sábado, 7 de septiembre de 2019

Ser sádica hoy




   Ser sádica hoy no tiene nada que ver con la clásica bruja malvada que odia a los hombres y goza con el dolor ajeno azotando a un pobre tipo que se deja golpear porque nunca tuvo a nadie que lo quiera. Ser sádica hoy propone la existencia de una mujer que lleva una vida erótica y personal de alta gama porque es capaz de avasallar en cierto grado a las personas de su entorno. Esas personas se rinden ante el poder erótico que nace de su sexualidad femenina y se sienten felices complaciéndola en todo lo que está a su alcance.

   En el imaginario colectivo, la mujer sádica y la dominatriz fetiche son lo mismo. Como las mujeres siempre dispusimos de un enorme arsenal de recursos de seducción para lograr imponer nuestros deseos, los hombres ya están acostumbrados a ver a las dominantes vestidas y adornadas con un estilo fetish. Nosotras sabemos desde la adolescencia que la moda sexy es un aliado que casi nunca nos falla. El fetiche y la elegancia realzan nuestra belleza y nos transforman en diosas terrenales del sexo.

   Pero lo que realmente importa en el sadismo va mucho más lejos que pavonearnos con un look irresistible. Lo que las sádicas buscamos es someter a alguien a nuestros caprichos. Esa forma de ejercitar el sado me divierte y me estimula; así puedo conectarme con mi morbo y alcanzar mi plena satisfacción. Mi goce egoísta es la única regla. No niego que a veces debo conformarme, a falta de mejores opciones, a jugar al juego del intercambio de poder consensuado pero no le encuentro mayor relevancia. Ese tipo de sexualidad no me excita y el recuerdo de lo vivido rara vez supera una semana.

   Visto desde el lado opuesto, desde el punto de vista de un hombre con tendencias sumisas, el máximo placer es que una mujer avasallante y altanera lo someta, juegue con él y lo use para su entera diversión. El goce de él debe tener una directa relación con su condición de sometido a una mujer sádica. A mayor sometimiento de él, mayor poder de Ella. A medida que el contraste crece, crece también el goce sexual de ambos.

   En un célebre pasaje de La Venus de las Pieles, Leopold Sacher Masoch pone en boca de Severin ese sentimiento de esclavitud del hombre, indefenso ante el poder erótico de Wanda, apelando a la metáfora del yunque y el martillo.

- Amo a usted de tal modo, con toda mi alma, con todo mi corazón, que la proximidad de usted, la atmósfera suya me son indispensables si he de vivir. Elija usted entre mis ideales. Haga usted de mí lo que quiera: un marido o un esclavo.

- Muy bien, dijo Wanda, frunciendo sus cejas enérgicas y sutiles. Ha de ser muy divertido dominar de tal manera al hombre que nos interesa y ama. Pero qué imprudencia dejarme escoger! Elijo, pues. Quiero que sea usted mi esclavo, mi juguete.

- Hágalo!, exclamé medio espantado, medio encolerizado. Si sobre la armonía de las ideas puede fundamentarse una unión, las pasiones en cambio proceden de los grandes contrastes. Nosotros somos dos contrastes que se yerguen hostilmente uno contra el otro, y si tengo que compartir ese amor, me es odioso, me causa miedo. Dado ese estado de cosas, no puedo ser sino martillo y yunque. Seré yunque. No puedo ser dichoso sin ver el objeto amado. Podría amar a una mujer, mas sólo siéndome cruel.

- Pero Severin, replicó Wanda casi enfadada, me cree usted capaz de maltratar a un hombre que me ama como usted y al que también yo amo?

- Porqué no, si precisamente por eso os adoro tanto? Sólo se puede amar lo que está por encima de nosotros; una mujer que nos abruma por su belleza, por su temperamento, su alma, su fuerza de voluntad, que se muestra despótica para nosotros.

