lunes, 12 de noviembre de 2018

Qué pueden saber sobre BDSM los que sólo saben de BDSM?






   Pocas cosas se parecen tanto al sexo como la astronomía. En ambas la imaginación es tan importante como el conocimiento. Los astrónomos saben que un nuevo descubrimiento responde a una pregunta pero también saben que abre el panorama para más preguntas que hasta ese momento ni siquiera se habían formulado.

   Lo mismo ocurre en el sexo. Experiencia y fantasía son entidades complementarias. Cada una se nutre de la otra y a la vez la alimenta. Fantasear con la imaginación te lleva a buscar la forma de concretar aquello que deseas mientras que la experiencia sexual te despierta fantasías que quizás antes no imaginabas. Para avanzar, tenés que animarte a concretar, intentar hacerlo, aunque fracases. Es difícil describir el placer de vivir un bukkake si nunca sonreíste al sentirte enchastrada de semen o detallar como sissificar a un hombre si como mujer ni siquiera gozas al maquillarte frente a un espejo.

   Para debatir sobre dominación femenina en un sitio de Internet, es necesario haber vivido la experiencia para poder entonces transmitirla. Y a la vez, para que sea divertido y enriquecedor, se requiere la dosis justa de fantasía para evitar que el testimonio de la vital experiencia sexual de la dominación se degrade en un mero recuento de actividades sadogenitales o de técnicas de castigo.  

   Si el BDSM argentino se encuentra al borde de la extinción, no sólo se debe a que un cúmulo de reglamentaciones estatales y prohibiciones varias han vuelto muy difícil el poder concretar una fiesta sado en forma pública o semipública. Entramos en el actual callejón sin salida cuando la libre opinión basada en experiencias reales de dominación y sumisión, enlazadas con las vivencias de matrimonios Femdom y de dominación espontánea en ambientes swinger, comenzó a ser censurada en virtud de la aplicación de los supuestos reglamentos y principios que debían regir a la comunidad BDSM argentina en construcción. Reglamentos que fueron por supuesto redactados por aquellos que aspiraban a ser líderes de la misma y sólo supieron construir una secta chiquitita, muy chiquitita, en donde predomina el discurso ampuloso, la repetición de frases hechas y la defensa de una supuesta identidad. La secta del BDSM en estado de máxima pureza

   Así fue como poco a poco fue censurada la sabia combinación de imaginación con experiencia real y vivencias sexuales que es el bastión del sadismo femenino. Las mujeres nos fuimos recluyendo en nuestros cubiles para disfrutar la dominación sexual a nuestra manera evitando ser juzgadas por los moderadores, autoridades y demás maestritos del librito y el reglamento BDSM. Vivimos felices nuestra sexualidad pero aisladas. Todo un contrasentido en esta era de la información. Así fue como llegamos a estar como estamos hoy.

   Mi conclusión es que si desgajamos a la dominación y a la sumisión de otras experiencias vitales vinculadas al erotismo, estamos restringiendo la imaginación y lo que nos queda como resultado es la monótona y previsible aplicación de técnicas. El BDSM reducido a prácticas mecánicas previamente consensuadas como el bondage o el spanking y forzado a ingresar a la corriente predominante de la corrección política y los derechos humanos, puede ganar en visibilidad y en aprobación social pero pierde la húmeda calentura y la imprescindible cuota transgresora. 

   Qué pueden saber sobre Inglaterra los que sólo saben de Inglaterra?, escribió resentido Rudyard Kipling en un poema de 1891. Nacido en la India en el seno de una familia colonial, Kipling pretendía reivindicar su mirada periférica como una perspectiva superior a las generadas desde la propia metrópoli, que solían estar encerradas en sí mismas.

   Qué pueden saber sobre BDSM los que sólo saben de BDSM?



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