Pocas cosas se parecen tanto al sexo como la astronomía. En ambas la imaginación es tan importante como el conocimiento. Los astrónomos saben que un nuevo descubrimiento responde a una pregunta pero también saben que abre el panorama para más preguntas que hasta ese momento ni siquiera se habían formulado.
Lo mismo ocurre en el sexo. Experiencia y fantasía son entidades complementarias. Cada
una se nutre de la otra y a la vez la alimenta. Fantasear con la imaginación te lleva a
buscar la forma de concretar aquello que deseas mientras que la experiencia
sexual te despierta fantasías que quizás antes no imaginabas. Para avanzar, tenés que animarte a concretar, intentar hacerlo, aunque fracases. Es difícil describir el placer de vivir un bukkake
si nunca sonreíste al sentirte enchastrada de semen o detallar como
sissificar a un hombre si como mujer ni siquiera gozas al maquillarte frente a un espejo.
Para
debatir sobre dominación femenina en un sitio de Internet, es
necesario haber vivido la experiencia para poder entonces
transmitirla. Y a la vez, para que sea divertido y enriquecedor, se requiere la
dosis justa de fantasía para evitar que el testimonio de la vital experiencia sexual
de la dominación se
degrade en un mero recuento de actividades sadogenitales o de técnicas de castigo.
Si
el BDSM argentino se encuentra al borde de la extinción, no sólo se
debe a que un cúmulo de reglamentaciones estatales y prohibiciones
varias han vuelto muy difícil el poder concretar una fiesta sado en
forma pública o semipública. Entramos en el actual callejón sin
salida cuando la libre opinión basada en experiencias reales de
dominación y sumisión, enlazadas con las vivencias de matrimonios Femdom y de dominación espontánea en ambientes swinger, comenzó a ser censurada en virtud de la
aplicación de los supuestos reglamentos y principios que debían
regir a la comunidad BDSM argentina en construcción. Reglamentos que fueron por supuesto redactados por aquellos que aspiraban a ser
líderes de la misma y sólo supieron construir una secta chiquitita, muy chiquitita, en donde predomina el discurso ampuloso, la repetición de frases
hechas y la defensa de una supuesta identidad. La secta del BDSM en estado de máxima pureza
Así
fue como poco a poco fue censurada la sabia combinación de
imaginación con experiencia real y vivencias sexuales que es el bastión del sadismo
femenino. Las mujeres nos fuimos recluyendo en nuestros cubiles para
disfrutar la dominación sexual a nuestra manera evitando ser juzgadas
por los moderadores, autoridades y demás maestritos del librito y el
reglamento BDSM. Vivimos felices nuestra sexualidad pero aisladas. Todo un contrasentido en esta era de la información. Así fue como llegamos a estar como estamos hoy.
Mi conclusión es que si
desgajamos a la dominación y a la sumisión de otras experiencias
vitales vinculadas al erotismo, estamos restringiendo la imaginación y lo que
nos queda como resultado es la monótona y previsible aplicación de
técnicas. El BDSM reducido a prácticas mecánicas previamente
consensuadas como el bondage o el spanking y forzado a ingresar a la
corriente predominante de la corrección política y los derechos
humanos, puede ganar en visibilidad y en aprobación social pero pierde la húmeda calentura y la imprescindible cuota
transgresora.
Qué
pueden saber sobre Inglaterra los que sólo saben de Inglaterra?,
escribió resentido Rudyard Kipling en un poema de 1891. Nacido en la
India en el seno de una familia colonial, Kipling pretendía
reivindicar su mirada periférica como una perspectiva superior a las
generadas desde la propia metrópoli, que solían estar encerradas en
sí mismas.
Qué pueden saber sobre BDSM los que sólo saben de BDSM?
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