   A más de un siglo de esta excepcional descriptiva de los más malditos placeres, relatados tan brillantemente, Madonna, en su canción Justify my love, compadece a las personas cuyos placeres dependen del permiso de otros. Como yo no tengo carencias afectivas de ningún tipo ni necesito validaciones sociales ni aprobaciones de ningún experto en BDSM, puedo permitirme el lujo de ser sádica al estilo Wanda y martillar a mi placer sobre el yunque sumiso de quienes me sirven sin pedir permisos ni tener que rendir cuentas por mis gustos o mis actos. Mis placeres no dependen del permiso de nadie. Pero soy perfectamente consciente que vivir esa libertad siempre implica un costo social. Un costo que puede llegar a ser muy alto.

   En el terreno superficial de la moda y el look, vestirnos en forma fetichista nos condena a las mujeres ya maduras a ser rechazadas por muchas de nuestras congéneres. En el terreno del sexo, las mujeres sádicas que nos exhibimos como tales y declaramos abiertamente nuestros gustos debemos pagar el precio del exilio de las comunidades BDSM, que deberían ser nuestro ambiente por naturaleza. Donde el consenso es la única norma, nosotras nunca seremos bienvenidas porque no aceptamos ser restringidas en nuestros deseos. Si nuestro placer nunca va a depender del permiso de ningún otro, mucho menos dependerá de alguien que por autodenominarse sumiso, nos pone límites para que terminemos haciéndole lo que él quiere.

   Como en todas las épocas de la humanidad, ser sádica hoy tiene un precio. Sólo vos sabrás si estás dispuesta a pagarlo.


(continuará)







6 comentarios:

  1. Esa indisoluble unión que representan el sadismo y el masoquismo, ese continuo bailar entrelazado de las serpientes del caduceo de Hermes, esa insaciables sed de placer y dolor...
    Las conozco...🌺

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  2. Señora, qué interesante resulta leer sus reflexiones acerca del costo social que paga una Mujer como Usted para vivir libremente su condición dominante. Seguramente es la consecuencia de los resabios patriarcales que aún abundan en nuestra hipócrita sociedad moderna, donde todo parece nivelarse hacia abajo.
    Tal vez resulte políticamente incorrecto decirlo, pero no es cierto que todos seamos iguales. Hay personas que emanan autoridad (por ejemplo Usted), y otras que aceptan someterse a dicha autoridad. Hay personas que deciden y ordenan, y otras que obedecen. Hay personas que se saben superiores y actúan como tales, y otras que asumen su inferioridad.
    Tengo la esperanza que estemos transitando el camino hacia una sociedad matriarcal en la cual todos podamos asumir nuestros verdaderos roles en libertad, y seamos mucho más felices.
    Por el momento, aguardo ansioso la continuación de su post, Señora.
    Saludos, daniel.

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    1. Un gusto leer tus comentarios como siempre, daniel. Ojalá que esa sociedad llegue pronto

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  3. Hermosa entrada Ama Roxy. Por la potencia seductora de Su egoísmo sádico. Por el romántico pasaje de Wanda y Severin. Por las verdades que expone y por la muy real disyuntiva que plantea en la última frase. Y coronando todo eso, la belleza de la incitante imagen final.
    Por mi parte, agregaré algo sobre la tensión erótica de algunas situaciones similares a las que refleja el posteo.
    En un encuentro Femdom, la tensión erótica es breve, apenas un aperitivo de lo que será el plato principal. En una pareja, aparecerá en numerosas ocasiones. Más veces en un Femdom light, algo menos en un 24/7. A veces será parte del placer, eventualmente, fuente de conflictos.
    En circunstancias poco comunes, la tensión erótica puede adquirir características inesperadas.
    En un momento, los protagonistas descubren que en el ir y venir de la incertidumbre, van construyendo una historia que tiene numerosos ribetes artísticos. Literatura, erotismo, fotografía, reflexiones sobre la naturaleza humana, fantasía, arte gráfico, poesía.
    Se convierten en coautores de una obra de arte, difícil de encasillar, pero de una indudable belleza.
    Es cierto que hablo de situaciones muy inusuales. La mayoría de las personas nunca vivirán placeres tan originales y sofisticados. Algunos afortunados, quizás, una vez en sus vidas.
    Sissy Daser

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    1. Wanda y Severin son una fuente a la que siempre debemos recurrir. Muchas gracias sissy Daser

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