matrix), Kate Beckinsale (Underworld),
Angelina Jolie (Tomb Raider), Milla Jovovich (Resident Evil), Sienna Miller
(The rise of Cobra), Malin Ackerman (Watchmen), Scarlett Johansson (Iron Man) y siguen las firmas....
Para una fetichista madura como yo, este
panorama visual debería ser una fiesta pero confieso sentirme un tanto decepcionada. Siento que en algún lugar del camino entre los años sesenta y hoy, el catsuit ha perdido mucho de su seducción original. No me siento demasiado atraída por las nuevas heroínas que se van sumando año tras año al ritmo de los estrenos, conformando una colección de bellas chicas superpoderosas en actitudes siempre combativas,
expertas en disparar sofisticados armamentos, rodeadas de sangre y violencia, luchando y venciendo a los hombres en terrenos
históricamente masculinos de fuerza y poder. Ni siquiera las remakes de viejas perlas fetichistas como Emma
Peel en The Avengers o Gatúbela en la última de las Batman han podido escapar a
esta tendencia; cuando Uma Thurman o Anne Hathaway visten sus negros catsuits, componen personajes femeninos hermosos, potentes y estilizados pero encuentro en ellas muy poco de aquella
pícara sensualidad que hiciera tan famosas a Diana Rigg y a Julie Newmar.
En mi memoria, la sensualidad de la mujer va siempre asociada con sus movimientos lentos y acompasados, con la cadencia que lleva el ritmo de las caderas
femeninas. Me atrevo a denunciar a los directores de cine que viven absortos
ante la demanda insaciable de vértigo, velocidad y efectos especiales
cada vez más estremecedores pero al mismo tiempo han olvidado el glamoroso arte seductor de
la mujer que camina en catsuit y tacones altos contoneándose con aires felinos y derramando a su paso la miel de una sonrisa. Aunque quizás ya sea tarde para empezar a reclamar por lo
que parece pertenecer definitivamente a otra época.
Que Julie y Diana os lo demanden.
Diana |
BRillante como siempre!!! Sólo te faltó a Halle Berry en el rol de Catwoman como contra-caracter de mi idola personal Sharon Stone y Chris Waltz. Pero esta ok porque me enojé cuando esta gatúbela no usaba botas, sino un outfit muy bello (hay que reconocerlo) pero.. en fin. Hay que mencionar que en esa época , la de la serie Batman, coincide con la de la popularizacion de el uso de botas en la mujer. Si bien empezó con Courreges en los early 60s , las botas en la mujer tomaron vuelo y fueron en esa época simbolo de modernizacion y superacion femenina. Recuerdo con mucha nostalgia ir a Bamboche, en Flores, yo con mi saco napoleon , zapatos de plataforma, cuello Mao, pantalones oxford y verme encandilado por todas esas chicas con minishorts y botas!!!! Y me volvia solo. Porque era timido. telon
ResponderEliminarLas botas de los sesenta eran el complemento perfecto de los catsuits. Courreges fue un genio, un visionario del fetiche y algun dia le dedicaré una entrada pero primero quiero estudiarlo bien.
EliminarBuffff!! No le quiero ni contar lo que me ha emocionado este correo. Yo adoraba a Emma Peel ( Diana Rigg actual reina madre en Juego de Tronos) jamas una serie me gusto tanto como esta ( quizas los angeles de charlie jiji) y ya me sentia diferente porque todos los chicos querian ser Patrick Mcknee mientras que yo quería ser como Emma, me parecia y aún me parece uno de los personajes mas grandes que ha dado la pequeña pantalla, su espiritu libre, su ingenio, su talento, su falta de "moralidad",en fin los 60 en estado puro. Muchisimas gracias por recordarmela de nuevo Mistress. A Julie tambien la seguia, pero si tengo que elegir...Besos.
ResponderEliminarEs muy linda tu anécdota, tan personal y visceral como todas las que me compartes. Ahora, mi dulce niña sissy, si querias ser Emma, sospecho que hay dentro tuyo una Femme dominante que busca su espacio.
Eliminar